En cada uno de mis pétalos dejaré las huellas de sus entonaciones, y el cómo, desde el estiércol, me volví una con la luna, el sol, las estrellas y la mar.
Inspirada en mis pesadillas que, a veces, toman vida. Y en los sueños que, desde la soledad...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Creyéndonos efímeros, la vida nos hace tropezar nuevamente con los recuerdos de tu mortal partida. En especial a mí. Tan insolente fue tu salida de mi vida, que los vidrios rotos del florero que rompí contra la pared se clavaron en mis pulmones, como ventisca de cuchillos oxidados, y mi corazón marchitado.
Un amor perdido. Se siente como un burdo, triste y pésimo cliché, como la blasfemia a la que llamamos amor...
Pero qué bien luces con esa sonrisa tan expuesta. De seguro aceptas mis brazos para perderla en el último intento de quedarte, esperando que tu desánimo no nos impida volver atrás.
El juego del caos. Reconozco que tu figura me cautiva, me hiere y lastima.
Y esta vez, aunque no lo quiero, tengo dudas sumergidas en mis insomnios y una voz que repite lo mágico que es tenerte.
¡Qué crueldad la del universo traerte aquí!
Solo las sombras de las aves que refleja la luna me entretienen. Olvido mi magia y a la musa que quiere salir a quemarlo todo con su fuego interior.
Naufrago perdida. Tu voz... frágil tentación.
Me dedico a escribirte en estas hojas que se consumen, a intentar plasmar tu mortífera esencia en las simplezas de mis cotidianas palabras, para darle un sentido a mi convicción, confiando en que así podrías volverte aún más real... porque estás, ¿verdad?
Será que solo existes en mis pensamientos, estos, que me vulneran con tu recuerdo.
