Porque un para siempre, no es eterno Muzan.

Capítulo 4: Kokushibo...

El demonio de ojos rojos como la sangre, simplemente lo escuchaba mientras seguía mezclando aquellos químicos—Es repugnante; ellos son cosas tan débiles que tiene el privilegio de caminar debajo del sol, mientras que yo, que soy un ser casi perfecto no puedo, es algo que me llena de rabia—sus ojos se enfocaron en Karma, aquel joven dios que tanto lo había ayudado, él era un ser perfecto —No te sugeriría volver a salir jamás, solo perderías el tiempo.

La risa de Karma lleno la habitación— ¡Jajaja! únicamente lo dices porque no quieres que vuelva a escapar —mi mirara choca con los ojos rojos del rey demonio, sus ojos brillan furioso ante la mención de ese evento, que fácil es sacarlo de sus casillas —Me pregunto ¿qué tanto habrá cambiado mi aldea? —una lágrima recorre mi mejilla, ante el recuerdo de aquellas personas que me acogieron con amor, la vez que escapo de las garras de Muzan; al cerrar los ojos aún puedo ver el rostro de aquellas mujeres sonriendo por la bendición de niños sanos, hombres trabajadores y alegres, orgullosos y enamorados de sus familias y de sus mujeres; incluso se alegraron cuando un joven chico demostró tener mi bendición al dar la noticia de un embarazo, algo nuevo pero rápidamente aceptado con amor —No tiene caso preguntar ¿verdad? —mis ojos volvieron a enfrentar al frió carmesí, quien simplemente me miraba con una leve sonrisa arrogante, claro, él jamás permitiría que alguien supera su secreto —Conociéndote, dudo que los hayas dejado vivir, sabiendo de mi existencia.

     —Qué bueno que seas consiente de la realidad cariño, así no tendrás que preocuparte por ese pueblucho de cuarta, recuerda que yo te salve, así que debes de estar agradecido conmigo —su sonrisa de autosuficiencia, provoca otra carcajada de mis labios, realmente aquello era un gran chiste.

     —No deberías de comenzar una discusión, o una conversación que pedreras mi amor —la sonrisa y la leve risa demuestran la verdad en mis palabras, provocando el ceño fruncido del rey demonios — ¿O quieres que te recuerde? que fui yo quien busco al médico, que te alimentaste de mi sangre los primeros años y que eso te volvió el ser "casi" perfecto que eres... —noto como sus ojos se afilan, brillando en una furia contenida, muy peligrosa —No me mires así, yo no tengo la culpa de que mataras al médico, antes de terminar el tratamiento —suelto un suspira y toco el vidrio de la ventana con una de las manos, tratando de ignorar la presencia asesina que genera Kibutsuji tratando de intimidar al menor, para que se dé cuenta de su estado de ánimo —Esta frío, se acerca el invierno... —siento como las manos del demonios toman mis caderas y como sus labios comienzan a besar mi cuello, un jadeo escapa de mis labios y con un suave susurro, repito —No muerdas... —un gruñido lleno de insatisfacción fue la respuesta del demonios, quien encajaba más profundo sus garras en la carne de mis caderas pero sin perforar la piel de ellas.

     — ¿Por qué no? sabes que me gusta, marcar tu blanca piel con mis colmillos, me excita —sus ojos rojos me miro mediante el reflejo de la ventana; realmente cree que voy a caer en su juego.

     —Eso lo sé, querido pero te conozco bien, no te conformaras solo con dejar marcas, también queras tomar mi sangre y luego mi carne...—suspiro mirándolo fijamente a los ojos —Trataras de devorarme entre sexo y sangre —otro suspiro escapa mis labios—No quiero volver a estar inconsciente, por una semana debido a tu apetito voraz, mi auto regeneración no es tan rápido como la tuya —esta vez mis labios marcan una leve sonrisa a través del espejo —Muzan, a pesar de nuestro contrato, ¿alguna vez te llegaste a enamorar de mí? ¿alguna vez realmente me amaste?

La expresión del demonios cambio, la actitud juguetona se perdió, su gesto volvió a la seriedad de siempre mientras soltaba un leve suspiro de resignación, mientras sus manos soltaban mi cuerpo, realmente sabia como arruinar el momento para él —Sigues con esas preguntas, eres realmente irritante, cariño —pero al ver la expresión dolida del menor no pudo seguir ocultando la verdad —Te seré honesto, si lo hice, llegué a amarte y te amé un muy buen tiempo; pero las cosas empezaron a cambiar, así que.. —se cruza de brazos mientras desvía la mirada al ver las lágrimas en aquellos ojos verdes —Creo que ya sabes a dónde quiero llegar.