Capítulo 14: Veneno...

2 2 0
                                    


     — ¡Ha! Mmmg ha—nadie, nadie, pero ¡nadie! se atrevía a abrir la puerta del dojo, más de uno al escuchar esos sonidos salió corriendo, para muy pocos era desconocido la razón de ellos, pero para otros los que han durado más tiempo en la zona del pilar de a la niebla por el entrenamiento, pueden deducir la razón de esos sonidos indecorosos y extraños; más de uno lo sospechaba, el cuello de Karma era cubierto por algunas marcas extrañas, mordidas e incluso chupetones, otros habían notado las miradas del pilar y su heredero, otros más idiotas había encontrado por casualidad a la pareja siendo cariñosos a escondidas, pero realmente nadie se atrevía en este momento a abrir aquellas puertas del dojo, en donde más de uno sospechaba que quien fuera el idiota que abriera estaría muerto por interrumpir a la apasionada pareja.

Incluso algunos como Zetsuchi, ¡malicia la suerte del joven pilar, por ya conseguir una pareja!; más de uno recordaba aquella inesperada conversación días atrás, en donde aclararon sus dudas — ¿Por que ustedes siempre se andan mandando miradas extrañas? —fue la voz de Zetsuchi, quien se alzó por el bullicio de las otras voces mientras hablaba con Karma, el de cabello rubio únicamente pasaba por la zona tratando de esconderse de un furioso Asanemi.

     —Eso no es cierto, nosotros no nos mandamos miradas extrañas —dijo Karma mientras el pilar se acercaba a ellos y los miraban en completo silencio.

     —Pero, ¡si lo están haciendo ahora! —chilla el poseedor del aliento del rayo, mientras los mira —Anda Karma dilo ya, ¿qué te traes entre manos con el pilar? Tu corazón está acelerado —aquellos ojos verdes de Karma se fijaron en el del cabello amarillo, quien parece que no notaba del todo la presencia de Muichirou.

     —Él y yo nos entendemos, es solo eso.

     —Mientes, puedo escuchar tu corazón, ¡así que dilo ya! ¿qué relación tienes con el pilar? ¿Por qué te favorece tanto? —dijo Zetsuchi, frunciendo un poco las cejas.

     —Lo favorezco porque es mi esposa, ¡y es mejor que todos ustedes, escorias sin valor! —más de uno gritó, otros se desmayaron y Zetsuchi... maldecía la suerte del pilar¡tan joven y ya casado! sin duda él moriría solo y desamparado, pues Tanjiro tenían guardado en su habitación a su preciosa Nezuko y realmente deseaba ignorar el acercamiento o acoso de cierto ex pilar del sonido...

     — ¡Hag! Mmmg, ¡ho!

Volviendo al origen de aquellos indecorosos gemidos, la mañana había comenzado como cualquier otra, ambos habían pasado la noche entre besos y caricias, sin llegar a consumar su amor, pues la presencia del pequeño bebé que se gestaban en el cuerpo de Karma estaba presente, pero aquella mañana al despertar y preparar el desayuno.

Mientras me levanta, toco mi vientre y sonrió, mi niño tendría a un gran padre, joven sí, pero grandioso; como toda "madre" me levanto temprano y preparo el desayuno, algunas cosas aparecen, otras desaparecen, mi magia picaba en las puntas de mis dedos debido a todos los años que he vivido sin usarla —Buenos días —un susurro tan suave como el viento me hace sonreír, aún más cuando siento como sus manos abrazar mis caderas y su frente se pega a mi espalda.

     —Buenos días, Muichirou pensé que dormirías un poco más —comentó aun cosiendo unas bolas de arroz rellenas de salmón asado, algo que le gusta a mi joven pareja es el pescado.

     —No suelo quedarme dormido, esto es tarde usualmente para mí —un bostezo sale de sus labios, ¡es tan lindo!

     —Bueno ve a sentarte ya casi está listo —la mañana la pasamos con calma, comimos y tomamos té por un largo rato, disfrutando del silencio y de nuestra mutua compañía, ya a las 8:15 comenzábamos a arreglar el dojo, oculte mi vientre bajo el hechizo de manto mientras lo ayudaba a mover las espadas de maderas. Comenzamos a hacer algunos calentamiento y él volvía de nuevo a ayudarme con en aquellos días de principiante, a restablecer la agilidad y la flexibilidad de mi cuerpo, siempre teniendo cuidado con mi vientre oculto pero presente; incluso ambos tomamos espadas de madera para entrenar los movimientos de nuestras respiraciones, aquella mañana, entre tantas vueltas podría agradecer mi suerte el no haber vomitado ni una sola vez; un choque de espadas, un roce de nuestros cuerpos, otro movimiento, defender y atacar de forma constante sin bajar la guardia, otro roce ¿su mano acarició mi trasero?, las espadas se movían, nuestros cuerpos seguían, la adrenalina aumentaba, esta vez fui yo quien lo rozó, mi mano quizás tocó su pierna.

Porque un para siempre, no es eterno Muzan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora