Capítulo 09

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Extrañamente Aina no tuvo sueños, ni pesadillas, ni nada, la noche se desenvolvió con un sosiego imperturbable, dejándola por una vez luego de mucho tiempo dormir en paz, en un sueño profundo y placentero. Al despertar se sintió ligera, hace tanto tiempo que no había dormido tan bien, tenía la energía al mil por ciento y el rostro fresco y brillante. Al parecer hoy sería un grandioso día.

Se levantó de la cama e inmediatamente se dirigió al baño para arreglarse y así comenzar el día, luego de eso fue a la cocina y se dispuso a buscar entre lo que había para hacer el desayuno, viendo bien que no tenía comestibles, hizo una nota mental de que pronto debía hacer mercado.

Cuarenta y cinco minutos exactos le tomó en hacer cada una de esas cosas, diez minutos más para dejar todo en orden y cinco para terminar de guardar todo lo que necesitaría en su día e irse.

Al acercarse a su bolso, sus ojos de forma inmediata se guiaron a los dibujos que se encontraban guardados, fue en ese momento que se permitió pensar en todo lo que había sucedido la noche anterior y en todas las emociones y sentimientos que se habían encontrado fluyendo en el aire. Suspiró y mirándose al espejo lo guardó y salió de su apartamento para así encaminarse a la biblioteca.

Al llegar, guardó sus cosas y se dispuso a pasear por toda la biblioteca para así asegurarse de que todo estuviera en orden; aun sabiendo el resultado, lo hizo. El día estuvo yendo un poco ajetreado, hubo grupos de chicos por doquier y un nuevo lote de libros que habían acabado de llegar, tanto así que no le dio tiempo de hablar con Assa hasta el almuerzo.

ㅡ¿Preparada para esta noche? —preguntó la mayor con una sonrisa picarona en su rostro.

—Bueeenooo...

—Oh vamos, cambia esos ánimos que te divertirás un montón, además, ¿Soy yo o hoy estás más reluciente?

—Anoche fue sensacional —. Mientras lo dice sus ojos se iluminaron por el recuerdo de lo bien que había podido dormir.

ㅡ¡Oh por Dios, cuéntamelo todo! ¿Con quién hiciste el chaca chaca? —La emoción y el interés se podía reflejar hasta en la China, sin contar lo impresionada que estaba.

—Con... con... ㅡHizo una pausa un tanto larga para que la intriga pudiera con ella y así se pudiera desquiciar un poquito.

ㅡ¡Ya, cuéntame, no seas así! —Exclamó propinándole un pequeño empujón.

Aina no aguantó más y reventó en una enorme carcajada, logrando que la mayor se enojara un poco y luego se uniera a ella.

—Aina Harlem, eso no se hace, eso no se hace —. El par de chicas pasaron ese tiempo entre comiendo y hablando de todo un poco, en realidad, Assa es la que más hablaba y Aina solo escuchaba y asentía, a veces sus ojos se abrían un montón y otras veces reía por cantidades industriales. Congeniaban a la perfección y eso era estupendo.

Assa a pesar de lo sociable que puede llegar a ser y lo hermosa y reluciente que es al entrar en cualquier espacio de la tierra, era una chica cerrada, había muchas cosas de lo que ella no hablaba, muchas cosas que al igual que Aina cerró bajo llave en la profundidad de sus recuerdos.

—Recuerda que al salir de trabajar nos vamos a tu casa para arreglarnos, traje todo lo necesario —dijo la mayor con una sonrisa picarona mientras subía y bajaba las cejas.

—Claro y que luego comeremos sushi —contestó la menor con una sonrisa picarona a la vez que elevaba y bajaba las cejas en un intento fallido de parecerse a su amiga.

—Eres una amiga terrible —. Ambas chicas volvieron a reír.

Para ser sinceros, Aina no se encontraba para nada entusiasmada, pero ya no podía retractarse, cuando la mayor se antoja de algo y logra por una milésima de segundo hacer que la menor acepte ya no se puede echar para atrás. Al terminar, cada una se dispuso a seguir trabajando, el día seguía siendo movido y debían aprovecharlo.

