IMAGINACIÓN

45 4 1
                                    

Cada momento que pienso en ti se me eriza la piel, cada bello de mi cuerpo se erecta y siento esa corriente subir por mi cuerpo, con solo tener tu nombre en la mente siento como mi polla quiere explotar.
Cuando te tengo de frente siento todo eso y mucho más, ya que solo quiero cogerte y hacerte mía.
Pegarte a mi, besarte, apretar tu trasero con ambas manos, levantarte hasta mi pelvis y frotar esa dura erección contra tu coño palpitante pidiendo a gritos tenerlo dentro.
El calor corporal subiendo, las prendas de ropa cediendo y la lujuria entre nosotros subiendo, en esa misma posición besarte el cuello, morder tus labios con furor y pasión, apretar tus senos con ambas manos y masajearlos en varias velocidades.
Quitar tu pequeño pantalón corto y descubrir que estás tan mojada que no podrás ponerte esa tanga otra vez, levar tu coño hasta mi cara y hundirme en ese mar de néctares que salen de tu bajo vientre, disfrutar de tus rugidos de placer que son mejores que la música más fina para mis oídos, cuando tus piernas aprisionaban mi cabeza hasta el punto de que mi respiración se entrecortaba con cada lenguetazo que daba las ganas aumentaban y el deseo se apoderaba de mi.
Lentamente fui bajando tu coño hasta mi pelvis nuevamente, en el transcurso iba besando tu piel palmo a palmo, hasta que tú pelvis se encontró con la tuya, tu humedad dejo mi boxer más húmedo que tu interior.
Cada roce entre ellos es una oleada de placer inmenso tanto que nuestras mentes no piensan en otra cosa que no sea hacerlo.
Mi erección sale del boxer sin previo aviso y entra directamente en tu coño palpitante, sueltas un quejido de placer que retumba en cada fibra de mi ser.
Al compás de tus gemidos mueves la cadera y la penetración empieza a cambiar de ritmo.
Te bajo al suelo, te pongo en 2 patas y hacemos como el viejo juego de la carretilla lo único que en este el placer es más que en el original, tus gritos son cada vez más y más fuertes, me agacho un poco y mi polla sale despacio de tu coño, bajo hasta tu cuello lentamente al llegar a tu nuca solo me sale decirte te deseo hasta no poder más.
Te recosté suavemente en el piso y coloque tus piernas en mis hombros, mis manos en tus pechos y a medida que te penetraba apretaba los pezones y tus contracciones vaginales apretaban mi polla hasta el punto de exprimir todo lo que había dentro de ella.
El placer fue tan inmenso que caímos exhaustos en el suelo ya que no podíamos más.

EROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora