𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝘂𝗮𝘁𝗿𝗼

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Una semana después, Louis aún estaba acoplandose a Harry. Era mejor con su compañía, porque no le importaba que lo dieran por loco, Harry estaba ahí y hacía las cosas más divertidas cuando estaban solos, solo él y Harry, así era mejor.

—buenos días, Louis —dijo con una gran sonrisa, mostrando sus hoyuelos, lo cual hizo que Louis se despertara de buen humor.

—buen día, Hazza —Harry también sonrió, le gustaba ese apodo, era inventado por Louis, solo para él.
—¿Mamá ya preparó el desayuno? —el rulos asintió.

—te llamó tres veces, dice que son las nueve, y que bajes o llegarás tarde al pan —rió.

—¡Harry, me hubieras despertado antes! —exclamó apresurándose en ponerse los pantalones, playera y zapatos.

—lo lamento, la próxima te despertaré a las seis —el ojiazul lo miró mal, y Harry soltó una carcajada, una que por alguna razón llenó de alegría el corazón de Louis.

—Harry, ¿Me harías el honor de acompañarme a ir a comprar el pan?
—extendió su mano incandose ante Harry. Ambos rieron y Harry asintió con una sonrisa, para luego tomar su mano y bajar corriendo.

—por fin bajan —dijo Johannah.

Había decidido que a pesar de no poder ver al pequeño Harry le hablaría también, después de todo el estaba presente (aunque a penas lo supiera) y le iba a tratar como a un hijo, pues quería asegurarse de que Harry se sintiera agusto en esa casa, aunque ya lo hacía desde el primer día.

—buenos días chicos, preparé el desayuno ya, huevos revueltos con tocino. Vallan por el pan, por favor
—dijo sin mirar a los chicos, concentrada en que estuviera listo el huevo.

—mamá, Harry no necesita comer
—exclamó, Harry rió.

—bueno, entonces comerás el doble
—rió.

—¡Yo me lo como! —exclamó Lottie entrando corriendo a la cocina.

—no, yo quiero comérmelo —dijeron las gemelas al mismo tiempo, luego rieron.

—niñas, su plato ya está servido por allá, vallan a sentarse —dijo, las pequeñas corrieron a la mesa en busca de su plato.

—buenos días, cariño —exclamó somnoliento y besó los labios de Johannah, Harry sacó la lengua al mismo tiempo que introducía su dedo índice en su boca, un gesto como de asco, Louis rió intensamente y todos lo miraron.

—perdón —carraspeo y siguió riendo a lo bajo junto con Harry.

—Louis, ya ve por el pan, amor —dijo Johannah y Louis asintió.

Ambos chicos se dirigieron a la entrada y Louis tomó un abrigo del perchero, se lo colocó y salieron de la casa.

Hacía frío, mucho frío, pero Harry no lograba sentirlo, y no era su culpa. El tenía una gabardina con un gorro color gris que para el gusto de Louis se le veía adorable, pero el ojiazul tiritaba, el realmente tenía frío.
Harry se dio cuenta de eso inmediato por el vaho que salía de su boca, así que le colocó su gorrito con rudeza tapándole hasta la nariz. Ambos chicos rieron y Harry le colocó de manera correcta su gorro, él también pensaba que se veía lindo, muy lindo.

Al llegar a la panadería todo estaba acogedor. El olor a pan fresco y caliente inundaba las narices de los dos chicos.

—buenos días chicos, ¿Qué van a querer? —saludó la ancianita como de costumbre. —Louis, traes a alguien nuevo por aquí —exclamó emocionada.

Louis logró ver una anciana al lado de aquella despachadora y agradable señora, por lo que supuso que era su guardián.

—sí, Daisy, el es Harry, mi ángel guardián —la viejita sonrió con un brillo especial en los ojos mirando a ambos chicos.

𝙊𝙣𝙚 𝙍𝙪𝙡𝙚 ✰︎𝙇𝙖𝙧𝙧𝙮 𝙎𝙩𝙮𝙡𝙞𝙣𝙨𝙤𝙣✰︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora