Capitulo 1

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AQUELLA NOCHE DE PRIMAVERA

Junio 21 de 2018, Rivenst, 4:30 pm.

El color grisáceo del cielo nublado y las luces azules y violetas de las calles, daban una sensación lúgubre, algo habitual en el pueblo de Rivenst. Siempre parecía que iba a llover y que en cualquier momento caería un diluvio. Hoy, a pesar del mal tiempo, la brisa de la tarde era cálida.

—Fue maravillosamente delicioso —caturreó Zoe mientras sus pies danzaban por un camino de piedras afiladas.

Podría haber dicho "cuidado" cuando su cuerpo se tambaleó sobre el filo rocoso, pero fui yo quien le había estampado la mano en su espalda.

—¡Oye! —la oigo quejarse.

─ ¡Eso te lo ganaste por zorra!

Zoe frunce las cejas. La conocía tan bien como para saber que dentro de esa cabeza tan pequeña pero tan astuta que tiene, se estaba preguntando:

«¿Por qué no me divertía un poco como ella?»

O tal vez repitiendo aquella frase que constantemente se la pasa diciendo:

«Mejor saber que lo hiciste, a vivir toda la vida pensando que pudiste haberlo hecho»

Y estaba de acuerdo con el 60% de aquella frase, solo que ella suele usarla para fines sexuales.

─ ¿Disculpa? —exclamó—. ¡Jamás me había divertido tanto en mi vida!

Carraspeé la garganta y la observé desde la distancia, Zoe me mira de vuelta con los ojos azules expresivos.

—¡Calma asesina! —exclama—. No seas celosa. Sabes que contigo nada es aburrido —me dice con una sonrisa traviesa antes que su palma fuera la que ahora aterrizara en mi espalda.

El anillo que le regalé (un aro de plata con piedras incrustadas) se clava en mi piel. Nota mental número 8 "Zoe tiene una fuerza brutal". Por lo que, al empujarme, esto hace que me tropiece en la acera agrietada perdiendo el equilibrio.

Mis brazos se elevan para restablecer la postura y no caerme de culo a un lado de la calle, pero mientras más luchaba, todo apuntaba a que no lo podía lograr yo sola, entonces, un temor que no sabía que existía se desbloqueó, "Morir espachurrada en la calle a los 16 años".

Escuché el claxon de un carro que pasaba detrás de mí. Pude ver mi vida pasar por delante, a no ser porque Zoe me clavó sus uñas acrílicas en el brazo y me atrajo hacia ella. El carro terminó por pasar y desapareció en una curva como si la posibilidad de haber atropellado a una chica de 16 años, no hubiera estado al alcance.

Al sentir la ausencia de la brisa helada rozar mi espalda baja, hizo que mis ojos se abrieran más que nunca y por poco pensé que mi corazón se me había salido del pecho. Visualicé a mi mejor amiga que se encontraba frente a mi intacta, sus ojos me detallaron un tanto indiferente, aunque atisbaba un interés por saber cómo me encontraba, no obstante, su cara de póker era como si nada hubiera pasado y no dudé en gritarle:

—¡Asesina tú que casi haces que me mate!

Zoe no se inmutó ante mis palabras, realmente parecía más que tranquila, mucho más qué yo y eso era evidente. Era extraño, parecía distraída. Últimamente no era la misma y si bien, uno no siempre es el mismo, Zoe de verdad que actuaba de manera diferente.

—¡Eh! La dramática aquí soy yo. Además, te he salvado, ya no te debo nada —aseguró acercando su mano a mi rostro para picarme la nariz, acción que fácilmente detuve.

La última noche de primavera  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora