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—Vaya, no esperé que Namjoon tuviese ese talento—admitió Jimin al ver la fotografía que el mayor tomó para Tae, la cual estaba colgada en la pared del cuarto de éste último.
— ¿Namjoon?—Atajó Jungkook en el aire— ¿hablan de Namjoon hyung, el presidente de la escuela? ¿Ese Namjoon?
—Ay...—susurró Jimin al notar que la había cagado.
Tae asintió con los brazos cruzados y gesto de resignación. No era como que él no confiara lo suficiente en Jungkook, pero igual quería mantener ese mínimo gran detalle en secreto. Y si bien Jungkook iba a enterarse tarde o temprano, esperaba que fuese más tarde—sí, ese Namjoon—admitió.
— ¡Woah! Nam hyung sí que tiene talento—sonrió Jungkook como un tonto hacia la fotografía.
— ¿Nam hyung?—Alzó Jimin una ceja mientras veía al menor. — ¿Cómo eres tan propio con él?
—Él es mi amigo; bueno, no somos amigos de amiguis de esos que se cuentan chismes y se secan las lágrimas, pero es algo así como mi tutor de inglés y ha sido muy bueno conmigo desde que lo conozco. Es un buen hyung.
—Para ti—hace una mueca—nosotros somos como sus idiotas.
—Pero bien idiota lo trae cierto idiota—responde el menor en la sala apuntando a Tae quien está embelesado con la fotografía.
El aludido sonríe de lado—si me pagaran un dólar por cada vez que me dicen eso, ya tendría tres dólares. No es mucho pero qué curioso que halla sucedido tres veces—ríe.
— ¿Quiénes te lo han dicho?—Curioseó el menor en la habitación.
Gracias a la cercanía que hicieron Jimin y Jungkook, el rubio acercó al pelinegro y a su amigo quienes ahora también se llevaban muy bien, y con justa razón, pues ambos estaban tan pendejos que era casi imposible no tratarse de manera amistosa y amena entre ellos. Fue tan rápida la cercanía y confianza, que dijeron que no tendrían problemas si el menor los tuteaba, aunque algunas veces los trataba con honoríficos debido a la vergüenza que le ocasionaba tratarlos tan propios de una manera tan rápida.
—Tú, Jimin y Seokjin—enumeró el fotógrafo.
—Pero vamos, Taetae—intervino Jimin—, le gustas. No comprendo cómo no lo aceptas, o sea mira: ¿quién gasta dinero en enmarcar una fotografía si sencillamente puede dártela por mensaje privado? Nadie, y cuando digo nadie, es nadie—sentenció—, sólo que no entiendo como no lo ves.
—Me rehúso a verlo—admitió. —Algo me dice que, aunque soy consciente de ello, no es verdad y temo que así sea.
— ¿Por qué temes que que no sea verdad?—El rubio alzó una ceja, luego abrió los ojos de par en par y la boca sorprendido—no juegues, ¿también te gusta? Eh, Taetae, lo de ayer era mame, no creía que...
