Capitulo 28 - Cambio Constante

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En una habitación iluminada con lámparas y poca luz natural se encontraba una hermosa mujer de cabello blanco con el torso envuelto en una toalla Blanca.

Su expresión mostraba ansiedad, expectativa y un poco de miedo, mientras observaba detenidamente el pasillo delante de ella, como si cruzarlo fuera un desafío insuperable para ella.

Aún así no retrocedió, aunque de igual manera sus pies se negaron a avanzar lo que dio como resultado que se convirtiera en una estatua enfrente del pasillo.



Esta mujer era naturalmente Samantha quien retiro de su cuerpo todas sus prendas con excepción del amuleto en su cuello, con el cual mantuvo su forma humana, esto con el propósito de que las personas a su alrededor creyeran que la chica hiena había desaparecido.

"Supongo que no es fácil cambiar... O quizás no quiera hacerlo..." - comentó Samantha antes de mirar su cuerpo, la tristeza atravesó sus ojos por un momento antes de que su mirada volviera a la normalidad.

"¡¡Tardas demasiado!!" - cuando Samantha se preparaba para retirarse, fue empujada desde atrás por un par de manos delicadas provocando que diera varios pasos hacia delante casi cayendo al piso.



La vergüenza coloreo el rostro de Samantha, sin embargo permaneció en silencio cuando se movió a un lado en el pasillo permitiendo que la otra persona pasara, ya que realmente no se dio cuenta que estuvo bloqueando el paso todo este tiempo.

Una joven paso a Samantha con una mirada furiosa, ella tenía un largo cabello negro y sobre su cabeza sobresalían dos pequeñas orejas gatunas, sus ojos por otro lado eran de un hermoso color aguamarina con pupilas delgadas como un felino.

"La próxima vez por lo menos responde cuando te hablen... Grosera." - sin disminuir su ira la joven continuó su camino hasta desaparecer en una puerta al otro lado del pasillo.


Samantha observó atentamente sus movimientos, ya que para su sorpresa ella se movía sin hacer ruido alguno, por otro lado no se perdió el ligero balanceo de sus caderas y sin olvidar la larga cola que sobresalía de su toalla...

Aunque se sintió avergonzada no pudo evitar sentir un poco de alivio ya que su encuentro con la joven le permitió salir de su aturdimiento y para bien o para mal ya estaba frente a la puerta al final del pasillo, así que soltando un pequeño suspiro atravesó la puerta entrando al lugar prohibido para todos los hombres.


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El baño era un enorme espacio abierto cubierto de mármol blanco en pisos y paredes dejando una gran impresión sobre el lugar, más aún si lo comparabas con el resto de la posada que en su mayoría estaba construido en base a piedra y madera.

En el techo se encontraba un tragaluz obstruido por un enorme cristal que permitía que todo el lugar se iluminará de forma natural, mientras que el baño en sí eran dos enormes piscinas de agua de 1 metro de altura con escalones en los costados que permitía que las mujeres se sentarán según su gusto dentro del agua, además de que fuera de las piscinas podías encontrar algunas regaderas y una pequeña pileta en la que podrían enjuagarse antes de entrar al baño o al salir.

Era una curiosa combinación de un baño griego con uno oriental, pero lo cierto es que era una estructura muy bella, algo sorprendente era que el agua siempre se mantenía caliente sin importar la hora del día, de la misma forma que las piscinas se mantenían llenas todo el tiempo fluyendo con agua limpia y cristalina.


El baño principal media un aproximado de 12x10 metros cuadrados, mientras que el secundario era de 7x5.

En ese pequeño baño se encontraba Samantha, habiendo metido la mayor parte de su cuerpo al agua permitió que sólo sus hombros y rostro se mantuvieran fuera mientas estaba sentada en los escalones de la piscina.

"No entiendo porque se avergüenza de su cuerpo, Maestra." - cuestionó Ría quien estába sentada a un lado de Samantha, con el cuerpo superior expuesto y solo la parte inferior de su cuerpo hundida en el agua.

La Reina De Los MercenariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora