Orkidea #5

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De: wildeorkidea_19@hotmail.com
Para: quichelorraine.monster@gmail.com
Asunto: Mejor olvidemos el episodio de hoy, ¿sí? Por favor

Considerado Matt:

Mi historia no es interesante como la tuya. Me cambié de colegio porque mi mamá es agente de ventas y su trabajo le exige una vida que tira a nómada. Prefiere instalarse temporalmente a donde tenga que ir que poseer una propiedad fija y hacer viajes de ida y de regreso. Tal vez se deba en parte a que tenía que estar conmigo desde que nací. Esta vez vinimos a parar aquí, mi mamá recibió una oferta que calificó como «indescartable». Esa es una palabra que usa a menudo, sabiendo que no existe en el diccionario. Principalmente me la dice a mí cuando pondera nuestras opciones. Por el momento, mi mamá está moviéndose bien aquí. Odiaría que tengamos que mudarnos de nuevo ahora.

Como estoy moviéndome de un lado a otro y ocupándome en una actividad tras otra, no conseguía hacer ningún amigo. Antes creía que sí, porque he hablado con chicas a las que de inmediato me refería como mis amigas y he tratado de acoplarme, pero ahora sé que no es lo mismo. Cuando hablabas de tus compañeros de equipo me di cuenta porque me sentí identificada. Aunque yo no creo ser muy diferente de las demás chicas ni me siento fuera de lugar con ellas, simplemente no sé cómo acercarme por mi cuenta y cada chica que he conocido siempre tiene a otras amigas, por lo que no necesitan acercarse a mí. Eso hacía que no me sintiera acompañada, que siguiera sintiéndome sola. Saludar en los pasillos era bonito en los segundos en que duraba el saludo, luego me quedaba un vacío. Sentarse en una mesa llena de chicas para almorzar era bonito hasta que me perdía en lo que decían y yo no podía aportar nada. Así que al final resultó que yo no las conocía ni ellas a mí.

Solo una vez fui a una fiesta de cumpleaños, pero más que celebrar el cumpleaños de una persona en particular era un baile descontrolado. Yo me cansé de bailar como a la hora, pero los demás no. ¿Es normal sentir alivio de que te vayan a recoger de una fiesta? Aunque sí disfruté el baile comenzaba a sentirme incómoda y a extrañar mi habitación. Me gustaría ir a más fiestas de cumpleaños, tanto de este tipo como las que no conozco que dices.

Ay, siento que lo del correo fue estúpido. ¿Tan obvia fui? Sí me costó escribirlo el día de tu cumpleaños y sí esperaba que me dieras las gracias. Estaba nerviosa y asustada, porque creí que lo normal sería que lo hicieras como mi amigo, y comencé a pensar que tal vez no le diste importancia o lo olvidaste, y eso estaría mal, pero no quería hacerte acuerdo porque sentía que era algo que debías reconocer solo. Al final lo hiciste, ¿no? Resultó que ni siquiera lo habías leído. Ahh.

Sobre la salida, puede que me tome unas tres semanas organizarme y hacer un espacio. No me molesta caminar o ir en metro. El sábado podrías ir a verme a mi curso de conducción (salgo a las 18:30) o el domingo a la cafetería donde trabajo (20:00). Te adjunto las direcciones.

¿A qué se dedican tus padres? Me parece justo que yo pregunte ahora. Dijiste que a tu mamá le gustaba la astrología pero debe tener una profesión, ¿no? Y de tu papá no has hablado. Yo no tengo papá, nunca lo conocí y a mi mamá no le gusta que pregunte sobre él. Tampoco tengo demasiada curiosidad, porque no es que lo necesitemos en nuestras vidas. Tengo primos, tíos y abuelos en España. En este país solo estamos mamá y yo.

Att: El polluelo que está aprendiendo a usar sus alas.

7/02/2017, 20:26




Apenas mandó el correo, Orkidea abrió el libro de Las puertas de la percepción. Leyó por su cuenta cómo el autor explicaba el experimento y cómo comenzaba a describir sus sensaciones estando bajo los efectos de la droga. Especulaba sobre la existencia de una válvula reductora natural que limitaba la percepción de las personas para no sobrecargar el cerebro y permitirle concentrarse en las tareas específicas, y que esa válvula se abría con la mescalina, lo cual permitía ver los objetos con otros ojos, en un sentido más complejo. Mencionaba una ser-encia que descubrió en las flores, donde «lo que significaban tan intensamente era nada más y nada menos que lo que eran, una transitoriedad que era sin embargo vida eterna, un perpetuo perecimiento que era al mismo tiempo puro Ser, un puñado de particularidades insignificantes y únicas en las que cabía ver, por una indecible y sin embargo evidente paradoja, la divina fuente de toda existencia.»

Orkidea se quedó anonadada y continuó pensando en lo que había leído durante sus tareas. Pensó en la comparación de la luz viva de las flores con la respiración, una belleza animada que profundizaba hacia una belleza mayor. ¿Matt habría sentido que su corazón se removía, como intentando aprehender lo que las palabras intentaban expresar?

De pronto todos sus escritos le dieron una vergüenza garrafal. La cara se le puso literalmente roja, su piel ardía. La brecha que existía entre el material que Matt consumía, y probablemente escribía, con el suyo era enorme, un abismo al que había sido ciega por elección. Nada en los escritos de Orkidea siquiera atentaba a alcanzar profundidad. Nada significaba más que lo que decía textualmente. ¿Y quería hacerse llamar escritora, había pretendido abrirse camino por ese mundo así?

Derramó lágrimas, pero no estuvo segura si eran de tristeza por el balde de fría realidad que le cayó encima o de felicidad por las nuevas luces que le permitió ver.

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