Tres horas pasaron y por fin pudieron descansar un poco, Aina como de costumbre, paseó entre los pasillos de la biblioteca para así poder mantener su mente en calma y alejarse un poco de donde se encontraban la mayoría de las personas, al llegar al pasillo más retirado de todos, su cuerpo como ya sabiendo hacia dónde debe dirigirse, se encaminó y se detuvo justo en el lugar donde había encontrado la carpeta, esta vez la chica se sorprendió, sus ojos enfocaron una hoja doblada en dos, dispuesta exactamente en el mismo lugar donde había estado anteriormente la carpeta.

Se puso un tanto ansiosa, miró a su alrededor un par de veces esperando encontrar algo o mejor dicho, alguien, pero falló, se acercó un poco más, hasta ya estar a tan solo centímetros de distancia, se detuvo, lentamente fue acercando su mano para tomarlo, no sabía si lo que estaba haciendo en ese momento era correcto, pero no tenía ni idea de que pensar, al ir acercando la hoja a ella comenzó a preguntarse varias veces si esto era para ella y si era así, ¿Por qué no solo la persona se acercaba a ella y ya? Si quería su carpeta de vuelta con gusto se lo daría, luego sus pensamientos cambiaron de dirección llevándola a pensar lo peor.

ㅡ¿Y si quiere hacerme daño? ¿Y si es una amenaza por haber tocado y leído lo que no debía? No, no, esto puede ser solo coincidencia, ¿no? Tal vez esto es otra cosa, tal vez esto es para alguien más —. Al menos eso quería hacerse creer.

Con miedo en su cuerpo y emoción en sus ojos desdobló la hoja para leer lo que había adentro, era la misma letra de los escritos de la carpeta, era exactamente la misma letra, letra que la tenía viajando en lugares desconocidos, pero encantadores, letra tan profunda, cursiva y delicada. En seguida pasó las yemas de sus dedos por las palabras, estaba estática, no sabía que estaba sucediendo, sin embargo, sabía que si quería tener alguna respuesta, debía seguir investigando.

Antes de leer lo que sus ojos habían encontrado, volvió a mirar a su alrededor, todo seguía exactamente igual, así que sin más que hacer, bajó la mirada, suspiró y se dejó llevar por completo en las palabras.

Tres letras solo usarás

Con el corazón debes pensar

Entre las palabras me encontrarás

Subiendo y bajando sin cesar.

Al terminar de leerlo seguía estando estática, no entendía nada de lo que estaba sucediendo ¿Acaso todo esto era un juego? No podía quitar la vista de la hoja, mentalmente repetía una y otra vez las palabras, seguía sin comprender lo que quería decir y diferentes cantidades de emociones comenzaron a burbujear dentro de ella, tenía unas ganas inmensas de salir corriendo a su escritorio y sin importar nada tomar la carpeta y leerlo todo, pero sabía que no podía, al menos no a esta hora del día, debía ser en la noche, cuando no hubiese nadie que pudiera interrumpirla ni entrometerse.

Lo que sí hizo fue volver a doblar la hoja en dos y llevarlo a donde se encontraban guardados sus dibujos y con sumo cuidado lo metió adentro, recordando que esta noche sería larga y alucinante.

Mirando a su alrededor, sus ojos visualizaron a Assa atendiendo a un grupo de chicos, brillaba como siempre y esa enorme sonrisa que le caracterizaba resplandecía a su alrededor. En ese instante la mayor giró su rostro hacia Aina y le guiñó un ojo para así seguir su camino, no fue hasta ese momento que recordó que esta noche no iba a poder quedarse leyendo, se frustró, cuando por fin lograba conseguir algo se compromete en salir, acción que ni siquiera le gusta realizar. Salir y socializar.

Las preguntas volvían a ella, muchas preguntas y ninguna respuesta.

ㅡ¿Por qué ahora? ¿Por qué no solo se acerca y ya? ¿Qué clase de juego es este? ¿Qué está esperando de mí? ¿Qué estoy esperando?

Si, definitivamente esta noche sería larga, más no alucinante.

Noches Efímeras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora