Compromiso

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Minutos después, todos estaban al rededor de un lagar (recipiente grande de madera) tirando las uvas dentro muy emocionados.

-¿Qué tal te queda? — preguntó el abuelo al ver a Nana llegar con ropa limpia, que consistía en un pantalón de tirantes color beige, una camisa amarilla a cuadros y zapatos limpios.

-Un poco grandes — dijo estirando un poco el pantalón de tirantes.

-Son como la familia, debes vivir dentro por un tiempo antes de tener la medida perfecta, pero lo estas haciendo bien — dijo al analizar la contextura de Nana, era delgado.

-No todos comparten su opinión — dijo Nana mirando a Maya.

-No es fácil ser el patrón, no fue fácil para mí, no es fácil para él, cada hombre debe encontrar su camino — dijo el abuelo mirando como Maya observaba y analizaba las uvas con cuidado — pero tengo fe en mi hijo y también tengo fe en ti —  el abuelo devolvió su vista a Nana y le susurró — tienes abierta la bragueta.

Nana miró hacia abajo y se dio cuenta de que era verdad, con su sombrero se tapó entre risas y la subió mientras el abuelo se iba.

La abuela fue cargada en una silla, siendo su cabeza decorada con flores, luego la bajaron frente el lagar y sopló en una concha de mar.

-Los antepasados estaban convencidos de pedir permiso a la tierra de cosechar lo que nos brinda — contó mientras todos ponían atención, una vez terminado cargaron a la abuela llevándola a un lado a tomar asiento — ¿No crees que es hermosa? — dijo el abuelo viendo a su esposa.

Nana no dijo nada, pero estaba conmovido.

Junna se puso de lado de Nana para ver lo que seguía. Todos empezaron a aplaudir con ritmo, algunos ayudante tenían instrumentos musicales, así que empezaron a tocarlos.

Varios hombres cargaron a sus esposas y las metieron al lagar.

La música empezaba a sonar cada vez mejor, mientras Junna y Nana aplaudían más fuerte y al ritmo del cajón y guitarra.

-Junna, vamos, ya puedes participar — Claudine la llamó con alegría.

Junna sonrió con alegría y jaló a Nana a seguirla.

-O-oye, ¿Rui no viene? — el rubio estaba extrañado de que lo jalase así como así.

-No está casado — dijo aún alegre.

-Pero tampoco nosotros — Nana se detuvo abruptamente, no creía que fuera una buena idea.

Junna sonrió más y lo jaló con ella.

Al llegar al borde del lagar, Junna se quitó sus sandalias, le dió sus gafas a Rui, y Nana la cargó para que pudiera entrar al lagar con las demás mujeres.

La miraba bailar al compás de la música, se veía tan hermosa que su corazón daba un revuelco mientras aplaudía muy contento de verla así de feliz, incluso ella lo miraba constantemente mientras bailaba como si bailase para él.

Maya y Claudine miraban a Junna desde el otro lado mientras aplaudían y sonreían de ver a su hija feliz.
Junna nunca se había sentido así, era una felicidad muy grande estar acompañada y festejando con las personas que más quería, incluso estaba muy feliz de que Nana estuviera ahí viéndola con una sonrisa en el rostro.

-AHORA LE TOCA A ÉL — dijo el abuelo con voz fuerte

Los demás hombres cargaron a Nana y lo llevaron al lagar con las mujeres, este se negaba, pero le quitaron los zapatos y calcetines, y lo metieron de todas formas.
Un grupo de mujeres sostuvieron a Nana; y otro, a Junna, mientras la música continuaba los alejaban y juntaban, alejaban y juntaban como si fuera un juego.

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