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Kakashi, caminaba tranquilamente por las calles de Konoha, hoy era el día en que la caravana de Hanako, se iría de la aldea, junto a sus compañeros del teatro.

Iruka, le había vuelto a suplicar a Hatake, que lo acompañará a despedir a las dos jóvenes que conocieron por casualidad la noche del miércoles. Umino, era un hombre muy tímido e inexperto cuando se trataba de mujeres, así que arrastrar a Kakashi con él, ya se estaba volviendo costumbre.

En los últimos días, el albino e Iruka, fueron a algunas de las presentaciones de las señoritas y de igual forma, se frecuentaron para ir a comer o para beber un trago, con la excepción de que Hanako y Hatake, mantuvieron la distancia, como si solo fueran un par de buenos amigos.

—Le agradezco que me haya permitido estos días de compañía a su lado —Hanako, notó como Kakashi se ponía un poco nervioso con su comentario—. Entiendo —le sonrió—. Como lo imaginé la primera vez que lo vi en aquel bar, usted está enamorado, por eso no puede corresponderme. 

—No estoy seguro de que lo esté —resopló Hatake.

­—Si me permite darle un último consejo antes de irme, debería decirle lo que siente, el amor es muy complicado, pero —hizo una pausa mirando al cielo, mientras se mecían algunos mechones de su larga cabellera obscura—. Desde el momento en el que esa sensación de incertidumbre inundó su mente y su cuerpo, usted ya no es dueño de su corazón.

Aquella frase hizo que el albino se sonrojará por un momento.

«¿Será... Será posible?», pensó Kakashi.

—Siendo honesta cualquier mujer podría enamorarse de usted Kakashi-san y la mujer de la que se ha enamorado debe ser muy afortunada —depositó un cálido beso sobre su mejilla cubierta por la fina tela de la mascará—.  Hasta que volvamos a vernos algún día.

Hatake, observo como la joven caminaba en dirección a sus compañeros de la caravana, ya era hora de marcharse de Konoha y seguir su camino por el mundo.

Antes de desaparecer en el horizonte de las colinas, junto a los primeros rayos del amanecer, Hanako le dedicó una última sonrisa, que Hatake correspondió meciendo su mano, en señal de despedida.








Tsunade-sama, mandó llamar a Sakura, a su oficina al parecer había una nueva misión para la cual la kunoichi era perfecta.

Un ninja de Sunagakure fue enviado a realizar la solicitud formal ante la Hokage, para la asistencia del ninja médico en la elaboración de un antídoto, desde la ocasión en que salvo a Kankuro y fue de los mejores ninjas médicos en el frente de la cuarta guerra, las naciones formulaban peticiones de consulta a la joven, por infinidad de temas.

En este caso, algunas personas fueron envenenadas por misteriosas picaduras de lo que parecían ser escorpiones, cerca de la ruta del desierto de la muerte. 

Pero el Kazekage, sospechaba ampliamente que se trataba de algún grupo renegado de ninjas manipuladores de insectos, que tenían su escondite en un punto cercano a su aldea y por ende utilizaban esa estrategia para que nadie se acercará.

—Sakura, deberás acompañar a Koji-kun, a una pequeña barranca situada en la frontera del país del fuego y el país de la tierra —le indicio el sitio específico en el mapa sobre su escritorio—. En las cuevas remotas al fondo del peñasco se encuentran las raíces sohju de las cuales deberás de sustraer su líquido para la elaboración del antídoto.

—Perfecto mi lady —exclamo Sakura, mirando con atención el mapa, memorizando el área en concreto de la exploración.     

—Este encargo es echo directamente por el Kazekage, por lo tanto, es una misión muy importante, designe como equipo de apoyo a Ino Yamanaka, por su habilidad con el ninjutso médico y para el ninja de rastreo irá con ustedes Kakashi —Haruno la interrumpió.

U n f o r g e t t a b l e.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora