En las nubes

Incendio

El taxi lo dejo en la estación, al llegar al lugar indicado pudo recibir ayuda de otro auto, en el cual un conductor lo llevó cerca a los viñedos.

Al anochecer, Nana llegó finalmente, podía confirmarlo por el hermoso paisaje rojizo boscoso, se sentía muy feliz de ser libre, de poder estar finalmente junto a la persona que amaba, se sentía tan lleno de vida, que a paso rápido se encaminó entre los árboles.

Mientras caminaba la noche había caído y solo algunas lámparas alumbraban el camino, al perderse un poco dió la vuelta notando al señor Tendo con el rostro sobre una mesa y varias botellas a su alrededor.

-Señor Daiba —Hikari estaba ahí, cubriéndose con una manta a causa del frío y lo miró sorprendida.

-¿Porqué está así? —preguntó el rubio mirando a Maya.

-Creo que puede saberlo, mejor no lo despierte —recomendó.

-Necesito hablar con él —dijo acercándose a la mesa.

-Ya verá usted —-Hikari continuó con su gesto serio retrocediendo unos pasos por si algo sucedía.

Nana dejó su equipaje a un lado y se puso frente a Maya.

-Señor Tendo —no respondía— Señor Tendo —elevó la voz y recién Maya lo escuchó, a lo que levantó su rostro para ver quien lo molestaba— le debo una disculpa, lo que hice estuvo mal —fue sincero y sentía mucha culpa de haberle mentido a todos.

-Fuera de mis tierras —habló con enojo estando medioconciente.

-Mis intensiones eran buenas, solo quería protegerla —intentó justificarse, pero no sería fácil.

-ALÉJATE DE MI HIJA —elevó la voz con más enojo. ¿Cómo se atrevía a ser tan sinvergüenza?

-No puedo —suspiró— es como el aire para mí, vengo a pedirle su mano —habló con decisión y timidez.

Aquello fue la gota que derramó el vaso, Maya no permitiría que se volviera a burlar de él ni hacer más daño a su familia, así que con furia se puso de pie y golpeó la mesa asustando al soldado.

-Tú ya tienes esposa, mal nacido —sentía su sangre hervir de la ira— HIKARI, MI ESCOPETA —ordenó.

-Emm Maya.... —la joven no estaba muy segura de lo que Maya quería hacer, pero en su estado... cualquier cosa podría pasar.

-¡DÁMELA TE DIGO! —gritó más enojado, a lo que Hikari se asustó y regresó a la casa con rapidez.

-Mi matrimonio nunca debió ser —habló Nana par explicarle al señor Tendo lo que pasó— fue por la guerra, me equivoqué, pero se acabó —dijo sacando el papel de divorcio que Kaoruko le había dado, así que se lo enseñó al señor Tendo— está anulado.

Maya le dió un golpe en las manos, haciendo caer el papel, ya que no creía en sus palabras.

-Te burlaste de mí —lo señaló con el gesto completamente furioso— en mi propia casa —lo empujó haciendo a Nana retroceder— en mi propia cama —le dió otro empujón hacia una pequeña bajada.

Nana retrocedió bastante hasta casi caer, pero logró mantener el equilibrio, se dispuso a enfrentar al señor Tendo sin importar si se negaba, enfrentaría lo que fuera por Junna.

-LA AMO, QUIERO ESTAR EL RESTO DE MI VIDA CON ELLA —dijo imponente volviendo a pararse frente a Maya— QUIERO CUIDARLA.

-¡HIKARI! ¡MI ESCOPETA! —gritó desesperado.

Nana no hallaba que hacer y lo único que pasó por su cabeza fue llamar a Junna.

-¡JUNNA!

-¡HIKARI! ¡MI ESCOPETA! —continuó Maya.