Capitulo 39 - Nunca es tarde para estudiar (2)

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Cuando el sol se levantó en el horizonte las puertas de Arcadia volvieron a abrirse al mundo, probablemente la hora estaba cercana a las 6 am, y aparte del cambio de guardias, solo se pudieron ver algunos agricultores y mercenarios que salieron a trabajar, por otro lado estaba el grupo de Samantha quienes caminaron lentamente por el blanco piso de piedra dentro de la ciudad.

Cuando las personas vieron a tan variopinto grupo de mujeres mostraron diferentes expresiones y sentimientos, extrañeza, curiosidad, tristeza, repulsión y asco.

Ninguno de aquellos mercenarios y aventureros dio un paso cerca de las mujeres para ayudarlas, a pesar de que apenas pudieron moverse debido a su estado... ninguno de los guardias ofreció alguno de los suministros que tenían guardados para intentar apoyarlas.


Las lágrimas se formaron en los ojos de ese grupo de mujeres al sentir el frío hombro de aquellas personas, sin embargo ninguna de ellas derramo lágrimas, todas aguantaron en silencio porque sabían que esto no pudo compararse con el infierno que pasaron, sus cuerpos se hicieron pequeños mientras se agrupaban más cerca unas de otras para darse fortaleza.

Asi avanzaron calle por calle, metro por metro... Su objetivo siendo el Templo de Atenea pudo ser visto en la distancia, tan imponente como siempre, esta fue la última esperanza de aquellas mujeres que  llegadas a este punto solo deseaban un techo bajo el que descansar.

En sus ojos la esperanza se fortalecía con cada paso que daban, pero también se acumulaba el miedo, después de todo mientras más se adentraban en aquella ciudad, más sentían la oscuridad de la que eran capaces los humanos, ya que mientras más llamaban la atención, más eran insultadas o miradas con asco.


En momentos de necesidad la humanidad es capaz de mostrar sus mejores cualidades, y al mismo tiempo es en esos momentos que puede mostrar su lado más feo, para todas estas mujeres que una vez estuvieron paradas del otro lado, tuvieron que reflexionar sobre sus propias acciones cuando en el pasado vieron a una persona en aquella situación.

"Ignoren las miradas, no son algo que deba afectarnos... solo sigan avanzando." - Samantha declaro en voz firme mientras caminaba al frente, esto imbuyo valor en su grupo quienes miraron con agradecimiento a aquella joven que las saco de ese infierno.

"¿Recuperaste la vista?" - pregunto Vanesa acercándose a un lado de Samantha, ya que solo unos minutos atrás era ella quien ayudaba a avanzar a la joven, y le pareció muy abrupta su recuperación.


"No es eso... es solo que estoy usando una habilidad." - Hablo Samantha en voz baja para evitar que otros la escucharan, esto solo provoco más curiosidad en Vanesa quien avanzo un poco para poder observar con detenimiento los ojos de la joven, como si tratara de encontrar alguna pista de su estado.

Para su sorpresa se encontró con un par de ojos brillantes azules, esto causo un pequeño aturdimiento en Vanesa, pero se dispersó rápidamente cuando Samantha la tomo del brazo arrastrándola con ella.

"No puedo ver con claridad, es como si solo fuera capaces de distinguir formas." - trato de explicar Samantha su estado actual, después de todo su habilidad le permitió observar [la verdad del mundo] o algo parecido, pero lo cierto es que aparte de ver a las personas como llamas ardiendo, no pudo identificar mucho más.


Vanesa entendió la indirecta y tomando la mano de Samantha la guio por el camino cada vez que la joven estuvo a punto de chocar o errar su dirección, asi avanzaron hasta llegar al distrito norte acortando su distancia más y más con aquel imponente Templo.

La Reina De Los MercenariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora