XIV. no pertenecer

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Tras una gran tormenta siempre viene la calma, no llore más, en verdad no era justo el comportamiento de los  que decían ser mis padres, quite las lágrimas de mis ojos y me miré en mi espejo en verdad lucía devastada

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Tras una gran tormenta siempre viene la calma, no llore más, en verdad no era justo el comportamiento de los  que decían ser mis padres, quite las lágrimas de mis ojos y me miré en mi espejo en verdad lucía devastada.

Mis ojeras debajo de mis ojos era inevitable no notarlas, mi cabello luce maltratado, mis ojos estaban hinchados, los moretones en mi cara eran obvios, solloce al verme tan destruida, miré mis muñecas todavía con los dedos de Derek en forma de moretones, sentía una opresión en el pecho.

Mi corazón no soportaba tanto, suspiré viendome en el espejo, tomé mi diario y comencé a depositar cada pensamiento de dolor que tenía, las lágrimas no dejaban de brotar conforme escribía, tenía que ser fuerte.

—Beth, cariño—la dulce voz de Laurie escuché detrás de la puerta acompañados de un par de toquidos—¿estas bien?—quité las lágrimas de mi cara y camine a la puerta sin ánimos

—claro—sonreí—¿por qué estaría mal?—abrí la puerta—pasa—me dí una vuelta dirigiéndome a mi tocador para volver a verme en el espejo

—oímos la discusión —suspiré mirandola a través del espejo

—creo que dijimos muchas cosas que no queríamos—giré en el banco —de seguro no lo quiso decir—suspiré 

—Beth, ¿segura que estas bien?

—sí, esto pasará—lamí mi labio—de seguro volverá y me dirá que lo siente, él es así —miré mi diario

—¿cómo te sientes?—baje la mirada analizando mi respuesta

—estoy bien

—de acuerdo—suspiró y se marchó cerrando la puerta despacio 

Busque en mi armario una ropa cómoda, coloque mi vestido negro en la cama mirando atentamente su estructura, este era antiguo tenía mangas ajustadas a los brazos tejidas con pequeñas mariposas, la parte de arriba parecía corcel y lo de abajo era suelto con volumen que pareciese que traía un aro incrustado, suspiré y lo volví a guardar.

Recordaba el día que mi mamá me lo había dado, era el funeral del abuelo y quería que lucieramos como muñecos de porcelana, agité mi cabeza para enfocarme en buscar otro atuendo y poder escoger el que me pondría para el cumpleaños de Andy.

Saque mis vestidos más elegantes puesto que sería una fiesta con los compañeros de trabajo de Andy, los tome con todo y ganchos extendiéndolos en mi cama para tener una vista mejor de ellos.

Elegí uno que mi papá me había regalado, el vestido era blanco con pequeñas rosas dispersas en todo el vestido excepto en la parte inferior del vestido que tenía encaje rodeando la falda; tenía una moño en la cintura que la hacía lucir más pequeña, el cuello estaba delineado por un listón rojo y las mangas estaban un poco esponjadas.

Termine de ponerlo y comencé a maquillar cada moretón que tenía cubriendolos por completo  sin que se notara tanto el maquillaje, realice dos trenzas y las hate disimulando su agarre con mi pelo recién ondulado, me miré a él espejo en verdad parecía una muñeca de porcelana, me senté y coloqué un poco de rubor en mis mejillas y un brillo labial que me había regalado Laurie en mi anterior cumpleaños.

Baje con cuidado las escaleras con temor a caer por los zapatos de charol con un tacón de quince centímetros el cual me hacía dudar, por el temor de hacerme caer, me tomé del barandal y baje viendo a la familia Barber hablando amistosamente en la cocina.

Andy traía un esmoquin negro, su corbata hacía juego con el vestido azul de Laurie y este a la vez hacía juego con el traje de Jacob, me quede viendo sus vestuarios con una sonrisa, en verdad se veían bien.

—se ven bien—caminé hacia ellos con temor de caer

—¿irás?—preguntó Jacob viendo confuso y nervioso a la vez

—no—me senté en una silla al sentirme inadaptada, era una sensación que no podía evitar al verlos 

—¿en verdad?—preguntó Laurie acomodando su arete—luces genial

—no, gracias—baje mi mirada—creo que estoy demasiado cansada con todo lo que ha  pasado en estos días—miré el suelo sin saber con qué excusarme en verdad sentía que no pertenecía a esta familia 

—deberías ir—incitó Andy mirándome con una sonrisa—hazlo por mí—me paré y lo abrace

—gracias, pero creo que esta vez me quedaré—miré mi vestido—no estoy vestida adecuadamente —suspiré—aunque le próximo año te prepararé la mejor fiesta del mundo—deje de abrazarlo—¿les tomó una foto?—saque mi celular metiendome a cámara, los dos adultos asintieron mientras que Jake solo alzo los hombros

Los tres se acomodaron y esbozaron una sonrisa, Andy y Laurie sonrían tomaban sus manos por detrás de Jacob mientras que este solo miraba a la camará con una leve sonrisa, enfoque mi cámara para poder tomar bien la foto y así hice logrando capturar como cinco fotos.

—listo—dije bajando mi celular—salieron, bien—les enseñe las fotos —bueno deben irse o se les hará tarde—apuré caminando a la puerta

—¿segura que no quieres venir?—asentí

—será el próximo año—Andy atravesó la puerta para poder salir a buscar el auto

—deje comida en el refri por si te da hambre—asentí—¿estás seguras?, es que luces como una muñequita de porcelana—apretó mis mejillas

—gracias—caminó alcanzando a Andy—luces bien—halague a Jake 

—en verdad quería que fueras—se acerca y me abraza—no olvides que no estas sola—me entrega un brazalete—al menos yo no te abandonaré—beso mi mejilla y se apresuró a alcanzar a sus padres 

Sonreí hasta que los perdí de vista, miré mi vestido y corrí arriba para poder quitarlo, lo guarde con cuidado y me puse mi pijama, quité el maquillaje dejando a la vista mis moretones. Baje a cocinar unos panqueque para todos, los decore con crema chantilly y fresas frescas, me pare malteadas de fresa.

Espere sentada en la sala viendo una película, tome mi celular revisando la hora, dece quince de la mañana. Suspiré y subí apagando todas las luces de la sala y  de la cocina, limpie mis lágrimas y corrí hasta mi cuarto en busca de mi pinceles para poder pintar algo y regalarselo a Andy en lo que llegaban.

La primera pincela la dí con mi mente en blanco, empecé a pintar sin saber qué hacer. Recordé aquel lugar que me había enseñado y su historia, en cada pincelada que daba recordaba sus palabras.

este es cuando Laurie y yo nos hicimos novios—recuerda cada detalle de ese local—era la cafetería a donde íbamos los cuatros —miré mi pincel como si me regresara al pasado—en estas mesas me declare a Laurie—sonreí pintando la mesa

Toque mi estómago y el ácido en mi boca me provoco asco, salí corriendo para vomitar, vomite en cuanto llegué vaciando todo mi estomago, las lágrimas inundaron mi ojos por la horcadas. Después de un rato limpie mi boca y me miré en el espejo del baño, poco a poco subí mi mano para poder introducir un dedo en mi boca, el vómito subió de nuevo comenzando a devolver otra vez el estómago. Me senté en el suelo llorando.

Caminé despacio hacia mi habitación recapacitando lo que había hecho, abrí mi puerta metiendome para poder dormir y olvidar el daño que provoque en mi cuerpo. 

Surrender ||Jacob BarberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora