¡ 20 !

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Con el paso de las semanas, la relación entre Minho y Jisung se hizo cada vez más fuerte y privada. Salían cada vez que podían, almorzaban juntos, recorrían la ciudad en moto y dormían en la cómoda y enorme cama de Minho abrazados. Los padres Lee ya estaban acostumbrados a verlos abrazados en el sillón de la sala, o preparando el desayuno un domingo en la mañana, y no tenían problema al respecto. 

Su amor y aprecio por el otro se había vuelto algo indispensables en sus vidas. Minho adoraba dormir sobre el pecho de Jisung en un parque, o en su propia casa, o donde sea. Minho amaba a Jisung aunque aún no se lo había dicho; ninguno de los dos estaba realmente listo para gritar a los cuatro vientos sus sentimientos por el otro. De todas formas, ambos se entendían sin necesidad de palabras, declararse no era del todo necesario. 

Un sábado a la noche, Jisung pasó a buscar a Minho por su lujosa casa para luego ir a una pequeña fiesta organizada por Hyunjin que tenía el fin de celebrar la recuperación casi sin complicaciones de su hombro, o al menos eso había dicho.

—Buenas noches, gatito —saludó cuando su adorado rubio apareció abriendo la puerta.

—Tardaste cinco minutos más de los que me dijiste —puchereó Minho—. Te extrañé durante más tiempo.

Jisung rió y tomó las preciosas caderas de Minho entre sus manos, atrayéndolo a su cuerpo para poder besarlo con lentitud y delicadeza. En esas semanas que habían pasado, había confirmado que besar a Lee era una de las mejores cosas que podía hacer en el mundo, si es que no era la mejor.

—¿Vamos?

Minho asintió y salió de la casa cerrando la puerta detrás de él. Sonrió cuando vio la gran moto de Jisung a pocos pasos de ellos, esperándolos con grandeza. Han se subió y le tendió el casco negro a Minho, quien se lo puso y al segundo ya estaba detrás de Jisung, abrazando su abdomen. 

El viaje fue agradable, y como faltaba poco para el comienzo de la primavera, el aire, aunque fuese de noche, era mucho más agradable que cuando recién empezaban a conocerse.

Jisung también había teñido su cabello azulado de negro una tarde con ayuda de Minho, y aunque la mitad de la tintura que utilizaron terminó regada en el pasto del patio, lograron colorear todos los mechones que deseaban. Por eso, aunque el color que predominaba era negro, había algunos reflejos azules que se veían cuando la luz le pegaba directamente.

Cuando llegaron a la casa de Hyunjin, Jisung tomó la mano de Minho para ayudarlo a bajar, recibiendo como agradecimiento una tierna sonrisa. Jisung adoraba cada cosa que Minho hacía, desde sonreír con pereza cuando recién se levantaba, hasta gritarle cuando peleaban. 

—¡Chicos! Por fin llegaron —gritó Hyunjin desde la entrada, sacudiendo su mano de un lado al otro—. Minnie los estaba esperando con emoción.

Minho ladeó el rostro en confusión, dado que, desde que les echó en cara a él y a Felix que eran unos idiotas por estar con sus adorados lobos feroces, no habían vuelto a hablar. Minho no se había acercado a Seungmin, y este tampoco lo hizo.

—No seas malo, gatito. Seguramente quiere que hablen bien sobre lo que pasó.

—Está bien, lo entiendo —murmuró, colocando un semblante amigable en su rostro cuando llegaron hacia Hyunjin.

A decir verdad, su relación con Hyunjin era realmente buena; aunque no le agradaba quedarse  a solas mucho tiempo con él, se llevaban bastante bien y podían conversar durante horas sin problemas. Hasta había veces en las que el alto pelinegro llamaba a Minho en la mitad de la noche para pedirle consejos, y a pesar de no encontrarse en todos sus cabales, Lee apreciaba que Hyunjin lo tuviese en cuenta como un amigo y no como alguien que casi rapta en una plaza. 

BAD ━ HANKNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora