Enfrentamiento

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Nana estaba por irse de ahí, no podrían mantener el engaño por mucho tiempo y el señor Tendo ya sospechaba.

Al divisar a un lado, vio a la abuela sosteniendo su chaqueta militar y de esta cayó un relicario con la foto de su esposa.

-SEÑORA — elevó la voz — señora, lo aprecio mucho, pero no tengo tiempo — dijo dirigiéndose a la abuela, ya que no quería ser descubierto.

-Apesta — respondió la abuela sin querer devolverle la chaqueta.

-Lo sé, pero debo irme, tengo prisa — persiguió a la abuela, pero no la alcanzaba.

-Tonterías, Don Ruito acabó con sus chocolates ¿No es cierto? — lo cuestionó — además, tiene negocios aquí.

Nana se detuvo sin comprender.

-¿De qué habla? — preguntó serio.

-Del destino, por algo lo trajo aquí.

-Nada me trajo aquí, vine por mi cuenta — aclaró acercándose a la abuela.

Ella fue más veloz y puso la chaqueta con la demás ropa que remojaba, sonrió con triunfo y Nana, rendido.

Cerca a él pasaba Junna, quien se tropezó golpeándose fuertemente un brazo cuando unos perros la hicieron perder el equilibrio.

Nana la escuchó, dejó caer sus cosas y fue hacia ella con mucha prisa.

-¿Estás bien? — fue a ayudarla.

-No es nada — dijo adolorida por el golpe.

-Déjame ayudarte...

-No no no, teníamos un plan, ibas a quedarte una noche y te irías, debemos respetarlo — recordó el trato mientras se alejaba de Nana para ponerse de pie.

-No puedo dejarte así

-¿Y mañana, te quedarás también? ¿Y pasado mañana?.... vete Nana — se puso de pie sin importar su estado — tu esposa te espera, ten, déjalo en la estación — dijo dándole algo en su mano.

-Junna, por favor... — la tomó del brazo pero ella no reaccionó bien.

-¡No puedes ayudarme! — le gritó soltándose del agarre — ... nadie puede ayudarme, no es tu problema — dijo aguantando el llanto, tomó su brazo con cuidado y entró a su casa.

Nana se dio la vuelta dándole la espalda, se sentía muy abatido y herido por la actitud de Junna.

-No es mi problema, no puedo... no puedo — se sentía muy culpable de no poder hacer algo al respecto, así que volvió a darse la vuelta, tenía que ir con ella — JUNNA.

Entró a un cuarto donde hacían el vino.

-Junna — llamó su nombre mirando a varios lados sin encontrarla — Junna.

-No piense... — Maya lo asustó hablando desde unos barandales superiores — que por haberse casado con ella algo de esto es suyo,... si es que se casaron, Nana.

Nana miró hacia Maya, era increíble que fuera tan testarudo.

-¿De qué está hablándome? — dijo con seriedad.

-No estuve ahí, no vi ninguna boda, ni si quiera he visto el certificado de matrimonio.

Nana bajó la vista, era cierto después de todo.

-Y no crea que solo porque hablo de esta forma, pienso de esta forma.

-Durante 4 años estuve en la guerra para seguir ordenes y tuve que aguantarme mis sentimientos — dijo desafiante, quería saber porqué el señor Tendo era así y no se dejaría hacer menos — ¿Cuál es su razón? — lo señaló.

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