Capítulo 5: 𝐶𝑎𝑓𝑒́ 𝑐𝑜𝑛 𝑐ℎ𝑜𝑐𝑜𝑙𝑎𝑡𝑒 𝑊 𝑡𝑒́ 𝑑𝑒 𝑚𝑎𝑛𝑧𝑎𝑛𝑖𝑙𝑙𝑎.

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☦︎︎𝑡ℎ𝑒𝑟𝑒'𝑠 𝑡ℎ𝑖𝑛𝑔𝑠 𝑖 𝑤𝑎𝑛𝑛𝑎 𝑠𝑎𝑦 𝑡𝑜 𝑦𝑜𝑢
𝐵𝑢𝑡 𝑖'𝑙𝑙 𝑗𝑢𝑠𝑡 𝑙𝑒𝑡 𝑦𝑜𝑢 𝑙𝑖𝑣𝑒.☦︎︎

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Harry no fue capaz de conciliar el sueño durante toda la noche.

Vale, él sabía que simplemente no podía rechazar la oferta del ojiazul—perdón, Louis, ya que sería una falta de educación en su parte, además que era consciente que probablemente lastimaría el orgullo del chico, a lo cual Harry era muy compasivo por aquello.

Lo que lo atormentaba, era el hecho que Harry permitiera que su lado 'seductor' diera un paso con el otro chico, notando la evidente incomodidad de Louis a su lado. Simplemente recordar las expresiones y palabras que aplicó en el ojiazul causaba que gruñera y golpeara la pared frustrado (despertando de vez en cuando a Gemma, quien le tiraba una almohada en respuesta), soltara chillidos de vergüenza junto a ciertas jaladas de su cabello por ser considerablemente estúpido. Repitió entre la penumbra incontables veces 'no se le coquetea a un heterosexual' como si de un padre nuestro se tratase. De verdad que Harry necesitaba releer Comer, Rezar, y Amar, a ver si encontraba la poca consciencia y amor propio que perdió la noche anterior.

En el bar fue una tortura mantenerse enfocado. A pesar de que Harry hizo sus shows de manera extremadamente impecable, todos notaban su ceño fruncido junto a la manera que mordía su mejilla interior. Danielle, otra de sus compañeras, se sorprendió de que Harry aplicara su delineado totalmente torcido. ¡Harry Styles, la persona más delicada y perfeccionista con su apariencia en el bar había hecho un acto erróneo con su maquillaje! Al principio todas estaban preocupadas, pero al notar un leve sonrojo en las mejillas de Harry, todos sabían que a lo mejor estaba distraído por algo más, y no necesariamente algo malo.

Así de sumido estaba en sus pensamientos, que ignoró el hecho de las miradas sospechosas y calculadoras de parte de Zara. Y ella no era disimulada cuando se trataba de miradas.

En la mañana de aquel sábado, Harry sentía que el estómago le daba vueltas y no le provocaba comer absolutamente nada. Los nervios le carcomían de una manera inimaginable, como si miles de insectos recorrieran sus intestinos y devoraran éstos como si se tratara de una hambruna. Y todo por una cita que no llevaría a absolutamente nada.

Harry se mordió la lengua ante el pensamiento, corrigiéndose. No, no era una cita. Simplemente el chico Louis lo invitó a un almuerzo, como probablemente algunos hombres hacían entre ellos. No había para nada raro en que dos hombres, salieran juntos a almorzar y probablemente charlar un rato. No existía absolutamente nada extraño en aquel encuentro.

A diferencia que bueno, a Harry le gustaban los hombres.

Gemma después de terminar de alistarse para una nueva jornada (porque sí, Gemma tomó la decisión y responsabilidad en trabajar los sábados y domingos desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde) y tener la taza de té entre sus labios, observó a un Harry jugando con sus anillos en vez de comer, reconociendo la ansiedad de su hermano menor a través del pequeño humo proveniente de la taza.

"Luces preocupado." Comentó entre sorbos, a lo cual Harry rió despreocupado. Odiaba que Gemma lo conociera muy bien.

"No es nada." Colocó los anillos entre sus dedos, dirigiendo su vista a sus pancakes de avena acompañados de sirup de piña; Gemma rodó sus ojos.

El Chico del Semáforo. (LARRY STYLINSON).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora