Noche pesada

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Claudine había llevado unas sábanas limpias a su habitación.

-Esta cama fue parte de mi dote cuando me casé con el señor Tendo — dijo mientras ayudantes se llevaban algunas sábanas que Claudine les daba — perteneció a mi abuela, fue su dote, cargó con ella desde París — extendía sábanas limpias con la ayuda de Junna — mi abuelo era diplomático — sonrió — pasamos aquí las primeras noches de bodas, mi madre, mi abuela y yo.

Nana escuchaba atentamente a la señora Tendo.

-Podemos dormir en la habitación de Ruito — dijo Junna un poco incómoda.

-Jajaja ¿En esa cosita que es tan pequeña? ¿En su noche de bodas? — se divirtió con lo dicho por su hija — hija, no — se negó al pedido — necesitan espacio — miró a Nana con diversión — para mariobrar.

Junna se percató lo dicho por su madre y se sintió avergonzada.

-Madre — riñó.

Nana comprendió y sonrió con diversión por el comentario.

-Sé que no es su primera noche juntos, pero me gustaría pensar que lo es — dijo y rodeo la cama para pararse frente a Junna — es solo que desde el principio nuestros matrimonios han sido bendecidos — entonces camino hacia Nana — quiero que sepa que si mi esposo está tan enojado, es porque somos una familia muy tradicional, adaptarse al mundo moderno es muy difícil, ya comprenderá — dijo manteniendo una leve sonrisa para que Nana no se sintiera tan mal.

Claudine se dirigió hacia una sirvienta, quien le dió una rosa, ella lo tomó y lo dejó en medio de las almuadas en la cama.

-Ámense, siempre — dijo mirando a ambos, quienes estaba de pie juntos sin saber que decir al respecto. Así paso a retirarse junto a la sirvienta, que vio la escena con sentimentalismo y derramaba unas cuantas lágrimas.

...

-JA, primero llega a mi casa, se roba a mi hija y ahora se acuesta en mi cama — Maya estaba enojado mirando la habitación donde estaba ahora, era pequeña y su cama era estrecha para ambos — como no — dijo muy enojado dispuesto a ir a reclamar lo suyo.

-Calma — Claudine lo detuvo y lo empujó suavemente a la cama para que tomara asiento y escuchara — no quieres entenderlo, tu hija ya es una mujer, y se casó, pues tú también te casaste conmigo — dijo sentándose a su costado mientras lo rodeaba con sus brazos — ¿Ya olvidaste esa pequeña habitación en la casa de mis padres? — para ella era hermoso recordar aquellos tiempos e intentó calmar a su esposo con eso, pero no lo hizo, Maya se puso de pie al instante y la miró.

-Pedí tu mano, apropiadamente, con respeto — aclaró — ¿Quién es él? No es nadie — dijo molesto.

-Ella lo eligió y es nuestra hija — Claudine se puso de pie perdiendo la paciencia y lo tomó por lo brazos, pero su esposo no quería entender, se sintió desesperado — Maya, es por nosotros que a aprendido a ser quien es, si no confias en ella ¿Cómo podemos confiar en nosotros mismos?

Maya quiso olvidar el tema y pasar a estar en privacidad con su Claudine, así que empezó a juguetear con su cabello.

-Primero vas y les deseas buenas noches, para que no se vayan a dormir pensando que estás furioso — dijo entendiendo lo que quería Maya.

-Si es verdad, estoy furioso — dijo, pero Claudine lo calló.

Maya sonrió al igual que Claudine.

-Deberías sonreír más seguido, te ves tan guapo cuando sonríes — dijo besándolo.

Maya quería llegar más lejos, pero Claudine lo empujó.

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