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Seungmin regresó tarde esa noche, como de costumbre. La casa estaba en silencio, su madre aún no había llegado, probablemente por su turno nocturno. Jeongin había salido a casa de Jaemin, dejándolo solo en el lugar que tanto apreciaba. Con una leve sonrisa, dejó sus cosas sobre el sofá y se dirigió a preparar la cena. La tranquilidad que sentía al estar solo en su hogar era inigualable, un escape perfecto del caos de su mente. Pero esa paz no duraría mucho.

Una tormenta comenzó a desatarse afuera, el sonido de la lluvia golpeando las ventanas lo envolvía, creando un ambiente ideal para ver una película de terror o sumirse en la música a todo volumen. Seungmin, sin embargo, optó por una película de suspenso, disfrutando de su soledad mientras devoraba su comida. La casa era solo suya, por un rato. Pero cuando todo parecía perfecto, el sonido de fuertes golpes en la puerta principal lo sacó abruptamente de su refugio.

Con un suspiro, se levantó del sofá, cubriéndose con una cobija por el frío que ya invadía la casa. Al abrir la puerta, se encontró con la figura tambaleante de Hyunjin, ebrio y visiblemente herido.

—Mierda, Hyunjin, ¿qué haces aquí a estas horas? —Seungmin le permitió pasar, observando cómo el mayor se desplomaba sobre el sofá. Hyunjin parecía perdido, sus ojos vidriosos, su cuerpo tembloroso. Seungmin se acercó con cautela, notando el pequeño corte en su mejilla, que aunque no parecía grave, sangraba demasiado.

—Mi Minnie, te extrañé... lo siento, lo siento mucho —murmuró, antes de abalanzarse sobre él, abrazándolo con fuerza y llenándolo de besos.

—Hyunjin... me estás mojando, carajo, no sabes lo que hablas... —Seungmin lo tomó en brazos con cuidado, llevándolo a su habitación, incapaz de dejarlo ahí en ese estado.

Lo acostó suavemente en la cama, y rápidamente comenzó a buscar algo para desinfectar su herida. Encontró una botella con agua y algunos productos para curar la lesión, y mientras pasaba de un balcón a otro, se coló en la habitación de Hyunjin, tomando cualquier ropa que encontró. Se detuvo por un momento, observando las poleras de Hyunjin, todas impregnadas de su aroma, un olor que había llegado a reconocer y que ahora le llenaba el pecho de un vacío que no lograba entender. Había extrañado tanto ese aroma... Negó con la cabeza, regresando a la realidad antes de que sus pensamientos lo arrastraran nuevamente.

Regresó a su habitación y vio a Hyunjin jugando con su gato, como si nada hubiera pasado.

—Perdón por tardar, cámbiate y luego curaré tu herida. Trata de cooperar, no estoy de humor —le lanzó la ropa, antes de apartar al gato, que parecía haberse encariñado rápidamente con el mayor.

Seungmin le dio la espalda para darle algo de privacidad mientras se cambiaba. Fue al baño, se quitó la ropa mojada, y se puso su pijama. Cuando regresó, encontró a Hyunjin bebiendo el agua que le había dado. Parecía un poco más tranquilo.

—Te quiero sobrio, Jinnie... —Seungmin arregló su cabello, tomando un cepillo y usando una secadora para ponerlo en orden. Se sentó junto a él, observándolo. — Tu madre no se molestará si estás conmigo?

—Mamá está de viaje... iba a quedarme con Minho, pero tal vez no sea buena idea —respondió Hyunjin, con la mirada vacía. Había tenido una discusión con Félix esa noche. En su ebriedad, había confesado estar interesado en alguien más, lo que había desencadenado una pelea con Félix, su ex. La relación había terminado oficialmente, pero las heridas seguían frescas.

—Mamá y Jeongin no regresarán hasta pasado mañana, tal vez. Puedes quedarte si lo deseas —Seungmin lo recostó en la cama, comenzando a desinfectar la herida en su mejilla. Hyunjin se quejaba levemente por el ardor, pero Seungmin solo sonrió, dándole un pequeño beso en la frente mientras terminaba de curarlo.

𝗕𝗿𝗼𝗸𝗲𝗻 ❲ ✻ ❳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora