Sólo por esta vez

005 «Mi nombre es John Koore.»

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“Por mi parte me sentía transportada, confusa y fuera de mí: aquellas sensaciones tan nuevas eran demasiado para mí.”
«John Cleland»

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El verano de aquel año Hermione lo perdió buscando a sus padres. La última vez que los vio fue cuando los hechizó con un desmemorizante para que no se metieran en la guerra mágica. Había tenido algunas noticias de ellos pero la última le llegó desde Australia. Supusó que allí sería donde ellos se encontraban así que al terminar la guerra se despidió de su novio, Ron, con mucho pesar y cogió el primer vuelo hacia allí.

Aunque todo le pareció sencillo al principio, no fue así. Ya llevaba más de un mes en Australia y no encontraba a sus padres.

Hermione viajaba por una carretera desértica buscando por dónde le había llevado la última pista. Estaba desesperada.

Aumentó la velocidad del coche y no se dio cuenta de ello hasta que sintió un tirón en el coche.

— Mierda.

Golpeó el volante.

— ¿Habrá un hechizo que arregle una rueda pinchada?

Salió del coche para ver el estado de la rueda. Suspiró rindiéndose.

— ¿O algún hechizo que cambie una rueda?

La chica se tumbó en el capó mirando a las nubes. Hacía tiempo que no se paraba a ver la vida, sin nadie que la siguiera por su sangre o sin nadie a quien tener que matar o buscar sus horcruxes. No había tenido tiempo para sentarse a pensar sobre el ahora o lo que buscaba en el futuro. Primero quería terminar sus estudios y asentarse económicamente. Y en un futuro casarse con Ron y tener hijos. Quizás fuera antigua pero al menos quería tener una niña y un niño.

El sonido de un coche acercándose la sacó de sus pensamientos. No tuvo que llamarle la atención porque se detuvo por sí solo. De él salió un hombre alto, de cabello corto y un negro brillante.

— Hola, ¿tienes algún problema?

— Si, lo siento por determe aquí en medio pero se me ha pinchado una rueda y no sabía exactamente como arreglarlo.

Hermione se avergonzó un poco, muy pocas veces afirmaba ser mala en algo.

— Pues estamos en un problema. Yo tampoco sé cambiarlo.

La risa que soltó deslumbró a la chica. Realmente era hermoso.

— Pero puedes llamar a alguien o a tu seguro desde mi teléfono.

— Eso me sería de mucha ayuda.

— Tan solo que tengo el teléfono en casa. Pero está a diez minutos de aquí. Sí no te molesta.

No conocía de nada a aquel hombre pero era el único coche que había pasado en media hora y quién le decía que iba a pasar alguien más por ahí y a esa hora.

— Está bien.

Cerró su coche y se subió en el copiloto del coche del hombre.

— Ya que me vas a prestar tu teléfono creo que al menos deberíamos presentarnos, ¿no?

— Eh, si claro. Mi nombre es John Koore.

— Yo soy Hermione Granger.

— ¿No eres de aquí verdad?

— ¿Cómo lo sabes?

— Yo tampoco soy de aquí. Esta es mi casa de verano.

— ¿De verano?

Entonces se imaginó que había entrado en el coche de una persona importante, o al menos una persona con dinero.

— ¿Y qué haces por aquí, Hermione?

— Digamos que mis padres son de por aquí. Sólo venía a verlos.

— Anda, todo lo contrario a mí.

— ¿En serio?

— Si, yo estoy aquí porque no quiero verlos.

El coche se mantuvo en silencio hasta que llegaron a la residencia del chico. La casa era hermosamente grande y con un jardín de bienvenida.

Hermione no pudo evitar ver asombrada la casa, más que una casa parecía el palacio de un conde o un marqués.

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