Día de cosecha

55 7 0
                                    

El abuelo y Nana estaban de pie la llegada de demás familia. Pronto notaron que Junna se acercaba y se sorprendió de ver al rubio.

-Creí que te irías — sonrió con alegría de ver que Nana aún estaba ahí.

-Y yo que sería mejor para ti si me quedaba hasta la vendimia — se quitó su sombrero y sonrió igual de gustoso.

Entonces Maya apareció detrás de su hija, aún con un gesto serio miró a Nana.

-¿No tiene chocolates qué vender?

-La familia es primero — Nana respondió mirando con ternura a Junna.

Maya no dijo más y se retiró.

Tanto como Nana y Junna se miraron de forma cómplice y rieron.

El sonido de un claxon llamó la atención de todos los presentes y fueron a ver de quién se trataba. Todos los ayudantes y sirvientes se alegraron de ver al recién llegado, Junna también fue con prisa a recibirlo. El joven bajo rápidamente de su auto y la abrazó.

-Hermanita, hola — correspondió el abrazo ofrecido por Junna.

Era un chico un par de años menor que Junna aparentemente, su cabello era un castaño más oscuro que el señor Tendo, peinado hacia la izquierda, el color de ojos eran más intensos que los de la señora Tendo, su tez era blanca y llevaba una sonrisa por su llegada, iba vestido con una camisa blanca, una chaqueta marrón, pantalón plomo y zapatos negros.

Los demás también lo saludaron.

Al ver a sus abuelos se puso muy feliz y fue a abrazarlos.

-Abuela ¿Hiciste lo que me gusta? — preguntó después de abrazar a ambos.

-Claro que sí, bebito — respondió de forma cariñosa a su nieto.

-Ven a saludar a tu madre — le dijo el abuelo a su nieto.

El joven vió a su madre y fue con ella emocionado a darle un fuerte abrazo, ya que después de mucho tiempo estaba en casa.

Maya llegó, quien también se acercó a abrazarlo, su hijo solo lo saludó tranquilo y con un abrazo corto.

-Ruito, él es mi esposo, Daiba Nana — dijo llevándolo frente al rubio — Nana, mi hermano — presentó a ambos.

-...¿TE CASASTE? — preguntó sorprendido, pero se acercó a su hermana y la abrazó muy alegre — woo jajaja, genial — dijo y se alejó aún tomando las manos de su hermana — Junna Daiba.... suena bien para mí.

Nana estaba alegre de que alguien más lo recibiera bien.

-Bienvenido a la familia — Ruito soltó a su hermana y le dió la mano a Nana, quien la estrechó con gusto — soy Rui.

-¿Rui? ¿Quién es Rui? — Maya se molestó.

Ruito suspiro nervioso, sabía lo intenso que podía ser su padre.

-Papá, por favor — dijo calmado rogando con un gesto que no hiciera un drama.

-No conozco a ningún Rui, sé que pago una fortuna a Siegfeld para Ruito Naoki Tendo Saijo,... he pagado por la persona equivocada — dijo colocándose unos lentes oscuros — dejaré de enviar los cheques — se molestó y se retiró.

Aquello desanimó mucho a Ruito, pero Nana le extendió la mano nuevamente con una sonrisa.

-Es un placer, Ruito.

El joven correspondió el apretón y sonrió de igual forma.

-¿Ya podemos empezar? — Maya interrumpió molesto y lanzó una navaja curva el cual Nana atrapó con su sombrero — Junna, asegúrate de que lo haga bien, no queremos que se corte los dedos y manche de sangre las uvas — dijo procediendo a retirarse — arruinaría el sabor el vino.

-Que empiece la vendimia — los ayudantes dijeron alegres, al parecer sí era una fecha muy importante.

-¿No estás feliz de estar aquí? — dijo Junna mirando con diversión a Nana, quien sonrió rendido.

Ambos caminaron entre las uvas mientras los demás recibían indicaciones de tener cuidado con la recolecta de uvas.

Para todos los presentes era fácil cortar las uvas puesto que estaban acostumbrados, pero Nana no lo estaba, él cortaba como si sosteniese un cuchillo, forzando mucho su mano pero sin poder cortar ni un racimo de uvas.

Junna miró con diversión la problemática de Nana y fue en su ayuda. Tomó un racimo jalándolo a un lado y con la navaja lo cortó con rapidez. Nana entendió como hacerlo y sonrió alegre por la ayuda.

Los demás continuaban y miraban con diversión a Nana, quien aún tardaba en cortar los tallos, se tardó en cortar uno y sin querer se le cayó a la tierra. El señor Tendo apareció y lo recogió, sopló la tierra y lo limpio, seguidamente dejó el racimo en una caja de madera que contenía más racimos de uvas. Miró con seriedad a Nana y continuó cortando más racimos.

Nana se puso contento al poder contar los racimos más rápido, pero al mirar al señor Tendo, vió que era más lento a comparación, así que se esforzó más. Maya claramente notó el mayor entusiasmo de Nana y lo tomó como un reto personal, el cual no perdería.

Entonces ambos prácticamente competían por ver quién era más veloz cortando racimos.

Junna estaba cansada, su caja estaba llena de racimos y se dispuso a cargarlo, pero notó a su padre muy apresurado cortando los racimos y miraba de reojo a Nana, para luego seguir contando más rápido los racimos. Aquello fue divertido, tomó su caja y fue a dejarlo en la carrera, incluso Rui había visto la escena y sonrió con diversión.

Maya corrió con rapidez para dejar su caja.

-LISTO — dijo elevando los brazos en son de triunfo, le había ganado a Nana.

Detrás de él llegó Nana con su caja de racimos, pero notó que el señor Tendo dejó caer dos racimos, así que los levantó, sopló y limpio las uvas.

Maya lo notó, pero solo sonrió.

Los demás ayudantes elogiaba la rapidez de aprendizaje que tenía Nana, que al estar dos días ahí había sido más veloz que otros.

Los abuelos también estaban alegres de ver la poca aprobación que Maya empezada a demostrar.

Rui sé acercó a ambos pasándoles un vino y dos vasos, ya que estaban cansados como los demás.

-Salud — Maya elevó su vaso con vino y lo bebió al mismo tiempo que Nana lo hizo con su bebida.

En las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora