Parte Trece

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Un fuerte ardor en la nalga le hizo despertar, se incorporó ligeramente sintiendo menos dolor que en el día, pero aún le dolía, giró y miró al Señor Min.

-Son las diez treinta.

-...Señor Min... ah me dolió.

-Te dolerá más sino levantas el culo y vas al cuarto que te indiqué.

-Lo siento...

-No pusiste la alarma, ¿Estás bañado?

-Si.

El Señor Min se acercó a Jimin, se puso a horcadas sobre él y olió su cuello, bajo por la espalda lamiéndola, por lo que a Jimin se le erizó la piel.

-Hueles y sabes bien.

El peliblanco saco nuevamente la lengua y lo probó una vez más, bajó de Jimin, quien tenía los ojos cerrados disfrutando de las caricias que le proporcionaban.

- ¡Vamos!

- ¿Qué...?

-No te cogeré aquí, es tu cuarto, es tu espacio, es personal y lo respeto, aquí no.

Jimin se levantó con un poco de pena, sabiéndose sólo en bóxer.

-Te he visto el culo y ¿te pones pudoroso?

-...no lo sé.

-Comenzaremos a jugar, ven.

Jimin siguió al Señor Min después de levantarse, así en bóxer, no le dio tiempo de tomar una playera, bata o algo parecido, siguiéndolo lo escuchaba.

-El primer juego es "restricciones" cada que vayamos al cuarto te pondré una restricción, puede que te vende los ojos, puede que te ate o haga diferentes cosas, ¿A qué te gusta jugar?

-...No he jugado.

- ¿Qué te gustaría hacer?

-...No lo sé, lo que usted quiera está bien.

- ¿Seguro que lo que yo quiera?

-Soy su empleado, lo dejó en claro.

-Lo eres, pero ya te dije, que no solo yo quiero disfrutar, puedes hacerlo también, te prometo que podrás conocer cosas nuevas ¿no lo has hecho?

-Sí, pero estoy cansado, me duele el cuerpo.

-Llegamos. Me gusta cuando te pones tímido, me gusta saber que eres dominado.

-Sólo en estas cuatro paredes.

-Eso ya lo veremos, la restricción de hoy será vendarte los ojos, date vuelta.

Jimin se giró y el Señor Min fue a uno de los cajones donde sacó un antifaz, se lo puso y después hizo un par de cosas, donde Jimin escuchaba que se abrían cajones y uno que otro ruido, pero no sabía que era lo que estaba haciendo, hasta que sintió las manos del Señor Min en sus caderas.

Jimin se quejó un poco pues el cuerpo le dolía, sin embargo, sintió alivio al sentir un líquido viscoso ser frotado por su cuerpo, iniciando por la espalda, dando un masaje que le hacía sentir la respiración del Señor Min recorrer su cuello haciendo erizar su piel, tocó su trasero y le dio una nalgada haciendo que Jimin se quejara.

-Acuéstate boca abajo.

Jimin algo torpe buscó la cama con la rodilla, la tocó y se acostó boca abajo como el peliblanco le había indicado, extendió sus brazos hacía arriba, sintió el peso de Min sobre él y siguió disfrutando del masaje que le daban, sonidos guturales salían de Jimin disfrutando de los deliciosos movimientos, Min llegó al trasero de Jimin, le empezó a bajar el bóxer, Jimin hundió su cara en el colchón, pero no se movió, Min le dio una nalgada fuerte, haciendo que sacara su rostro del colchón.

Sálvame Save meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora