¡Melifluo!

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Excitante no podría definir el sonido melifluo de su voz con otra palabra.

Cada vez que escucho ese sonido mi cabeza empieza a volar, mis sentidos enloquecen y salgo de mi, todo mi cuerpo reacciona y la parte lasciva toma vida y control de mi.

Mi lengua roza el lóbulo de su oreja izquierda y sus pelos se erizan, paso a su boca y dejo un enorme beso en ella, uno que saca casi el alma de su interior. Beso sus hermosos labios, bajo hasta su abdomen y mi lengua hace un trabajo espectacular como esta costumbrada y se lo disfruta como nunca.

Coloco su cuerpo en el desayunador y comienzo suavemente a pasar mis dedos por sus muslos y labios, mi lengua pasa por sus piernas y luego va hacia el centro froto de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha y repito constantemente, repaso en una línea desde su rodilla izquierda hasta la derecha de besos y lamidas.

Deslizo su cuerpo lentamente hasta que llega a mi erección y la penetración es inmediata, el subir y bajar no se hace esperar, los cuerpos fusionándose en uno y jugando el uno con el otro. Besos, caricias, gemidos y más se escuchan retumbar hasta que en un grito gutural llegamos al clímax.

Después de unos minutos tomamos una ducha juntos y nos refrescamos a la luz de la luna que entra por los cristales de la ventana. Sígueme le digo y ella me mira sorprendida. Llegamos al final del pasillo y entramos a una hermosa terraza; en una esquina se encuentra un enorme jacuzzi, cerca de este unos muebles con cobertores para que no los estropee el agua que salpica. Se queda maravillada y explora cada centímetro del lugar, la tomo de la mano y la llevo hasta el sillón nuevo, uno que parece sacado del consultorio de un psicólogo, pero el que termina ahí soy yo.

Siento como acaricia lentamente parte por parte; va tocando, lamiendo, rozando, todo mi ser se estremece y los gemidos salen de mi boca, su lengua se detiene justamente en el tronco y empieza a subir lentamente al llegar a la cima de mi polla. Su lengua empieza hacer círculos y moverse de manera salvaje y sincronizada a la vez algo que nunca había sentido y no duro mucho para ceder ante tales movimientos, termina disfrutando todo lo que salió de mí y no dejó que se desperdiciara ni una sola gota.

Dejarte seco es lo que quiero esta noche, al escuchar esas palabras mi imaginación voló y un millón de perversiones llegaron a mi mente, manos a la obra le dije, de inmediato mi lengua se colocó en uno de sus pezones delineando cada curva, cada hendidura de él, mi mano por otra parte acariciando, entrando y saliendo de ella. Coloqué su cuerpo dentro de la deliciosa agua del jacuzzi y empecé a mecerme hacia delante y hacia atrás con movimientos suaves y delicados que pronto subieron de intensidad al subir el éxtasis.

El agua tibia hacía que el placer fuera de lo más intenso, primero llegó ella al clímax se corrió una y otra vez y solo gritaba para, no aguanto, pero disfrutaba cada embestida, faltaron unas siete corridas más para que llegara yo también al final y eyaculara todo lo que quedaba de mi dentro de ella en una embestida final que valió todo y seguirá costando todo cada vez que se repita y escuche su meliflua voz. 

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