Capitulo 9

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MAX, LA ÚLTIMA EN ENTERARSE DE SU VIDA AMOROSA

Marzo 25, Royal park, 6:00 pm

En el lugar había un silencio inescrutable, solo sentía el sonido rítmico del pecho de Walker en mis mejillas. Su aroma a cigarros se colaba en mis conductos olfativos como una droga a la que sería completamente sumisa. No era ese olor a cigarros común, era un olor a perfume de hombre combinados con los malos hábitos. Siento nuevamente su pecho inflarse y su corazón exaltado, no sabría a qué atribuirle aquellos latidos ¿Miedo? ¿Impresión por lo que acabamos de descubrir? la verdad, no veía al chico de los cigarros como un hombre que se impresiona tan fácilmente, ni por un cadáver.

El cielo tras su espalda arremete con nubes negras acompañadas de grandes gotas que comenzaron a estrellarse contra el techo del White Rabbit. Ambos no nos habíamos movido ni un centímetro, parecíamos concreto, específicamente yo. Me sentí estúpida cuando surgieron en mi cabeza pensamientos banales, como si pensar que "jamás había tenido así de cerca a Walker" o que "jamás había imaginado que podría tener mis manos y mis mejillas sobre su pecho cálido" Era más importante que el de cómo conseguí estar de este modo con él.

La chica en los rieles.

Dejé de escuchar la lluvia a nuestro alrededor, cualquier sonido de ratas o cualquier animal cercano, a solo escuchar su respiración lenta como si le faltase el aire. Mi mente solo dice "no te muevas, no te voltees, no veas lo que hay detrás de tí " a pesar que sé a la perfección que él está con la mirada clavada sobre los rieles.

No era justo de mi parte tenerlo ahí sin ninguna movilidad, pero ¿Por qué él no se movía, me apartaba o que se yo? No importaba la razón que tuviera, aun no me quería separar. Sin embargo, un pequeño movimiento de mi parte al que le atribuí a como si quisiera enterrarme en su pecho y no salir de allí jamás, fue suficiente como para que Walker se espabilara, como si acabase de darse cuenta que yo estaba allí. Siento su mano desplazarse sobre mi espalda hasta llegar a mi cabeza, fue en ese momento que me separó de su pecho con el rostro sombrío, sus ojos brillaban, pero era un brillo oscuro.

Ambos nos quedamos a expensas de nuestras respiraciones, uno frente al otro. Nuestras miradas lo decían todo ¿Que mierda? El sonido de un metal se empieza a escucha detrás de mi espalda como si estuvieran arrastrando algo sobre los rieles lentamente, duró dos segundos y se detuvo. El lugar estaba helando como si estuviésemos en un congelador industrial.

—¿Q-Que fue eso? —pregunto con la bilis subiéndome por la garganta.

Walker no me dice nada, solo se queda mirando sobre mis hombros en dirección hacia el fondo de los rieles. La mitad de su rostro hacia sombras y la otra parte destacaba su cabellera castaña miel que se enroscaba en su frente.

—Es hora de irnos —me dice con la mirada todavía clavada en el fondo de los rieles. El ambiente se sentía extraño y macabro.

—Hay... que llamar a la policía —mururo.

—No

—¿Cómo qué no? ¡Hay una chica muerta! —le grito.

—¡Si! Y nosostros no deberíamos de estar aquí.

Mis labios se cerraron.

Walker tenía razón, teníamos que irnos. Estábamos en propiedad privada y acabábamos de hallar un cuerpo, estaba aterrada. Nada bueno pintaba en este lugar. Decidida, ambos nos movimos hacia la salida, pero entonces, escuché una voz femenina que llamaba mi nombre. Walker se detuvo en el momento que mi cuerpo se erizó y mi corazón latió con fuerzas. Arrugué las cejas y en un giro torpe miré los rieles, estaba oscuro, no se veía nada, pero de alguna forma sentí la voz de Zoe.

La última noche de primavera  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora