Prólogo

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Aina trabaja en una pequeña biblioteca de Noruega, conocía cada rincón de ese sitio como la palma de su mano, sin embargo, una tarde se encuentra con una carpeta extraña, la intriga puede con ella y lo abre, se pone a hojearlo un poco y se da cuenta de que no tiene nombre del dueño, ni dirección donde pueda ser identificado, pero en la primera página resalta con una letra fina y curva un título que le llama la atención. Al ir viendo un poco más, comprende que son distintos fragmentos de versos que muestran los sueños y anhelos de alguien. Por intuición propia, se gira un poco observando a cada una de las personas que están a su alrededor, pero cada una de ellas está concentrada en lo suyo, así que decide tomarlo y dejarlo en su escritorio por si alguien viene a reclamarlo.

Al pasar las horas, Aina se sigue preguntando quien habría dejado algo tan valioso como los secretos del corazón en un lugar tan público. Su mente no se quedaba quieta, había sentido algo en el momento que sus manos tocaron la extraña carpeta, hubo una energía aún más fuerte cuando sus dedos rozaron las primeras y finas letras.

Casi era la hora de cerrar y Aina no se podía quedar quieta, le resultaba extraño encontrar esa carpeta llena de escritos hechos a mano estando en el siglo XXI donde lo que abunda es la tecnología y donde la manera más sencilla de escribir es a través de un computador. Ya sin más nada que hacer por ese día, se acerca a su escritorio y sabiendo que lo que estaba haciendo en ese instante estaba mal, que no debería seguir indagando en ese mar tan profundo de letras, lo tomó y empezó a leer. Esa sensación que había sentido hace unas horas atrás cuando tocó la carpeta por primera vez volvió a su ser, solo que esta vez se sentía aún más fuerte y mientras sus ojos pasaban palabras tras palabras esa energía parecía que en algún momento se haría tangible, y no, no era exactamente por las palabras que estaba leyendo en esos momentos, sino en el efecto que emanaba en su interior al estar entre esas suaves y finas hojas.

Inconscientemente acercó las hojas de la carpeta a su rostro para poder olerlo, tenía un olor distinto a todos los libros que había podido oler, era nuevo y un tanto extraño, pero le gustaba, podía decirse que era como el olor del pasto húmedo con un poco de chocolate. Volvió su vista a la primera hoja y sus ojos se fueron guiando a una pequeña frase que estaba justo debajo del título; le resultó aún más extraño e intrigante. Sin saber porque, no podía apartar la vista de esas palabras, su corazón comenzó a acelerarse, su cabeza a maquinar muchas cosas y su ser no conseguía comprender porque razón se sentía así, las letras resonaron en su cabeza.

Los sueños de un corazón que no late, pero de un espíritu que vive.

Muchas preguntas empezaron a bombardearla y en ese momento supo que no debería seguir indagando en la profundidad de esas preciosas letras que sus dedos rozaban, que probablemente saldría mal de allí. Tal vez algo podría suceder, pero aun así esa llama de conexión era aún más poderosa. Aún sabiendo que no había nadie más que ella y la extraña carpeta, Aina volvió a mirar a su alrededor, esa sensación extraña, tal vez de ser observada no se iba; ya al comprobar que estaba completamente sola, se sentó y comenzó a pasar las páginas para fundirse en las profundas y completamente desconocidas letras que sin saber cambiaría su vida.

Noches Efímeras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora