Abre los ojos, princesa - Everlark

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"ABRE LOS OJOS, PRINCESA"

-PEETA MELLARK-

No sé cuánto tiempo pasó horas, minutos. Daba igual. No soportaba ver a Katniss sufrir a pesar de saber que se trataba de un parto.

-No puedo –murmuró Katniss agotada.

-Claro que puedes, amor. Solo haz un esfuerzo más. Luego podrás descansar todo el tiempo que desees –la tranquilicé. –La Katniss que conozco no es una cobarde, no se deja vencer tan fácilmente. La Katniss que conozco es una luchadora. ¿Me vas a decir que no puedes con esto? Has pasado por cosas peores y has superado todas las pruebas a las que el destino te sometió. Tú puedes, Katniss. Puedes con esto –la animé.

Katniss me miró y asintió. Hizo un último esfuerzo. Los minutos, se me hicieron eternos, no pude despegar la mirada de su rostro. El llanto que vino en algún momento de esa hora, me quito de la ensoñación en la que estaba sumido, más bien el recuerdo de un sueño que había tenido unas semanas antes. Sirvió para aplacar mis nervios.

Me imaginaba a mí y a una Katniss embarazada nuevamente –esperando al niño que tanto insistía ella que quería –jugando en la pradera con una niña casi idéntica a la Katniss niña de la que me enamore, ella llamándonos "papá", "mamá" mientras nos abrazaba y nos invitaba a seguir jugando. Katniss deteniéndose unos segundos a descansar y rodeando mi cuello mientras yo la abrazaba, ella diciéndome que me amaba y lo feliz que era y dándome un beso en los labios, que yo intentaba con todas mis fuerzas hacer eternos, hasta que unos pequeños bracitos abrazaban nuestras piernas, interrumpiendo el momento y cuando bajábamos la mirada, la pequeña niña nos miraba sonriendo y quejándose porque la excluíamos. Finalmente, yo alzándola y ubicándola entre medio de Katniss y de mí, fundiéndonos los cuatro en un abrazo. Mientras Katniss y yo besábamos las mejillas de nuestra hija al mismo tiempo y yo acariciaba el pequeño vientre de Katniss. Siendo una familia.

Miré a Katniss que tenía los ojos abiertos como platos intentando llegar a ver algo mas, pero estaba demasiado agotada, luego me pare mas derecho y mire hacia la doctora que acababa de cortar el cordón umbilical y sostenía a una pequeña figura entre sus brazos llena de sangre y resto de liquido amniótico. Me quedé hipnotizado viendo a ese pequeño ser que la doctora pasó a un enfermero sonriente que lo envolvió en una toalla blanca mientras intentaba controlar su llanto. La doctora fue la primera en hablar mientras el enfermero la llevaba a una pequeña camilla para hacer un control de sus signos vitales junto a dos enfermeras más.
-¿Han pensado en un nombre para niña?


-Willow Primrose –contestamos ambos al mismo tiempo.


-¿Y para niño?


-Cinna Rye –contestó Katniss.


-Entonces, les presento a Willow Primrose Mellark –dijo el enfermero cuando acabo el examen, que la volvió a cargar en brazos con una sonrisa aún más grande–. Una niña fuerte y sana como sus padres. Felicidades.
Niña.


Tarde unos segundos en procesar la información, Katniss también. Finalmente reaccionamos y a los dos se nos formó una sonrisa en nuestros labios.
Willow Primrose había nacido. Nuestra hija.


Yo tarde menos en reaccionar, solté la mano de Katniss y tomé a mi hija en brazos cuando el enfermero la acomodó entre mis brazos. Sonriendo y llorando de felicidad, me quedé observando a mi pequeña mientras ella lloraba. La mecí entre mis brazos y la atraje aun más contra mi pecho con mucha delicadeza, al notarla tan liviana y frágil como una rosa. Ella dejó de llorar en ese instante. Su piel era unos tonos más clara que la de Katniss, pero no tanto como la mía, la pelusita que era su cabello tenía el mismo tono de Katniss. Su mano izquierda la tenía contra sus labios, ambas manos cerradas en puños, su cuerpo era pequeño, sus manos y brazos eran tan delgados y pequeños que temía que se quebrara en cualquier momento. La observe en detalle era tan parecida a Katniss, que me llene de orgullo y felicidad. Pero aun mantenía sus ojos cerrados.


