Sólo por esta vez

007 «Si, mi amor.»

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“...él entraba en ella y comenzaba el curioso frote fundente que se ampliaba y ampliaba y la llevaba al último extremo con el empuje último y ciego.”
«D.H Lawrence»

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— ¿Tú eras John Koore?

Él asintió dándole la vuelta, así quedaron viéndose el uno con el otro.

— ¿Y por qué me mentiste?

— Porque soy un ex-mortifago, porque siempre te he tratado de puto asco, porque no hice nada cuando mi tía te torturó delante de mis narices, porque me odias.

— ¡Yo no te odio!

— Pero, ¿si hubiese sido yo aquel día me hubieses aceptado como a John?

Hermione lo comprendió entonces. Draco Malfoy se arrepentía de su pasado, nunca se hubiese imaginado que él, de entre todos, la mirara como ahora lo hacía.

— Tengo que admitir que no. Pero ya no te veo así.

— ¿Y cómo me ves?

Apartó la mirada insegura de su respuesta. Desde aquella noche se había preguntado que hubiese pasado si se hubiese quedado. Sobretodo cuando encontró a Ron con otra persona en la cama. Aquel día se arrepintió de haber dejado a aquel pelinegro sólo y sin saber cuál habría sido su futuro juntos.

— Como un amigo.

Ni ella misma estaba convencida de esa respuesta, cosa que él notó y soltó una risa. Ella lo miró ofendida.

— ¿Qué?

De nuevo aquello labios encontraron los suyos. Aquellos labios con los que había soñado durante dos meses enteros.

— Pero-espera-Draco.

Entre pequeños besos intentó separarse de él pero terminó apoyada en la ventana con él entre sus piernas.

No había terminado de vestirse, sólo estaba con la falda de su uniforme, con el sujetador haciendo que él tuviera más acceso a su piel desnuda. En ese momento le dio igual, lo que quería era sentirlo más, sin nada de por medio así que empezó quitándole la corbata y desabrochando los botones de su camisa.

— Her-mio-ne.

Escuchar su nombre entre esos labios tan carnosos y tiernos la excitó. Su abdomen duro y la tienda de campaña que asomaba por su pantalones no eran de ayuda para eso.

Una mano se coló por su falda tocándole, sin preámbulos sintió dos dedos dentro de ella haciéndole gemir.

— Draco, alguien podría escucharnos.

Aunque su boca intentaba ser lógica su mano se movió por sí sola tocando la dura erección a través de los pantalones.

— ¿Quieres que me detenga?

No contestó, ya estaba muy liada bajándole el pantalón dejando su dura polla al aire.
Él sonrió dándole otro beso y acercando su intimidad a la suya ambos gimieron de placer.

No tenía tiempo para pensar si estaba bien o si estaba mal, ni por qué lo hacía. Sólo quería sentirlo dentro de ella cuanto antes.

Como si él supiera leerla, la penetró haciéndola soltar un gemido. Él la beso comenzando el vaivén del amor.

— ¡Draco!

Gritó su nombre al sentir los dedos del chico en su clítoris.

Su caricias y besos por sus pechos la estaban volviendo loca y se vendría en cualquier momento pero quería hacerlo junto a él.

— Si, mi amor.

Aquel apodo cariñoso le produjo una calidez en el estómago, pero lo ignoró por la electricidad de su orgasmo.

No pudo disfrutar de su orgasmo al completo cuando vio una melena negra tras el chico y unos aplausos.

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