𝐼𝑛𝑡𝑟𝑜𝑑𝑢𝑐𝑐𝑖𝑜́𝑛

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Harry Styles trabaja como limpiador de parabrisas de autos en la esquina de un semáforo. Llueva, relampaguee, o exista un sol abrumador, Harry jamás falta a su labor. Después de todo, lo poco que se gana es lo que lo mantiene diestro en su vida.

Louis Tomlinson es el típico niño mimado y prácticamente mantenido por sus padres. Cuando cumplió sus dieciocho años de edad, éste heredó la empresa multimillonaria de sus progenitores, teniendo una estabilidad económica segura para un futuro. Louis tenía todo lo que un adulto podría desear— y aún así, era un egoísta de mierda.

A un punto de la vida de Tomlinson, éste la sentía remota y complicada, sus vanidades diarias pareciendo aburridas, y su relación 'perfecta' con Eleanor Calder pareciendo cada día más un tormento que amor. Aparte que la chica insistía en un jodido matrimonio.

Pero al ver aquel extraño chico de rizos de chocolate, con unos ojos esmeralda tan misteriosos y brillantes del esfuerzo, Louis no pudo evitar preguntarse— ¿Quién en su sano juicio tomaría un trabajo patético como este? Tan ignorante como siempre, nuestro querido Tomlinson.

Louis encontraba aquel muchacho como un santo, no capaz de romper un plato. Esos típicos niños con los cuales estudió alguna vez, denominándolos 'niños vírgenes.' ¡El pobre no podía ni mirarle a la cara! La verdad, le parecía tierno.

Si supiera que Harry era todo lo contrario a sus expectativas. ¿O tal vez una combinación de lo inesperado y lo pensado?

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"¿Necesitas que te lleve?" Preguntó Louis desde su asiento, observando al rizado a través de la ventana encogerse dentro de su suéter de lana color crema. Louis no pudo evitar pensar que se veía lindo.

"No. Está bien." El ojiverde respondió, sonriendo de medio lado. Louis notó que escondía sus manos por debajo de las mangas del suéter. "Tenga buenas noches."

Gruñó irritado. "A ver chico. Son casi las 8:00 PM y es peligroso que alguien como tú," el señalado sintió su cara cambiar a una temperatura más caliente en señal de sonrojo—bajó la mirada. "Esté a estas horas afuera sin compañía. Ahora," volvió a gruñir, acercándose a la puerta de pasajero para así abrirla a empujones. "Entra al maldito auto o yo mismo te meteré a empujones; Créeme, no soy así de cortez. Siéntete afortunado."

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Y así empezó todo.

El Chico del Semáforo. (LARRY STYLINSON).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora