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En medio de mi caminata escuche pasos detrás de mí y un temblor me paralizó por completo. Debía comenzar a correr, pero estaba paralizada, mi respiración era irregular y las lágrimas se me estaban acumulando.

– No deberías estar caminando sola es peligroso – una voz masculina me saco de aquella parálisis y me gire para ver al chico que me había estado observado durante mucho tiempo en aquella fiesta.

– Tienes razón... pero debía alejarme de esa fiesta – respondo tímidamente viéndolo a los ojos. Esos ojos color chocolate, una cabeza o dos más alto que yo, porte enorme y una sonrisa encantadora. Su cabello castaño estaba peinado hacia atrás y su camisa abierta de los primeros botones le daba un aire relajado.

– Que coincidencia yo también necesitaba irme ¿te importa si te hago compañía? – su sonrisa me transmitió confianza y a pesar de las enseñanzas de mis padres sobre los desconocidos acepte su compañía.

No soy ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora