Serenata

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Minutos después, el abuelo y Nana se dirigían hacia la casa siendo seguidos por los músicos.

-Tú eres un muchachito, amable, pero chiquillo al cabo — dijo el abuelo — vas a cantarle aún corazón noble, vas a hablarle en un lenguaje que toque su corazón, tú debes ser fuerte.

Se detuvo abruptamente y miró a los músicos.

-Ustedes quietos — les dijo y luego jaló a Nana al frente de la habitación donde Junna dormía.

Claramente que ellos estaban en la planta baja y Junna en la de arriba.

-Yo me voy, ya les doy la señal — miró a los músicos y elevó su copa — salud.

Nana imitó el gesto y bebió de lo que aún le sobraba.

-No no no, tú... ya bebiste demasiado — el abuelo le quitó la copa y miró nuevamente a los músicos — muchachos, esperen mi señal — les volvió a decir y pasó a retirarse lo suficiente para que cuando su nieta saliera, no lo viera junto a Nana.

Al estar tras unos muros, con su mano dio la señal de comenzar, así que los músicos empezaron a tocar sus instrumentos.

Una sirvienta pasaba por ahí, al escuchar la música se dirigió al lugar en específico llevándose una sorpresa.

-¿Y a usted quien la invitó? — le dijo el abuelo dirigiéndose a ella.

-Ay señor Ruito — sonrió la sirvienta con diversión.

-Váyase, sáquese de aquí — dijo espantándola.

Junna dormía tranquilamente, pero la música la despertó. Se quedó sorprendida de escuchar algo así y no creyó que se tratase de Nana...¿O sí?

Claudine y Maya dormían, pero la rubia fue la primera en despertar por la música romántica, era extraño escucharlo, pero entendió de qué se podía tratar.

-Maya, Maya — movió ligeramente a su esposo para despertarlo — Maya — con pesadez el castaño despertó por la insistencia — escucha — Claudine sonrió. Maya se enderezó y se dispuso a escuchar.

La abuela y una ayudante escuchaban y tarareaban la letra de la canción desde su habitación, ya que arreglaban la habitación para cuando el señor Ruito regresara a dormir.

El abuelo echaba un ojo por si Junna encendía la luz y bebía de ambas copas de brandi sin haberse percatado de ello.

En otra parte de la casa, Rui estaba algo abatido, nervioso y frustrado, iba a escribir una carta para la que robó su corazón en uno de sus viajes de campo en Siegfeld, se trataba de una joven de Kioto estudiante de otro instituto. Con anterioridad se había echo su amigo en los pocos días de campo que estuvo en Kioto, incluso alcanzó a invitarla para el festival de la vendimia, y ella aceptó ir. Miró la carta que la joven le envío con su confirmación se asistencia, así que ya no sabía qué poner o cómo empezar su siguiente carta, que llegaría aún días después debido a la distancia, para cuando ella volviera a Kioto,... pero al escuchar la música esbozó una sonrisa, la letra era muy conmovedora y romántica, tanto que toco su corazón. Inspirado por el mensaje, tomó su bolígrafo y comenzó a escribir "Querida Tamao Tomoe..."

Mientras tanto, Junna se había puesto de pie, colocado sus gafas y acercado al balcón, entendía lo que una serenata significaba, por lo cuál no encendió la luz, tampoco salió, solo se quedó parada a escuchar, era un lindo gesto de parte de Nana, pero sabía que era en vano, sus caminos eran diferentes.

Nana aún sonreía como bobo mirando al balcón, tenía una fuerte esperanza de ver salir a Junna para aceptar su serenata, pero mientras la música seguía, su sonrisa se desvanecía lentamente. Su gesto fue cambiando a uno de preocupación y pena.

El abuelo lo notó y fue nuevamente a acompañarlo.

-No dejes de ver su ventana — le dijo señalado al balcón — cuando encienda la luz estarás salvado jajaja, esa es la costumbre — rió — mírala mírala — dijo yéndose a esconder nuevamente.

Nana miró nuevamente hacia el balcón, pero ya no sonreía, perdía sus esperanzas mientas los segundos pasaban.

...

Maya sonreía siendo abrazado por Claudine y viceversa.

-Parece que sí la ama — finalmente debía aceptar a Nana y recibió el asentimiento de Claudine — tal vez he sido muy duro con él.

...

Nana ya no sabía ni a donde mirar, Junna no encendería su luz o saldría a verlo.

-¿Qué pasa? — el abuelo no entendía el gesto de nervios de Nana.

El rubio ya no pudo soportar más, debía pisar tierra y volver a su realidad, este era un sueño que podía cumplirse solo en su mente, así que se retiró de ahí, fue a la cocina a tomar su cosas y se fue, dejando al abuelo y los músicos confusos y sorprendidos.

Cuando finalmente llegó a los límites del viñedo, la música terminó, volteó a ver la casa y vió la luz encenderse de la habitación en la que Junna estaba, ya era tarde, así que solo bajó la vista con tristeza. Aquel sería un recuerdo inolvidable, una de sus más grande aventuras donde conoció el amor verdadero, así que se fue de ahí para continuar su vida, no había vuelta atrás.

En las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora