Kokishibo aquel demonios que todos miraban sin emociones o sentimientos, únicamente se sentó a un lado de la cama, podía sentir sus ojos mirándome fijamente por varios segundo, se lo que hace, con su triple miraba busca algún daño interno, algún desgarre de músculos o alguna golpe que debilite mi estado actual; sus manos tomaron una de las mías y su voz, tan suave y profunda demostraba su preocupación — ¿Cómo te sientes?
—Emocional y físicamente destrozado, solo seguimos moviendo las mismas piezas de un tablero jugado mil veces, es una rutina que nunca cambia —mis ojos solo mira únicamente la pared de color rojo sangre —Eso es lo que a él le gusta, que todos estemos en el lugar que nos corresponde —deseaba gritar, insultarlo, golpearlo, pero todo sería en vano, a pesar de querer evitarlo, las lágrimas se hicieron presenten muy en el fondo seguía amándolo debido a que aún podía llorar por su culpa, aun sus palabras podía lastimarme —Dijo que ella, vale más la pena que yo... —aquel susurro revelo el mal en mis palabras, mientras sentía como los brazos de Kokishibo, tomaban mi cuerpo y lo acurrucaba contra su pecho; solo en ellos podía llorar libremente, podía sentir el calor y el apoyo de un corazón muerto, que solo abecés podía escuchar latir.
Sé que solo me protege porque de alguna forma le recuerdo a su hermano gemelo, la razón aun la desconozco pero no puedo negarme a ese mínimo cariño y amor que él me ofrece — Sabes que él es así, no sé por qué sigues esmerándote tanto en la absurda idea, que un día él iba a cambiar y caer a tus brazos, a él no le importa nadie más, que el mismo, Karma —lo escucho suspirar mientras cubre mi cuerpo desnudo con las mantas —Deberías huir de aquí...
El peso en sus palabras me hacen negar con la cabeza, mirándolo al rostro directo a aquellos ojos centrales —No es solo amor, es este mi castigo auto impuesto por mis acciones —sus 6 ojos me miran directamente, mi mano acaricia un poco su mejilla sin llegar a tocar a alguno de sus ojos —Todos ustedes viven como lo que son, por mi culpa, ni siquiera pude ayudar a mi copo de nieve —Rui aquel niño demonio que llego un día a la fortaleza sin sentimientos, ni emociones, con paciencia y cariño había logrado verlo sonreír.
No lo pensé, cada acción y decisión tiene su repercusión ese era mi mandamiento — ¡Que viva! Déjalo vivir ¡por favor! —aun cuando los demonios me sujetan, solo logre soltarme y arrodillarme en el piso, implorando piedad por ese pequeño niño que se robó mi corazón.
Solo quería ser la madre que él tanto quería,protegerlo, mimarlo, amarlo, quería mostrarle el amor dentro de ese infierno—Vivirá, pero jamás te recordara ese será tú castigo —sus dedos se adentrandoen la cabeza de mi pequeño, los gritos, el dolor, la agonía y la sangre; él meobligo a verlo por completo, cada segundos; Muzan soltó su cráneo y mi pequeñocallo inconsciente, dejo que me acercara únicamente para despidiera.
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Porque un para siempre, no es eterno Muzan.
De TodoLas aventuras carnales de Karma, dios del equilibrio. Volumen 1: Kimetsu No Yaiba. -Solo la luna es testigo de lo que me hiciste, Muzan. Solo ella, sabe todo lo que di, por ti. Ella, sabe todo lo que sufrí. Ella, sabe la verdad. La balanza se mueve...