Ataques (Everlark)

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-No te odio, Peeta. No eras tú mismo cuando me hacías esas cosas. El Capitolio te lo hizo... yo te lo hice. Snow te utilizó para castigarme y destruirme, él se dio cuenta que yo te amaba aún antes que yo y el plan le pareció perfecto. Jamás me perdonaré por dejarte esa noche en el árbol, te perdí y él te destruyó. Lo lamento, Peeta. Por todo. Pero, por favor, no te rindas. Debes ser fuerte. Yo siempre estaré contigo.

-¿Pase lo que pasé? –pregunté con temor.

-Sin importar lo que pasé.

Me contestó abrazándome mientras yo lloraba en su pecho y la rodeaba con mis brazos, luego de una crisis poco después de mi llegada al Distrito.

-No, es justo para ti –contesté. –Deberías alejarte de mí. Soy peligroso. Puedo mejorar, pero nada volverá a ser como antes. Jamás volveré a ser el Peeta que conociste.

-Eres Peeta... Siempre serás mi Peeta. Te acepto como eres ahora. ¿No alcanza con eso?

-Katniss... No... No es seguro. –quise que desistiera que me dejará ir. De ese modo, ella estaría segura. –Jamás estarás a salvo conmigo. Lo intenté, pero no puedo. A veces siento que pierdo el control y tengo mucho miedo de que salgas lastimada.

Ella tomó mi rostro y lo levantó de modo que quedo a su altura.

-Si me dejaras, me lastimarías. Reconoció tras un largo silencio, que se tomó para pensar bien que decirme.

–Yo tampoco soy la misma, Peeta. Perdí a mi padre, mi hermana y podría decir que hasta a mi madre, ella nunca volverá aquí. Sólo te tengo a ti y Haymitch. Te necesito a mi lado, como tú me necesitas a mí. Por favor, no dejes que Snow te aparte de mí.

Su última frase me resultó tan familiar que dolió. Me lo dijo cuando salimos de la alcantarilla, luego del ataque de los mutos. Pero no le respondí.

-Déjame ayudarte, Peeta.

El dolor fue tan palpable en su voz, que sentí odio hacia mí mismo, por provocarle dolor a Katniss, porque ella sufría junto a mí. Porque ella me había demostrado que me amaba y yo estuve considerando la idea de abandonarla "por su bien", de dejarla ir, aún sabiéndolo.

No quería lastimarla, pero no veía una salida favorable en todo esto. A su lado o lejos de ella, le haría daño. Aunque la última opción era la peor, tanto para mí como para ella. Nos necesitábamos y amábamos en la misma medida.

Sus labios buscaron con desesperación los míos. Tarde unos segundos en responderle el beso con la misma intensidad.

-Tú me amas ¿Real o no real? –me preguntó con los labios hinchados, rojos y húmedos a causa de la saliva y las lágrimas derramadas por ambos, pero en mayor medida por mí.

-Real –contesté, para preguntarle lo mismo. –Tú me amas ¿Real o no real?

Tras mis ataques siempre siempre sentía la necesidad de confirmar cosas que ya sabía, pero la confusión mental que me generaban los ataques, me impedía reconocer la verdad o la mentira por mi mismo.

-Real. Te amo, Peeta. Nunca lo olvides. No lo dudes ni por un segundo.

Insistió acunando mi rostro entre sus manos obligándome a mantener nuestras miradas juntas. Ella era sincera pero odie ver ese amor, mezclado con tristeza en su mirada.

-No dudo de tu amor por mí. Lamento esto, Katniss. Me gustaría que acabara algún día. ¿Crees que algún día despierte y vea esto como un mal sueño que acabó?

-No lo sé, Peeta. Solo puedo prometerte que te cuidaré y acompañare en cada momento de tu vida. Pero, no te vayas de mi lado.

-Te prometo que no te dejaré –le contesté. –Enfrentaremos esto juntos ¿real o no real?

-Real. Siempre.

Volví a esconderme en su pecho y luego me quedé dormido en el suelo, con mi cabeza entre sus piernas, escuchándola cantarme, con esa voz que siempre amé y con sus suaves y pequeñas manos acariciando mi rostro y mi cabello.

PANEM ONE-SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora