El festival

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El día siguiente el festival se llevaba a cabo, personas de diferentes tradiciones y culturas estaban presentes disfrutando de los entretenimientos, como la música, algunos bailes y la extravagante comida.

Nana había sido invitado a asistir por haber pertenecido al ejército, desde la planta superior, junto a otros soldados, esperaba ver por última vez a Junna, se conformaría con inmortalizar su presencia por más corta que fuera, pero apreciaría cada segundo.

-Los Tendo — dijo una mujer señalando un carruaje llegar — están llegando los Tendo.

Sí que la familia era un ícono en la región.
En varios carruajes bien adornados, conocidos como Jinrikisha, llegaba la familia Tendo, siendo llevados por los ayudantes del viñedo. El abuelo llegaba con su esposa, Maya llegaba con Claudine, Rui llegaba con una chica hermosa de cabellos azules y ojos lavanda, y al final estaba Junna sola en el carruaje de dos. Todos los presentes llevaban puesto vestimentas tradicionales japoneses por la festividad, que había sido recomendado por Tomao Tomoe, la joven que provenía de Kioto, que llegó por la mañana a casa de los Tendo.

Nana no apartaba la mirada de Junna, se veía tan hermosa llevando un ligero maquillaje en el rostro, resaltando sus ojos y brindándole un leve rubor que la hacia ver adorable, los colores adecuados de aquel kimono celeste floreado combinado con morado, ...¿Qué más podría decir? Las palabras no eran suficientes para describir a la hermosa mujer que admiraba desde la segunda planta.

-Esa mujer es hermosa ¿La ves? — escuchó de otros hombres que también eran soldados, al parecer no era el único que opinaba lo mismo sobre Junna — es hija mayor de los Tendo, la madre es una mujer hermosa, claramente la hija debía serlo también — decían entre risas.

Un padre pasó a dar una oración antes de todo, siendo respetado por las personas de diferentes creencias que hubiesen presentes.

Mientras tanto, Junna busco a Nana con su mirada y logró divisarlo en la segunda planta junto a más soldados. Ambos se habían buscado con la mirada, aquel pequeño momento había sido apreciado y agradecido por ambos, al permitirle ver una vez más a Junna antes de volver a su ciudad, y el permitirle ver a Nana por última vez. Hubieran deseado tanto que la situación fuera diferente, pero debían aceptar la realidad y conformarse con apreciar ese corto lapso de tiempo.

Luego el padre pasó a abrir un vino y vertirlo en una copa para probarlo.

-Exquisito — sonrió el padre y los demás empezaron a festejar.

Cuando Junna volvió a ver el sitio donde se encontraba el rubio, este ya no estaba ni los demás soldados.

Nana caminaba dispuesto a irse y regresar a casa, pero fue sorprendido.

-Tu serenata fue muy hermosa — era Junna, quien sostenía en sus manos dos vasos con vino — ¿Quieres bridar conmigo?

Nana dejó sus cosas a un lado y aceptó la vaso.

-¿Porqué brindamos?

-... Por lo que venga — dijo sonriendo levemente.

-Por lo que venga — le rubio repitió en total calma y bebió su trago.

Sin darse cuenta, Maya caminaba hacia ellos junto a sus viejos amigos.

-Permítanme presentarles a mi nuevo yerno — dijo sonriendo levemente — es Nana Daiba — sus amigos se sorprendieron y estrecharon la mano del rubio — como pueden apreciar, es un héroe de guerra, es tan hábil que nos ayudó con la vendimia.

-Papá ¿Qué está haciendo? — Junna no comprendía el comportamiento de su padre, más aún frente a sus amigos. Ella los conocía ya que su padre solía reunirse con ellos alegando que fueron sus compañeros en Siegfeld.

-¿Qué, no puedo presumir?

-Es maravilloso — dijo uno de ellos.

-Felicidades — le dijeron a Junna.

-Gracias — tuvo que ser amable con los amigos de su padre.

-Deberías decirle al padre para que les de la comunión, una fecha como esta puede ser adecuada — le sugirió un amigo de cabello plateado y mirada intensa.

-Tienes razón, el auditorio no es un lugar apropiado para tomar los votos matrimoniales, no para mi hija — dijo sintiéndose orgulloso y dándole lo que su hija quería, aprobación y apoyo.

Así que volteó dirigiéndose a las demás personas y elevó la voz.

-ESCUCHEN, ESCUCHENME — llamó la atención de los presentes — ESTA NOCHE DARÉ LA MANO DE MI HIJA EN MATRIMONIO DELANTE DE LOS OJOS DE DIOS Y TOMARÉ COMO UN INSULTO PERSONAL SI NO VAN A LA BODA — la gente aplaudía alegre — TODOS ESTÁN INVITADOS — dijo muy alegre.

Sus amigos le dieron palmadas en la espalda compartiendo la alegría de Maya.

-Claudine estará encantada de ver a Shiori nuevamente — dijo entre bromas.

-Lo estará — sonrió el de cabello plateado.

Junna y Nana se miraron nerviosos, eso no debía pasar.

-¿Porqué haces esto, papá? — lo tomó del brazo.

-Hasta un hombre puede cambiar de opinión ¿No lo crees? — sonrió alegre y fue con sus amigos a seguir festejando.

Nana estaba perplejo e impactado, había luchado prácticamente con el señor Tendo y ahora...

-Debo decir la verdad — le dijo a Junna con seriedad.

-No, yo debo decirles, ya no tengo miedo — dijo Junna.

Después de todo ella fue la que se metió en todo un lío, no era culpa de Nana en absoluto, así que debía enfrentar a su familia.

Nana miró apenado a Junna, pero tomó su maletín y sacó un estuche.

-Ten, para ti — dijo mostrando una medalla — un obsequio.

-¿Porqué te la dieron? — preguntó curiosa.

-Valor en batalla — contestó, incluso hasta parecía una broma al considerar la situación.

-Daiba Naoki Nao, eres el hombre más honorable que haya conocido — fue sincera, jamás había conocido a otra persona así, era único e inigualable.

Junna se acercó más a Nana y este a ella, si esta sería la última vez que se verían, lo recordarían siempre, así que cortaron su cercanía uniéndose en un amoroso y cálido beso de despedida.

Al separarse Junna fue con familia, Nana tomó sus cosas y fue hacia la salida.

-¿Te diviertes, hija? — preguntó su abuela.

-Tengo algo importante que decirles — Junna dijo nerviosa sin saber cómo empezar.

Nana miraba desde lejos lo que sucedía, mientras Junna contaba la verdad, el gesto del señor Tendo cambió a uno incrédulo, sorprendido, molesto, enojado... repentinamente solo quiso irse del ahi, miró a Junna con decepción y se retiró del festival. Junna abrazo a su abuelo, sabía que todo iría de mal en peor.

-Todo estará bien — su abuela intentó calmarla, pero fue me vano.

Nana supo que ya todo estaba echo, así que no tenía nada más que hacer ahí.

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