Capitulo 5

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(5)
TU SECRETO, MI SECRETO

Marzo 23, calle Phoenix, 3:45 am

El cielo gritó y se alzó con un sonido espeluznante. Mi cuerpo inquieto, se elevó hacía delante sobresaltado, gotas de sudor resbalaban sobre mi frente. A lo lejos, una luz violeta impacta sobre una ventana de madera cubriéndola por completo. Tenía un incesante dolor de cabeza y a medida que me movía, también me quejaba de un dolor en la zona de las piernas y coxis. Confundida, alzo mi mano hacia la parte de atrás de la cabeza, en donde recordaba haberme dado un golpe al caerme de la casa del árbol. Toqueteo la zona sobre mi cuero cabelludo, al hacerlo, noto una especie de tela de malla adherida atrás de mi cuello.

«¿Qué tenía ahí?»

Sigo toqueteando mientras busco en mi memoria algún fragmento dónde recordara haberme puesto algo como eso, pero nada, ni siquiera recordaba haber llegado a casa y acostarme en la cama.

El lugar a mí alrededor estaba oscuro. Sin embargo, a pesar de no ver con claridad, me llegaba un olor a un perfume de hombre fuerte, combinado con otros tipos de olores que no reconocía que estuviesen en mi habitación. Poco a poco, entre la oscuridad, vuelvo a ver hacia la ventana de la esquina, aquella era cuadrada con sus respectivos marcos de madera y vidrios delgados como todas las ventanas de la calle Phoenix, pero... algo no andaba bien en ella, nada estaba bien realmente en todo lo que veía.

Hacia la izquierda en el fondo, muy poco visible, se hallaba una silla repleta de ropa apilada, un armario entreabierto en la parte derecha de la habitación, una mesita de noche, una luz verde de una pequeña lámpara de lava que no llegaba a alumbrar realmente nada y finalmente, cerca de la ventana, un mueble largo, pero poco cómodo, en donde reposaba un cuerpo semidesnudo boca abajo.

Mis ojos se expanden, me pongo alerta y trato de identificar quién está dormido en la distancia. Si es que estaba dormido...Porque si está muerto... ¡Ay mi madres que yo no haya sido la responsable! Y si era la responsable, tenía que haber sido por una droga psicótica que alguien me habría puesto en alguna bebida (bebida que no recordaba haberme tomado) Eran absurdas suposiciones, pero realmente aquel cuerpo parecía muerto, y no por la pálida espalda ancha que casi brillaba como esas varitas de luz en la oscuridad. Sino por la posición en la que se encontraba, parecía inerte. Su brazo (quizás el derecho) sobresalía y caía al suelo, un suelo alfombrado.

«¿Dónde estaba?»

Nuevamente surgió esa pregunta y el pánico arremetió conmigo.

Moví mi cuerpo entre unas sábanas pesadas y coloqué sobre el suelo alfombrado mis pies descalzos, al hacerlo, sentí una ráfaga de viento que heló mis muslos, no tenía más que unos shorts aguados debajo de una camisa negra que parecía tener unas letras de una banda de rock. La observé más de cerca y me di cuenta que la camisa que estaba usando, además de saber que no era mía, se la había visto usar a "cierta persona" que vivía cruzando la calle.

¡Ay Dios!

Volví a tocar mi cabeza mientras veía a través de la oscuridad verdosa que emitía la pequeña lámpara de lava, el cuerpo sobre el mueble. Recordaba la nota de Zoe en la casa abandonada, el parque de atracciones y la silueta extraña que resultó ser un guardia de seguridad, pero, sobre todo, recordaba a Walker Derricks, quien se había aparecido allí casi como por arte de magia. Habíamos intercambiado un par de palabras como si ya lo hubiéramos hecho antes, luego, recuerdo haber corrido un poco más hasta la calle Caterman, pero después de ahí, no recordaba nada que solo el suelo rugoso.

Bien, no era ciega ni estúpida para no imaginarme lo que podría haberme pasado. Había hecho más ejercicio del que había hecho en toda mi vida y el golpe que me di horas antes fue lo suficientemente fuerte como para que me hubiese desmayado.

La última noche de primavera  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora