En aquella oscura gruta Samantha paso varios minutos haciendo algunos planes con las mujeres rescatadas, aunque estaba preocupada de que llegara alguna patrulla Goblin, las mujeres le explicaron que eso no pasaría, ya que al parecer solo los hobgoblins tienen permitido usar a las hembras de otras especies, o de otro modo no lograrían durar ni una semana bajo el asalto de los innumerables goblins.
Esto simplificaba todo, porque los Hobgoblins al tener una inteligencia superior cambiaron un poco su naturaleza salvaje adoptando algunas costumbres humanas, por lo tanto a menos que fuera de noche no entrarían en aquel lugar.
Con todo esto Samantha volvió a sumergirse en las sombras mientras las mujeres revisaban a los hombres de la "habitación" (por darle un nombre) contigua.
Samantha nuevamente se enfrentó a aquel tenebroso jardín lleno de flores mientras contenía la respiración y se movía lentamente por el borde hacia el extremo opuesto, ese presión invisible asaltando sus sentidos le advirtió del enorme peligro que representaba aquel lugar, probablemente una amenaza al mismo nivel que aquella quimera, pero a diferencia de aquel monstruo este enemigo no se pudo identificar a simple vista.
Es parte de la naturaleza humana temer más a aquello que uno no puede ver a simple vista, ese pensamiento apareció en la mente de la joven cuando se acercaba a su destino lentamente, al final del camino incluso volvió a sentir como la presión desaparecía nuevamente dentro de aquel jardín.
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En un amplio espacio con solo una escasa luz producida por la iluminación de algunas antorchas, se pudo observar a simple vista la basta humedad proveniente del pequeño estanque ubicado en el extremo de la habitación, el constante sonido de goteo proveniente de las rocas en la altura causaba una extraña sensación de malestar.
Probablemente aquel estanque se formó naturalmente después de días, meses o años de constante erosión, esto le dio al lugar un peculiar olor a humedad que parecía aferrarse a todo aquel que ingresaba, era molesto... muy molesto, el constante sonido de las gotas al caer en el estanque, sumados al olor del lugar parecían confundir los sentidos y distraer la atención de aquello que se ocultaba en la oscuridad.
A solo un metro de aquel estanque, encadenadas contra los muros se encontraban cerca de cinco mujeres.
Al igual que el modelo anatómico de Da Vinci, con piernas y brazos extendidos, estaban suspendidas a unos centrípetos del suelo sin tener siquiera la oportunidad de mover un músculo, en sus rostros se pudo ver una mirada perdida con ojos vacíos sin ningún rastro de esperanza, el solo imaginar por lo que pasaron para terminar en tal estado pudo enviar un escalofrío a la columna de la persona más valiente.
Crack... El pequeño crujido en la distancia resonó en aquel lugar claramente rompiendo aquella calma y monotonía, entonces desde el estanque una onda se formó cuando la cabeza de una persona surgió examinando en silencio el lugar.
"Una rata." - Una espeluznante y fría voz salió de aquel ser oculto que solo mostraba sus dos brillantes ojos verdes, entonces las ondas en el estanque crecieron cuando se movió lentamente hacia el borde, revelando a su vez con cada paso la totalidad de su aspecto.
Largo cabello verde oscuro hasta las caderas, una impresionante piel blanca como la leche, además de una variedad de ramas y raíces creciendo desde su espalda y sus caderas creando una vestimenta natural que cubría su torso y piernas dejando solo sus brazos y abdomen descubiertos, su cuerpo era esbelto y alto llegando fácilmente a los 2 metros de altura, las facciones de su rostro eran delicadas pero estaban lejos de ser femeninas.
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La Reina De Los Mercenarios
FantasySamantha se embarcá en un intenso viaje buscando su lugar en el mundo sin saber que se ha vuelto un peón para otros. Una mujer que se alzara a la grandeza, pero también oculta un secreto. ...... Mientras Sam caminaba por la calle, un destello lo go...