Douma, aquel demonio carente de emociones humanas, se lamía los dedos llenos de sangre mientras miraba atento los bellos ojos verdes de Karma, desde el primer momento en que Muzan lo llevo a la fortaleza, le dejo muy claro la única regla, jamás tocar sus cosas y dentro de ese lugar la única posesión del rey era se chico, de rostro delicado, ojos hermosos como gemas y labios como pétalo de cerezo, cabello como la noche y piel blanca como la nieve. Él en comparación de otros demonios, podía recordar muy bien su pasado y entre sus memorias solo una mujer parresia encajar con las características físicas del joven, fácilmente podía decir que eran familia, aun cuando sabia de la propia boca del contrario los años y siglos que ha pasado al lado del rey demonio — ¡Ho Bienvenido Karma –dono!
—Hola Douma —de entre todas las lunassuperiores, la numero dos siempre me pareció el más peculiar, mientras caminabapor los puentes trataba de evitar a toda costa los cuerpo de aquellas chicas jóvenes,cubiertas en sangre —Creo que llegue en mal momento, no quería interrumpir tualimento —comento mientras me fijo, en alguna de ellas, no puedo evitar pensarque están muertas por mi culpa, alejo lamirada y toco mi vientre — ¿Por qué tienespreferencia de alimentarte únicamente de mujeres?—pregunto mientras lo miromorder, jalar y desgarrar la carne de un joven brazo.
Él mastica y traga rápidamente, para luego verme con aquella expresión inocente, con aquel brillo divertido en sus ojos —Son mejores que los chicos, ellas están llenas de nutrientes porque pueden gestar bebés en sus cuerpos, ¡esa es la razón! —sus palabras me lastiman, se nota en mi rostro y él se acerca rápidamente para arreglar su error —No quería decir algo que te lastimara Karma-dono, lo lamento mucho —se disculpa y únicamente niego.
—No, está bien, tienes razón en tu forma de pensar —comento, limpiando la lágrima que escapa de mis ojos, su lógica me recuerda a las crueles palabras de Muzan, desvió la mirada, ¿ellas son mejores, únicamente porque pueden tener hijos? —Llegara el día en que no solo las mujeres, podrán gestar —comento y suspiro, niego con la cabeza y lo miro, es fácil ver la confusión en sus ojos coloridos — ¿Alguna vez te has arrepentido de lo que haces? ¿de lo que hacemos? —pude verlo, cerrar los ojos para luego abrirlos y sonreír, encogiéndose de hombres, restando le importancia a mis palabras.
— ¿Por qué debería? —cubre su sonrisa con uno de sus abanicos —No lo hago, ¡no me arrepiento!—su suave risa es cubierta por el abanico — ¡Entre más mujeres como, más fuerte me hago! las mujeres son un deleite ¿por qué habría de dejarlo? —ese brillo en sus ojos lleno de colores pero carente de emociones verdadera, únicamente me miran con una sonrisa falsa pero tierna.
Suspiro y niego al ver su actitud —No me refería a eso... —cubro mi nariz con la manga del kimono, el olor a muerte y sangre, me revuelve el estómago, me hace sentir enfermo —Sera mejor que te deje seguir comiendo, el olor a muerto hizo que se me revolviera el estómago...—comento con sinceridad, haciendo una mueca tierna, un disgusto de desagrado sacando la punta de la lengua y cubriendo mi nariz con los dedos, camino un poco de regreso por la puerta por la cual entre, pero me detengo, un recuerdo, un antojo, mis ojos inocentes miran al demonio, deseo que mi antojo sea cumplido —Ham Douma-san, cuando salgas ¿podría volver a traerme esos pasteles dulces? como los que me trajiste hace unos días —un leve rubor de vergüenza aparece en mis mejillas, era notorio en su rostro que para el demonio, aquella petición era una sorpresa, casi nunca le pedía un favor; su expresión cambio, su sonrisa regreso y levanto el abanico cubriendo la mitad de su rostro.
—Cumpliré su deseo Karma–domo —la sonrisa se formó en mis labios.
— ¡Muchas gracias! —con aquel ultimo comentario salí de aquella zona, mis piernas dolían y las ganas de vomitar persistían, un mareo hizo que me sostuviera de alguna pared, todo daba vueltas —Namike, por favor llévame a mi cuarto —las cuerdas sonaron por la fortaleza tres veces, las puertas se movieron y rápidamente frente a mi, llego la puerta de mi habitación; con la mano en la boca abrir la puerta, temblando me deje caer sobre la cama mi estómago se revolvía inquieto y al abrir mis labios para pedir ayuda, de ellos solo salieron fluidos y restos de lo que quedaba en mi estómago, al terminar volví a acostarme entre las almohadas y las sabanas.
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Porque un para siempre, no es eterno Muzan.
De TodoLas aventuras carnales de Karma, dios del equilibrio. Volumen 1: Kimetsu No Yaiba. -Solo la luna es testigo de lo que me hiciste, Muzan. Solo ella, sabe todo lo que di, por ti. Ella, sabe todo lo que sufrí. Ella, sabe la verdad. La balanza se mueve...