Hogar

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El amanecer se hacía presente, todas las tierras de cultivos habían sido arrasadas por el fuego, incluso las casas y graneros, unos cuantos objetos habían logrado salvarse, pero era casi nada.

Maya lloraba desconsoladamente en una silla, había sido culpa suya y ahora lo había perdido todo. Claudine veía y revisaba que Rui estuviera bien, mientras la abuela iba al lado de su esposo.

Junna estaba con Nana recibiendo consuelo de su parte, pero se acercó a su padre al verlo en tan mal estado. Al estar frente a él se puso de cuchillas para poder verlo.

-Papá.

Maya puso un gesto serio, no quería que su hija lo viera tan lamentable.

-... tenía miedo — calmó un poco su llanto ... — tenía miedo de perderte...,a todos ustedes... yo no conocí otra forma de amar.

Junna lo miró con pena acariciando la mejilla de su padre. Maya tomó el rostro de Junna en sus manos y la acercó chocando frentes.

-¿Podrías enseñarme? — dijo entre lágrimas — por favor ¿Podrías enseñarme?

El corazón de Junna se ablandó al escuchar a su padre decir aquello, lo abrazó conmovidamente dejándose llevar por el sentimentalismo y llanto.

Claudine abrazó a Rui y le dió un beso en la frente conmovida por la escena. Karen y Hikari estaban no muy lejos viendo todo, Karen abrazó a Hikari llorando dejándose llevar por el momento, mientras Hikari aún permanecía tranquila y le daba palmaditas leves en la espalda.

La familia se acercó a consolar al hombre que ahora estaba vulnerable.
Nana miraba a los demás sin involucrarse puesto que sentía que no le correspondía estar ahí, pero el abuelo se acercó a Nana al percatarse de que estaba solo.

-El fuego quemó todo — dijo triste — no dejo nada, ni si quiera una raíz qué plantar — suspiró abatido — las nubes llegó a su fin — se dió la vuelta y regresó con quiénes debería estar, con su familia, apoyando a su hijo en aquel momento fatídico.

Nana no sabía que hacer en aquel momento, claramente todo se había perdido, pero trato de buscar algo que pudiera ayudar.... y lo encontró. Con un gesto de sorpresa caminó rápido pasando al lado de la familia que se lamentaba, él iría a aquel lugar donde el abuelo lo llevo más antes.

Para Nana existía la probabilidad de que la raíz del árbol de uva más viejo aún estuviera vivo, así que fue ahí para comprobarlo.
Se detuvo para verlos nuevamente y Junna lo notó, borró su tristeza y lo miró entendiendo a donde iba el rubio.

Llegó hasta donde estaban los árboles del primer Ruito y la del abuelo, como todos los árboles se habían quemado, pero el rubio pudo notar el tronco de uno, así que lo agarró y empezó a empujarar y jalarlo para poder sacarlo de ahí. Usaba toda la fuerza que su cuerpo le permitía, movía una y otra vez, hasta que la tierra parecía más suelta, sujetó con fuerza el tronco quemado y lo jaló lo más que pudo.

Con el tronco en manos fue nuevamente con la familia Tendo.

Algunos empleados y agricultores habían ido por agua para que los demás pudieran limpiarse, ya que estaban sucios por el humo del incendio.

Nana se dirigió hacia el padre de Junna y le dió el tronco que conservaba sus raíces.

-¿Alcanzó el interior? — preguntó.

Maya se percató de que existía la posibilidad, así que con rapidez buscó entre sus bolsillos hasta encontrar una navaja, la usó para cortar un pedazo y analizó el interior.

-Está viva — dijo sorprendido, a lo que Claudine sonrió con alivio — está viva — no sabía cómo reaccionar, estaba muy incrédulo, sorprendido, aliviado, contento, feliz...

El abuelo llevó sus manos a su rostro, tampoco podía creer que no todo se había perdido.

-LAS NUBES VIVE — dijo muy alegre.

Los demás se abrazaron aliviados de que los viñedos volverían a renacer.

Junna también sonrió con alivio y felicidad, después de todo Nana les había dado una oportunidad más para revivir las nubes.

Nana estaba contento de poder haber hecho algo por los demás, no se esperaba aquello, pero les había devuelto algo más que simples plantas.

Maya miró a Nana y al tronco, con la navaja tomó un pedazo de la raíz y lo sacó.

-Esta es la raíz de tu vida — dijo mirando a Nana — la raíz de tu familia — miró con detalle la raíz — estás amarrado a esta tierra, a esta familia, por compromiso, por honor... — miró a Junna — y por amor — le extendió a raíz al rubio, quien lo miraba incrédulo y sorprendido — plántala, crecerá — sonrió.

-No sé hacerlo — Nana recibió la raíz sin saber que hacer exactamente, pero sonrió con diversión al no saber nada sobre cosecha.

De igual forma los demás rieron.

-Junna — llamó Maya — ayuda a tu marido — sonrió dándole palmadas en la espalda de Nana.

El rubio se acercó a Junna hasta estar frente a frente, con nervios tomó su mano y le mostró el anillo que le dió la primera vez, la de los chocolates. Ambos rieron recordando cómo se conocieron y se atrevieron a una aventura que los uniría. Lentamente le puso el anillo, notando que los demás los miraban con una sonrisa en el rostro.
Nana envolvió la mano de Junna con la suya y se acercó más a su rostro. Ella miró a su padre con nervios, quien le sonrió el aprobación, también miró a su madre, quien le asintió con una sonrisa de felicidad.
El rubio desvió su vista hacia el abuelo, quien con sus manos le indicó apresurarse para besar a Junna, así que no pudo evitar reír por aquello.

Ambos se miraron, sonrieron de felicidad por finalmente poder estar juntos y se besaron.

-Es hermoso el amor — el abuelo empezó a aplaudir siendo seguido de los demás.

Solo entonces Hikari abrazó a Karen, aquello era tan romántico que toco su corazón.

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Había pasado un largo tiempo, lo que antes habían sido tierras negras con árboles quemados sin vida, en cuestión de meses y buenos cuidados habían recuperado sus hermosos paisajes, hermosos árboles verdes llenos de vida, su niebla mañanera, que al dispersarse daba la sensación de adentrarse a las mismas nubes.

Nana paseaban entre las vides.

- Espera, no tan rápido — Nana siguió a un pequeño de cabellos rubios y ojos verdes que corría entre los viñedos.

- DATE PRISA, NANA — llamó Junna a lo lejos.

El rubio fue con mayor rapidez hacia su esposa,... sí, estaban casados.

Al llegar, el rubio cargó al pequeño en sus hombros para tener una mejor vista de la llegada de visita.

- Mira, tío Rui y tía Tamao viene de visita — Junna sonrió tomando la mano del niño — bájalo, que vaya con su prima Kasane.

En rubio bajó al niño, quien fue corriendo hacia sus tíos mientras ellos aún desempacaban.

Nana y Junna fueron a paso tranquilo, sonrieron con alegría al ver a ambos niños felices ir a jugar.

Rui y Tamao los vieron y saludaron a la distancia.

Habría una cena por la llegada de Rui.

En las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora