Sentado en su coche, que había aparcado a poca distancia del negocio de Yoongi, Jimin se sentía algo avergonzado esperando a que se marchara el último cliente. Irene se había ido a las diez, seguida poco después de Hyunjin, por lo que Yoongi se había quedado a solas con un hombre que, a juzgar por las numerosas ilustraciones que tenía en los brazos, era un cliente habitual.
Había tardado tres días en reunir el valor para hacer aquello. Su plan era esperar hasta que el cliente de Yoongi se hubiera marchado y meterse en el salón antes de que Yoongi cerrara sus puertas. Así, tendrían tiempo para hablar, al estar lejos de la casa de él y de su dormitorio. Tal vez él pensaba que Jimin estaba metido en aquella relación sólo por el sexo, pero la idea se había desvanecido por completo en el momento después de que hicieron el amor. Jimin deseaba saber todo lo que pudiera sobre él.
Aprender todo lo que él pudiera enseñarle sobre ser él mismo y el hecho de poder crearse la vida que deseaba en vez de vivir la que su padre quería para él. Y, si mientras hablaban, una cosa llevaba a otra...
Sonrió y se pasó la mano por la camisa de raso. No había duda de que su habilidad para seducir necesitaba un poco de esfuerzo. Aquella noche era un momento tan bueno como cualquier otro para refinar sus técnicas.
El cliente se marchó por fin. Jimin salió rápidamente del coche y se dirigió hacia la tienda. Yoongi estaba de espaldas cuando entró. Las campanillas resonaron. Él se dio rápidamente la vuelta.
-Ya vamos cerr... ¡Jimin! ¿Qué estás haciendo aquí?
-Hola, Yoongi -dijo, colocándose las manos en la espalda para que la camisa resaltara todo lo que fuera posible.
Inmediatamente, él le miró la piel pálida al descubierto bajo su cuello. ¿Cómo era posible que con una única mirada Yoongi pudiera encenderlo de aquel modo? En el momento en el que lo observa, los pezones se le irguieron contra el raso. Se aclaró la garganta y trató de permanecer sereno.
- Estaba por aquí y se me ocurrió que podía pasarme.
-Sí, bueno, yo ya estaba a punto de cerrar -dijo él. Se giró hacia su banco de trabajo y agarró el cuaderno de bocetos que estaba abierto.
-¿En qué estabas trabajando? –preguntó Jimin, antes de que Yoongi pudiera cerrarlo-. Espera, quiero verlo -añadió, agarrándolo con fuerza. Yoongi dudó durante un instante. A continuación colocó el cuaderno sobre el banco de trabajo.
-Es solo una tontería con la que estoy matando el tiempo. - Jimin había esperado ver el diseño para un tatuaje, por lo que se sorprendió mucho al ver el retrato de una anciana con un gatito. El rostro de la mujer tenía la textura de una bolsa de papel arrugada. Unos asombrosos ojos claros asomaban de entre los numerosos pliegues de las arrugas. El gatito estaba tumbado de espaldas entre las manos de la anciana, golpeando juguetonamente el collar que ella llevaba colgado del cuello.
-¿Es Delilah? -preguntó Jimin, al reconocer el pelaje rubio del gatito.
-Sí, y mi vecina, la señora Sayers. Estaba sentada en el porche, jugando con la gata, y decidí dibujarla.
- Es muy bueno. Sinceramente, he visto cosas en las exposiciones de arte que no estaban tan bien hechas.
Yoongi cerró el cuaderno y lo metió en un cajón.
-Es sólo para pasar el tiempo.
-No seas tan modesto. Eres un artista de mucho talento.
-Yo no he dicho que no lo sea -admitió él mientras recogía todos los materiales que había sobre el mostrador-. He ganado premios por mi trabajo, pero no presumo al respecto.
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Sexy Tentación - Yoonmin
Hayran KurguDespués de tantos años de ser un chico bueno, Park Jimin estaba listo para cambiar. Su primer deseo era hacerse un tatuaje, el segundo podría ser el tatuador y vestido de cuero negro... Badboy!Yoongi