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-Vete, sin tan casada dices que estás, toma todas tus cosas y vete de una buena vez.- Calum gritó y mi corazón se partió más.

Últimamente el moreno llegaba super tarde, hace poco terminó la gira y teníamos planeado recuperar el tiempo perdido, pero no sé pudo, porque mis estudios no me dejaba mucho tiempo libre y él quería ponerse al día con sus amigos. Por eso se desencadenó toda esta discusión.

-Sabes, tienes razón.- saqué las lágrimas de mi cara y me dirigí a la habitación, trate de tomar lo más importante.- Cuando madurez, tal vez deberías llamarme.

-No creo que lo haga.- Calum murmuró.

-Eres un verdadero idiota.- mi mano se conectó con su mejilla en una cachetada, rápidamente salí de esa casa y me encerré en el auto, no sabía dónde carajos ir.

Mi mente estaba hecha un lío, luego de manejar por una hora sin rumbo fijo tuve que estacionar debido a la fuerte lluvia que se desató en la ciudad, mi teléfono no dejaba de sonar con mensajes y llamadas perdidas, cansada del ruido decidí atender.

-¿Hable?.- Murmuré sin siquiera fijarme quien era, una maldita costumbre que debía cambiar.

-¿Dónde carajos estás?.- La voz de mi hermano resonó por el celular, estaba preocupado.- Calum llamó diciéndo que te fuiste de su casa, ¿Que sucedió?

-Hola hermanito, yo estoy súper bien ¿Y tú?.- mi voz sonó sarcástica.- Es bueno escucharte.

-No estoy para juegos.- habló un tanto impaciente.- ¿Dónde estás?

-Tranquilo, Luke, estoy en el auto en un parque.- Murmuré jugando con los hilos de mi pantalón.

-¿Por qué no viniste a mi casa? Sabes que siempre estoy para tí.

-Necesitaba relajarme un poco.- traté de no soltar un sollozó, pensar en las palabras hirientes de Calum me hacían querer llorar de nuevo.

-Ven aquí, Sierra está preparando algunos bocadillos y compró helado para ver películas, te estamos esperando.- el rubio hablo tratando de animarme.

Comencé a manejar luego de aceptar la invitación, necesitaba los abrazos de mi hermano ahora mismo, luego de diez minutos llegue a su casa, estacione y me adentré al lugar.

-Me dijo que soy un estorbó, Luke.- susurré, abrazándolo.- Solo soy un maldito juego para él, lo único que hago es molestarlo con mi presencia, ni siquiera tiene la decencia de asistir a alguna cita nuestra, ayer me dejó plantada en el lugar, cuando llegue a casa estaba durmiendo en el sofá.

-No eres un juego para él, nena.- Luke me acariciaba el cabello tratando de consolarme.- Mejor duerme ¿Si?, No voy a moverme de aquí hasta que puedas dormir.

-Si, linda, debés descansar.- Sierra estaba recostada en el lado izquierdo de la cama, dejándome en el medio de ella y Luke, dándome caricias a mi mano, mi hermano se sacó la lotería con ella.- Mañana vamos a hablar de todo, ya es muy tarde.

Solo asentí, me sentía agotada tanto física como emocionalmente, las lágrimas no dejaron de caer por mis mejillas hasta que me quedé dormida.
A la mañana siguiente pude sentir a Petunia lamiendo mi mano para que despertara, me senté lentamente en la cama sintiendo puntadas en mi cabeza por el llanto. Mi teléfono sonó en la mesita y lo tomé viendo que era un mensaje de Calum preguntando dónde estaba, decidí ignorarlo, no quería saber nada de él ni de nadie.
La cabellera rubia de Luke se vio adentrándose en la habitación trayendo mi desayuno, una pequeña sonrisa se formó en mi cara por el gesto dulce de mi hermano mayor.

-Buenos días, princesa.- hablo con un tono raro lo que hizo que soltará una risita.

-Eres tonto, buenos días.- sonreí cuando dejo en mi regazo la bandeja.- Muchas gracias.

-Esto lo preparó Sierra exclusivamente para tí antes de salir, dijo que volvería más tarde así tenían un tiempo de chicas.- dejo un beso en mi cabeza para luego incitarme a qué comiera.- Calum llamó preguntando si sabía algo de ti.

-No quiero que le digas que estoy aquí, por favor.- Murmuré.- Se que es tu mejor amigo, Luke pero no quiero que sepa nada de mi por un tiempo ni tampoco quiero saber de él.

-Respeto tu decisión, hermanita, pero se escuchaba muy preocupado, le dije que hable contigo y que estabas bien, solo eso.- habló acariciando a Petunia.

Asentí y no hablamos más, nos dedicamos a ver películas, una que otra vez me escuchaba llorar. El teléfono lo apague para no escucharlo vibrar.

imagines • Calum Hood•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora