Capítulo 11: Madre...

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            Mis kokoritos les tengo una gran noticia, pude trabajar y reunir el dinero para poder comprar un teclado, recuerden que el mio no funcionaba bien y por eso 0u0 la verdad me emociona poder volver a escribir como antes, así que no desesperen¡¡¡ voy a ponerme a trabajar en las historias para actualizarlas, muchas gracias por el apoyo y los votos  -3- 0u0 ASHITE KOKORITOS DEL YAOI.

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     Con el pasar de las semanas la normalidad volvió dentro de la fortaleza, aprovechando las salidas de Muzan al mundo humano, tome la decisión de hacer lo mismo, soborne a Namike con galletas de sangre, para que me permitiera salir a escondidas, mi primera parada fue el bosque Natagumo; lleno de árboles y una pesada neblina, me encontraba tan emocionado que comencé a cantar, una suave canción de cuna, de madre buscando a su pequeño.

Rui, pude verlo sentado, sobre una cabaña en el centro de la montaña, aquella estructura abandona y mínimamente decente para protegerlo de los rallos del sol, sus ojos mostraban un alma solitaria; mi corazón latido casi con dolor, realmente deseaba poder llenar ese lugar, el lugar de la madre que él necesita.

Acercando me con sigilo, volé sobre mi oz, como si fuera la escoba de una bruja —Hola Rui —mi voz, un suave tono que interrumpió su calma; sus ojos fríos me miraron como si fuera algún insecto —No me mires así, solo he venido a visitarte, después de todo una madre debe de estar pendiente de sus pequeños —sus ojos se volvieron afilados y cautelosos; realmente parecía como si mis palabras fueran un insulto para él.

Rui enarco una ceja extrañado y miro a "la mujer" con credulidad — ¿Madre? Pfft tú no eres mi madre... —realmente trate de no sentirme dolido por sus palabras, pero era algo difícil.

     —Esas palabras son un poco hirientes, mi pequeño —mi mano se acercó a su rostro, acariciando su pálida mejilla y las puntas de aquel cabello que cubría su ojo marcado, con el número rango de la quinta luna menguante —Realmente eres como un pequeño copo de nieve.... —sus ojos frió me observaron con un pequeño brillo, pero rápidamente se alejó de mi tacto; solté un suspiro tratando de calmarme, mirando aquel terreno que Muzan lo mando a cuidar —Es un lugar muy tranquilo.

El serio gesto de Rui no cambio, era fácil saber sus pensamientos, era claro que me miraba como cualquier otra cosa, menos su madre, después de todo aún era muy pronto para establecer ese tipo de lazo —Tú no eres mi madre... —repitió el demonio en forma de niño con calma, pero Karma pareció ignorarlo.

Mis manos se movieron en el aire, haciendo que mi oz se desintegra en cenizas que se llevó el viento con rapidez, mis pies me guiaron a la punta de aquel techo logrando ver el boscoso ambiente, retomando aquella suave sonrisa que hace tanto tiempo ya había olvidado —La luna, luce realmente hermosa desde aquí, hacia tanto tiempo que no la veo, hoy realmente luce radiante... en un ambiente tan solitario....

Los ojos del pequeño también se fijaron en la luna, era algo que hacía muy poco, pero esa noche debía de aceptar las palabras de esa extraña persona —Si, es hermosa pero cuando el señor Muzan, me dé permiso de formar mi propia familia de arañas, ya no será un lugar tan solitario.

Mis ojos dejaron de ver la luna, imaginando el bosque con la familia que tanto ansiaba el niño —Un padre y hermanos que te protejan, eso sería lindo —mis ojos se fijaron en aquellos iris rojas —Los demonios casi nunca me conocen, de las lunas menguantes, solo tu pudiste verme, aun cuando los demás pudieron escucharon mi voz, es algo bastante extraño, todas las lunas superiores me conocen —la sonrisa tranquila seguía en mis labios — ¿Rui me permitirías cuidarte y protegerte? ¿Ser la madre que tanto deseas? —pude ver como el menor retrocedía, quizás lo había asustado con mi petición.

Porque un para siempre, no es eterno Muzan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora