Capítulo 97

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ZAYN


Todo el mundo en el hospital hablaba acerca de la adorable y dramática pareja. 

Rose y Harry se la pasaban todo el día juntos. 

Un puchero de Rose a Florence había bastado para que arreglaran transferirla a la misma habitación de Harry.

Las tardes pasaban entre risas con todo el grupo finalmente unido como era al principio.




(...)




Ya habían pasado dos semanas y las costillas de Rose habían curado, al igual que los cortes de Harry, quién había sido dado de alta con la advertencia de que no se jugaba con la vida de esa manera.

Aquella tarde, habíamos ido a almorzar a algún restaurante de Atlanta. 

Todos iban en parejas, y admito que me sentí demasiado solo sin Gretchen. Ya hacía bastante que no la veía y comenzaba a extrañarla.

-Aún no puedo creer que todo esto esté sucediendo- dijo Rose tomando una copa de vino. Tenía la mirada perdida, y no hacía falta preguntar por qué. 

Todo el mundo acertó al pensar en que se refería al accidente, pero por el deje de tristeza en sus ojos, supe que le dolía como el infierno perder la posibilidad de bailar.

-¿Volverás a Los Angeles?- le pregunté en voz baja ya que estaba cerca y podía escucharme.

Cada uno estaba metido en su conversación.

-No lo sé- contestó ella y luego lo pensó: -Quiero volver para continuar con el asunto del estudio de ballet, pero allí sucedieron tantas cosas malas... y éste lugar me gusta... no lo sé.

Asentí y me hice el tonto cuando Harry se acercó a su novia y la tomó por la cintura.

-¿De qué hablaban?- preguntó besando la mejilla de Rose. Ella negó con la cabeza, restándole importancia


Sabía que Rose no quería que Harry se sintiera culpable por el accidente.

Quiero decir, si fue un accidente, pero estaba seguro de que mi amigo interiormente no hacía más que torturarse por aquel hecho.

-¿Louis no ha podido venir?

Louis era el primo de Rose. Lo habíamos conocido cierta ocasión hacía unos cuantos días atrás. Era un tipo realmente agradable y fácil de llevar. Supongo que esa era también una de las razones por las que ella quería quedarse.

Mañana sería nuestro día de partida de regreso a Los Angeles.

Al menos para Marcie, Niall y yo.

Íbamos saliendo del restaurante cuando un cartel cerca de un callejón llamó mi atención. Les dije a los demás que los alcanzaba luego y me dirigí inmediatamente hacia allí.

Tomé uno de los volantes leyendo rápidamente. 

Esbocé una sonrisa.




ROSE


-He pasado éstas últimas dos semanas creyendo que en algún momento despertaría y esto no sería más que un muy buen sueño- susurré mientras el masajeaba mis piernas. Me alegraba al menos sentir sus manos cálidas.

Harry se detuvo para observarme.

-Estoy aquí, y tú también lo estás, no importa si esto es un sueño.

-Temo que acabe- confesé en voz casi inaudible. Él apartó mis piernas de su regazo y me sentó sobre sí. Descansé mi cabeza en su hombro mientras Harry rodeaba mi espalda con su brazo.

-No acabará- prometió y su nariz recorrió mi cuello. –Ya te he perdido demasiadas veces. Juro por Dios que no volverá a suceder.

Dejó un húmedo y corto beso sobre mi clavícula izquierda. Mi corazón se aceleró y sentí las puntas de mis dedos arder. 

-En un lugar como éste comenzó todo- reí pícaramente observando el sofá de cuero. 

-Pero no en la casa de tu primo- objetó él y negó con la cabeza riéndose. Luego susurró: -Ni pienses que haremos nada aquí. Apenas estoy ganando su confianza...

La risa abandonó mi garganta y no por el hecho de que no podríamos hacer nada en casa de mi primo. Sino porque... definitivamente sin la movilidad de mis piernas no podríamos hacer nada,... nunca.

-¿Qué sucede?- cuestionó ante mi expresión seria. 

-Nada, nada.

-Rose- se quejó él.

-Es que... -Me quedé en silencio.

-Dime. 

Silencio.

-Por favor- pidió.

Solté un suspiro.

-No creo que podamos... -Volví a quedarme sin palabras. 

-¿Tener sexo?- aventuró él. -¿Lo dices por tus piernas?

Hice una mueca de disgusto.

-Esto es morboso.

-Oye no...

Lo detuve con la mano. No quería seguir escuchando. Sé que era absurdo quejarse de no poder tener sexo cuando había un millón de cosas más que no podía hacer, pero me molestaba el jodido hecho de estar inválida.

Pensé en las demás personas que también lo estaban. ¿Cómo vivirían su vida día a día sin la posibilidad de moverse por sí mismos? 

Me aparté, casi soltando lágrimas al sentirme tan dependiente. 

Mi silla de ruedas estaba a tan solo medio metro y yo no podía llegar a ella sin la ayuda de Harry.

Él me miró y la culpa invadió sus ojos, sin embargo mi mirada determinada lo dejó helado en su sitio. 

Me arrastré a lo largo del sofá y luego apoyé los pies sobre el frío piso. Con las manos sobre el cuero, me empujé hacia arriba, impulsándome hacia la silla.

Fue una fracción de segundo en la que logré quedarme parada por mi cuenta, hasta que caí de rodillas esquivando hábilmente el filo de la mesita de la sala.

Harry no se aguantó y me tomó en brazos, ignorando la silla y llevándome a la habitación. 
Lloraba de rabia e impotencia sobre su pecho. Realmente comenzaba a sentir lo que era estar inválida.

Me recostó sobre la cama y sus ojos verdes se empañaron de lágrimas.

-Perdóname- dijo frunciendo el ceño y una gota salada se deslizó por su mejilla y cayó sobre mi cuello. –Ha sido mi culpa, no intentes negarlo- dijo con voz ronca y apoyó la cabeza sobre mi pecho. 

Lo sentí sollozar y me dije a mí misma que no podía hacerle esto. De alguna manera debía salir adelante. Si él y yo estábamos juntos ahora, entonces no había nada imposible...

One And Only || Harry Styles ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora