Rose se puso el cinturón de seguridad, y respiré aliviado.
Todo el nudo de nervios en mi estómago se esfumó por un instante y la sentí segura, junto a mí.
-¿Qué ha sucedido?- le pregunté mientras ponía el motor en marcha.
Ella me miró y supe que estaba buscando las palabras.
-Uno de los guardias de seguridad quiso pasarse de listo.
Pisé el freno, y las ruedas chirriaron sobre la acera.
-¿Quién ha sido el hijo de…?- me interrumpió.
-Harry, cálmate.
Tenía las manos hechas puño sobre el volante.
¿Quién era el maldito bastardo que se había atrevido a acercársele?
-David. Es un flacucho depravado que está en la puerta principal de Anacks. No te preocupes por él, ya le he roto la mayoría de los dientes de una patada- me avisó con tranquilidad.
-No me preocupo por él, me preocupo por ti- le dije pensando en mil maneras de torturar a la basura humana de David. -¿Qué te ha hecho?- le pregunté y rogué que fuera una respuesta que no me hiciera ir por un rifle y meterle una bala en medio de la frente al hijo de perra.
-Nada, como ya te he dicho, sólo vino detrás de mi en el vestuario y quiso llevarme hasta afuera. Sólo eso logró. Luego lo pateé.
Suspiré y sonreí de mala gana.
Ella me miraba confundida, y sólo me limité a poner de nuevo el motor en marcha.Vaya noche…
ROSE
Suspiré resignada y observé mi zapato. Mierda.
Dos pares de zapatos hechos trizas en menos de una semana.
Harry manejaba relativamente tranquilo. Se que debería haberle dicho que David había intentado algo más que llevarme hacia el callejón, pero preferí no mencionarlo. Por su expresión, supe que era mejor calmarlo antes de que cometiera un homicidio o algo por el estilo.
Aparcó frente a casa y de repente, no quise dejarlo ir. Ni que él me dejara ir a mí.
Lo deseaba,… y tanto…El silencio se hizo presente entre ambos, y lo observé de reojo. ¿Cómo es que se me hace agua en la boca de sólo verlo? Demonios, hay que tener suerte para cruzarse con un tipo como él.
Harry observaba fijamente el camino a través del cristal. Parecía sumido en sus pensamientos, era fascinante.
Fruncía el ceño y sus ojos se perdían en quién sabe qué, como si se aislara completamente de la situación.
Increíble poder de concentración, Styles.
De repente, tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos, llevándoselos a la boca, distraídamente.
El corazón me dio un vuelco mientras el besaba mis nudillos ya blancos de los nervios.
El calor de su mano envió descargas de electricidad a través de mi piel hasta zonas de mi cuerpo que preferiría no mencionar.
Desenfocó su vista del camino, y me miró.
Sonrió de lado y me derretí internamente.Comenzaba a creer que él era totalmente consciente de lo que esa sonrisa causaba en mí.
-Gracias por traerme- dije entrecortadamente y me sonrojé.
Oh vamos… ¿acaso mis vasos capilares están de fiesta hoy? ¿Por qué demonios me ruborizo tanto ésta noche?
-Bésame antes de irte- pidió en voz baja.
«Hey pulso… ¿estas ahí?»
Respiré entrecortadamente, una acción muy propia de mí cada vez que estaba cerca de él y me decía cosas como ésta.
Acerqué mi rostro al suyo y rocé mi boca contra su mejilla, muy cerca de sus labios.
-¿A eso le llamas beso?- murmuró con una sonrisita.
Oh dios… sigue así y me matarás.
Ésta vez, él tomó la iniciativa.
Tomando mi rostro entre sus grandes manos, me estampó un prolongado y ardiente beso que dejó todas mis terminaciones nerviosas en alerta.
Su lengua jugueteó delineando el contorno de mis labios y luego sutilmente pidió permiso para entrar en guerra con la mía.
Acerqué mi mano izquierda a su mejilla y la deslicé hasta su nuca disfrutando de la suave calidez de su cuerpo.
Jadeé cuando el me mordió el labio inferior y tiró de él.
La posición era incómoda, pero por nada me alejaría de esa boca. Y al parecer él pensaba lo mismo porque con su brazo tiró de mí hasta que quedé sentada a horcajadas en su regazo.
Acarició suavemente mis piernas mientras su boca descendía de la mía, pasando por mi mentón, cuello, hombro y luego mi clavícula, instalándose allí, mordiendo, besando y arrastrando mi instinto racional a algún lugar, muy lejos de allí.
Mi respiración consistía en suaves jadeos, y quizá algún que otro gemido ahogado. Tenía la piel enfebrecida por su cálida lengua y sus fogosos besos.
Sus manos acariciaban mi espalda y de vez en cuando mi cabello.-No quiero irme. No quiero dejarte- murmuró deslizando su nariz por mi cuello en una breve y sutil caricia que me hacía desfallecer.
No respondí. Yo tampoco quería que se fuera.
Deseaba que se quedara, justo allí, en ese momento, conmigo.
Como si no estuviéramos en la puerta de mi casa con probabilidades de ser descubiertos, como si él no estuviera aun casado y enamorado de su esposa, como si fuésemos sólo nosotros dos y aquella acogedora burbuja personal.-Ven conmigo ésta noche, Rose- dijo en voz baja respirando acompasadamente sobre mi hombro. Se había quedado inmóvil pero sus manos aun seguían en mí, y yo seguía estando sobre él.
«Oh, pídeme eso otra noche y aceptaré.»
-No puedo- musité y él se apartó un poco para verme a los ojos.
El profundo verde de aquellos ojos… ¿será real eso de que son las ventanas del alma? Porque en su mirada estoy viendo más que simple deseo.
-¿Por qué no puedes?- preguntó jugando con un mechón de mi cabello con una mano, y apretándome contra él con la otra.
-Mis padres no saben que salgo los fines de semana, Harry. No puedo desaparecer de la noche a la mañana.
-Te traeré temprano mañana y les dirás que te levantaste para ir a hacer ejercicio.
Solté una carcajada, ir a hacer ejercicio, pues… depende de que actividad estemos hablando.
-Nunca lo hago, no me creerán- reí.
El me apretujó contra su pecho insistente y suspiré.-Mañana.
-¿Mañana?- preguntó él.
-Sí. No soy una chica espontánea, necesito planear las cosas con anticipación.
Él me miró ocultando una sonrisa.
-Entonces que sea mañana- aceptó al fin y sonreí.
Lo abracé pasando mis manos alrededor de su cuello, y el me correspondió con las suyas alrededor de mi cintura.
-Me alegra ser la que manda aquí- bromeé y el negó con la cabeza.
-Ya veremos eso- me desafió y arqueé una ceja, mientras reía.
-No quiero dejarte ahora, pero debo irme- besé la punta de su nariz y volví a mi asiento para abrir la puerta.
-¿Un beso en la nariz?- dijo incrédulo. – ¿Pretendes que tome eso como un beso de despedida?
Sonreí y me acerqué para plantar un corto beso en sus labios.
Refunfuñó.
-No eres para nada conformista, Styles- le dije antes de cerrar la puerta y caminar rápidamente a través del camino al umbral de casa.
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One And Only || Harry Styles ||
Fiksi Penggemar"El baile no te servirá de nada en la vida. Céntrate en tus estudios, es el único modo de llegar lejos" era una de las oraciones más largas que con frecuencia, sus padres le dedicaban. El único lugar dónde Rose podía ser quien realmente era. Dónde p...