☦︎︎𝑌𝑜𝑢 𝑎𝑟𝑒 𝑓𝑟𝑒𝑒, 𝑎𝑛𝑑 𝑡ℎ𝑎𝑡 𝑖𝑠 𝑤ℎ𝑦 𝑦𝑜𝑢 𝑎𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑠𝑡.☦︎︎
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N.A: Escuchar Swan Lake por Tchaikovsky cuando aparezca este símbolo ~~~.
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No lo podía creer.
Y tampoco lo procesaba. Era sumamente increíble. Extraño. Peculiar. Una alegría indescriptible sumergiéndose en su pecho y atravesando desde sus venas hasta cada centímetro de su piel. Un calor bárbaro recorriendo toda su espina dorsal, trazando un viaje escrupuloso en cada vello de su cuerpo. No sabía ni qué pensar ni qué comentar.
Ni en mil años le hubiera pedido a Louis que lo llevara, ni por mucho que se le provocara. Sí, era cierta vanidad que había escondido desde adolescente, al igual que era un estúpido sueño frustrado desde que tenía memoria. Sin embargo, a su edad actual no se había permitido pisar aquel lugar de nuevo, o tratar de siquiera entrar a escondidas como solía hacerlo—y si en algún momento quería entrar de la manera legal, no le alcanzaba para pagar la entrada más decente. Y desgraciadamente, aquel era el único teatro en toda la jodida ciudad, y el más costoso.
Una sensación amarga se posó sobre su lengua, al igual que un inusual cosquilleo aplastando su abdomen.
Por alguna razón, sentía que estaba mal, que no lo merecía.
Louis estacionó la camioneta frente la entrada, donde algunas personas se encontraban amontonadas en una fila para registrar su ticket. Le dirigió una mirada a Harry, sonriente.
Se sintió mareado.
Quitó su sonrisa.
"¿No quieres...? Yo... te traje porque como me comentaste que nunca, ya sabes..."
Negó con la cabeza. A pesar de todo, Harry no podía negar que moría por entrar, en ver más de cerca lo que admiraba a escondidas y de lejos tan solo un niño. Lo que le causaba cierta angustia era recordar las reacciones de sus padres a sus escapadas, y el tipo de reprimendas brindadas que, bueno, no eran las más agradables. Y definitivamente no quería comentarle a Louis sobre ello.
"Si quiero, sólo que, uh... no tengo la ropa adecuada para entrar, ¿no crees?"
No era exactamente verdad, pero tampoco una mentira. Harry no era una persona de importarle sus atuendos, pero desde aquella mirada y actitud que le expresó la dama de llaves hacia su persona, se puede decir que el rizado generó cierto temor ante su apariencia física. Si una dama de llaves le trató así, ¿cómo actuarían personas de alto rango al verlo caminar en sus Vans negros desteñidos, vaqueros de un gris que alguna vez también fueron de tonalidad oscura, y una camiseta a cuadros de un color que ya Harry ni recordaba? No lo quería averiguar.
Louis negó con la cabeza.
"Reservé un área privada, Harry. Sólo estaremos tú y yo."
Apretó sus labios, señalando con la mirada angustiada a las personas formadas en la fila; el ojiazul posó una mano sobre su hombro, tranquilizándolo.
"¿Por qué te avergüenzas? Sólo porque estés vestido así no significa que seas inferior a ellos."
Gruñó. "Si tan sólo me hubieras dicho que tenías todo esto planeado, me hubiera preparado para la ocasión."
"Era una sorpresa Harry."
"¿Y esa tal Eleanor también es una sorpresa, no?"
Louis pareció tomado desprevenido, viéndose ciertamente atacado al apartar su mano del hombro del ojiverde, apretando sus puños y las órbitas de sus ojos expandiéndose, pasmado ante las palabras de él. Harry también se sintió extrañado ante el veneno escupido de su boca, sorprendido mientras dirigía su vista de nuevo hacia el ojiazul, para luego apartarla inmediatamente al sentir la frágil mirada del chico sobre su sien, como si tratara de analizar la toxicidad reflejada en los labios del castaño.
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El Chico del Semáforo. (LARRY STYLINSON).
Hayran KurguHarry ha pasado los últimos años trabajando duramente en la esquina de un semáforo, nada más y nada menos como limpiador de parabrisas. A pesar de las circunstancias, no se rinde en seguir ahorrando para pagar su carrera universitaria. Louis Tomlins...