-Willow Primrose Mellark, eres una niña hermosa. Mi pequeña hija. Aquí estas con Peeta, tu papá y con tu mamá, Katniss. Pasamos por muchas cosas para tenerte con nosotros ahora, pero todo valió la pena –susurré.


Me incliné un poco más para que Katniss pudiera verla y la recosté en su regazo cuando extendió los brazos para cargarla. Katniss también estaba llorando.


-Hola, princesa. Soy tu mamá. Tú papá tiene razón, pasamos por cosas muy difíciles para tenerte aquí hoy. Pero todo lo que pasamos nos llevó a ti. Te amamos mucho y te prometo que aunque no seamos los mejores padres, intentaremos darte cada día todo el amor y cuidado que te mereces.


-Nunca te dejaremos sola –completé al ver que Katniss no pretendía seguir hablando porque ya se había quebrado emocionalmente y físicamente–. Siempre estaremos para ti cuando nos necesites –acaricié su mejilla–. ¿Por qué no abres los ojos para nosotros, Princesa?
En respuesta después de unos segundos ella abrió sus ojos y lo que vimos nos dejo sin aliento. Sus ojos eran de un azul idéntico a los míos, grandes y redondos. Mi hija tenía mis ojos, las lagrimas se acumularon aun mas llegando a un punto que ya no las pude contener.
Willow nos miraba a ambos con curiosidad, como si de verdad deseara conocernos y nos reconociera. Katniss y yo teníamos nuestras cabezas casi juntas a la misma altura para poder observarla. Se formó una pequeña sonrisa en los labios de nuestra hija.


-Tiene tus ojos –Katniss miró de Willow hacia mí. Su sonrisa a pesar del evidente cansancio se volvió más grande.


-Y tu cabello –le contesté.

Ver menos

Pasaron unos minutos nuestra pequeña hija siguió en los brazos de Katniss, respiraba pausadamente y se estaba durmiendo, sus ojos se cerraban y se abrían alternativamente, pero estaba sujetando con su pequeña manito uno de los dedos de su madre. Sonreí.

-Esto es increíble. Es una niña preciosa ¿no?

-Si, como su madre. –contesté. Katniss se ruborizó.

-Y como su padre, te recuerdo que tiene los ojos más hermosos del mundo.

-¿Mis ojos te parecen preciosos?

-Tú sabes que sí –sonrió. –Me alegra que tenga los tuyos.

-¿Por qué?

-Porque cuando la vea a los ojos será como tener un pequeño pedazo de la persona que más amo en la vida... Tú. La perfecta combinación de nosotros dos, presente en nuestra pequeña hija.

-Y yo cuando la vea sentiré lo mismo.

Llevaba prácticamente toda mi vida deseando este momento, desde mucho antes que los Juegos nos unieran y había llegado. Me había casado con la persona que amaba, había logrado conseguir su amor y ahora me estaba dando una hija, como decía Katniss: "Una perfecta combinación de nosotros dos, presente en nuestra hija." No necesitaba nada más para ser feliz.

Incliné mi rostro hacia el suyo y nos besamos por tantos minutos que parecieron una eternidad, cuando nos apartamos, nuestra pequeña estaba completamente dormida.

-Se durmió –susurró sorprendida.

-Claro que si, está en los brazos de su madre.

-Y dejó de llorar contigo –asentí sonriendo y ella me devolvió la sonrisa. –Se la pueden llevar ahora.

Con mucho cuidado, Katniss me la dio. La acomodé entre mis brazos, deseando que no se despertara. Antes de que la recibiera una de las enfermeras que asistió el parto, deposité un beso en su frente y susurré sin dejar de mirar a la pequeña bebita que dormía en mis brazos.

-Te amo, Willow.

PANEM ONE-SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora