Inquebrantable

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La cena estaba preparada, los platillos se servían mientras los demás se acomodaban.

Los abuelos llegaron en aquel momento, Nana se puso de pie en muestra de respeto y volvió a sentarse.

La mesa era larga, en un extremo estaba el señor Tendo, al lado izquierdo se sentaron la abuela y Junna, mientras que en el lado derecho, Claudine y Nana.

-Oh, que anillo tan delicado — dijo el abuelo tomando la mano de Junna, quien sonrió, y viendo más de cerca el anillo — luces hermosa esta noche, el matrimonio les sienta bien — mostró júbilo y tomó asiento al lado "del matrimonio" — ¿No, mamá? — miró a su esposa, quien sonrió levemente.

La abuela se dispuso a hacer una oración antes de comer como agradecimiento a los cultivos obtenidos y fue seguida por los demás. Al terminar todo se dispusieron a comenzar a comer.

-Es sopa de flor de calabaza, es la especialidad de mi abuela — Junna le dijo a Nana, quien miró a la abuela con asombro, así que procedió a probar un poco.

-Está deliciosa — hizo un cumplido recibiendo una sonrisa departe de la abuela.

-A estado en el recetario familiar desde antes del chocolate — dijo Maya con seriedad.

Pudo sentirse la tensión, Nana no sabía que responder en aquel momento y miró a Junna, quien también lo vio de forma incómoda y apenada.

-Oigan — Claudine intentó aligerar el momento tenso que su esposo había provocado — con toda la conmoción, no hemos escuchado la historia de cómo se conocieron.

Junna y Nana se miraron un poco preocupados, no habían planeado bien eso, pero el rubio limpio su boca y se dispuso a contestar.

-Yo obtuve un permiso en junio...

-Julio — Junna corrigió la narración — después de irme a la ciudad — aclaró para no dejar en evidencia la mentira, y luego continuó con su sopa.

-Así es, fue en julio, en una feria.

Junna se detuvo, eso no estaba saliendo bien.

-No sabía que trabajaras en un lugar así — dijo Claudine sorprendida.

-Emm, de hecho no trabajaba ahí — dijo Junna con nervios, debía inventar algo al instante.

-¿Entonces que estabas haciendo en un lugar lleno de extraños? — Maya cuestionó aquello mirando a Junna.

En ese momento el abuelo se hechaba mucha sal a la sopa.

-Ruito — su esposa le llamó la atención.

Él se detuvo.

-Mi abuelo vivió hasta los 102 años y comía sal como pez en el agua, y mi bisabuelo murió a los 106 — se sentía indignado.

-Mmmm — la abuela lo miró sospechosamente.

Ruito recién entendió lo que dijo, así que dejó el salero a un lado.

-Así que... díganos, señor Daiba, ya que tenemos una idea perfecta de dónde, cuándo y cómo se conocieron, bueno, ¿De dónde es? — preguntó y continuó comiendo.

-Tsugaru, señor — respondió.

-Mmm quién sabe dónde esté — dijo el señor Tendo.

-Al Norte de aquí ¿Verdad? — respondió Junna inmediatamente.

Nana sonrió y asintió.

-¿Y sus padres? ¿Siguen ahí? — preguntó Claudine con curiosidad.

-Jamás conocí a mis padres — respondió Nana tranquilo.

-Oh, entonces ¿Quién lo formó? ¿Las hadas? — Maya seguía sin querer darle una oportunidad a Nana y claramente se lo demostraba.

-Jejeje viví en un hogar — dijo con un poco de diversión.

-¿El hogar de quién?

Claudine solo soportaba la actitud de su esposo, aunque se sentía apenada por su comportamiento, a veces quería enfrentarlo, pero era un hombre muy testarudo e insufrible.

-En un orfanato.

-Maravilloso — Maya parecía tener paciencia pero eso era el colmo para él — maravilloso, mi hija tiene una línea de ancestros de 400 años de las mejores familias — entonces se dirigió a su hija — y tú me dices que te casaste con un hombre sin pasado, oh pero seguramente sin pasado ni futuro, grandioso — su enojo era mucho, pero continuó con su comida.

-¿Tú que sabes si no tiene futuro? — Junna estaba arta de la actitud de su padre, una cosa era estar enojado por que ella "se casó", pero otra era estar atacando a Nana de la nada — tú no sabes nada con respecto a Nana.

-¿A no? ¿Y tú?

-Sí — respondió sin dudar — sé que sabe amar a las personas, sé que quiere tener una casa, niños y un perro, y un buen trabajo.

-¿Te refieres al que ya tiene? — Maya no se la dejaría fácil.

Pero aquello había sido mucho para Nana, intentó ser amable y cortés todo el tiempo, pero el señor Tendo era muy duro e hiriente.

-Disculpen, estuvo exquisito — dijo dando una leve sonrisa, limpio su boca y dejó la servilleta en la mesa — gracias — se puso de pie y se retiró de ahí.

Junna miró muy enojada a su padre, quien parecía no inmutarse o sentir algo al respecto, así que se puso de pie sin decir nada y fue con Nana.
La mesa quedó en absoluto silencio, no había nada más para comentar claramente.

Junna salió al patio, donde encontró a Nana parado tomando un bocado de aire, pero la escuchó llegar.

-Sabe hacer sentir mal a la gente — fue sincero.

-Lo lamento, pensará que son terribles — Junna no quería dar una mala imagen de su familia, pero su padre no cooperaba mucho.

-Cuando era niño, cada noche subía al tejado y pedía un deseo por cada estrella que veía — dijo mirando al cielo.

Junna sonrió un poco y le continuó la conversación.

-Muchos deseos.

-En cierta forma todos eran el mismo.

-¿Qué pedía?

-Una familia así — dijo volteando a ver a Junna.

-¿Que le dijeran cómo vivir su vida? — cuestionó incrédula, ella misma no toleraba a su familia.

-Es mejor que no tener a nadie.

-No podría afirmarlo — dijo intentando comprender a Nana, así que solo tomó asiento.

-Yo sí.

-No hay razón para que lo trate de esa forma — se refería la actitud de su padre frente a Nana, incluso a ella le molestaba.

-Oh, iba a hacerle un comentario, pero.... me dije ¿Y si fuera yo? — fue comprensivo con el señor Tendo — si un extraño entrara a mi casa diciéndome que se casó con mi única hija y soy el último en saberlo,... me comportaría igual.

-No lo haría — sonrió.

-No podría afirmarlo — también dijo sonriendo.

-Yo sí.

Nana no pudo quitar su vista de Junna, ni ella de él, se sentían tan bien el uno con el otro que querían que aquello durara el mayor tiempo posible.

-Ya solo faltan ocho horas — Nana miró su reloj — y luego me iré.

Miró la reacción de Junna, quien solo había agachado la cabeza con pena, así que intentó distraerla.

-Siento que ya pasó la peor parte ¿No cree? — habló con calma.

Ella elevó la vista hacia Nana, solo pudo atinar a sonreír levemente, realmente no sabía que más decir en aquel momento.

La noche era hermosa en aquella casa y pronto sería la hora de descansar.

En las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora