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La tarde comenzaba a absorber los últimos rayos de sol que iluminaban tenuemente los techos de las casas y las montañas de la aldea de Konoha. 

A la distancia se podía observar, en medio de un cotidiano paseo a dos shinobis que, como todos los viernes al terminar la jornada de trabajo, se dirigían a su restaurante favorito de nabe para cenar.

Hacía ya un año que la Guerra Mundial Ninja había llegado a su fin y las cinco grandes naciones reforzaron sus vínculos como nunca antes en la historia, se logró por fin la paz y la calma, que pronto para todos los Kages se convertirían en las vertientes del compañerismo y trabajo en equipo. 

Muchas cosas ocurrieron durante el término de la guerra.

La mayor de ellas, era la que mortificaba a un grupo de shinobis de Konoha, en particular a una pequeña pelirosa miembro del cuerpo médico; la partida de Sasuke Uchiha hacia la redención, en un viaje por el mundo.

Sin duda, había cosas que tardarían muchísimo tiempo en cambiar y sanar, como el hecho innegable de que Sasuke aún no estaba listo para abrir sus sentimientos e ir en buscar del perdón, por todas las acciones que cometió al convertirse en un desertor de la aldea.

Por lo tanto, prefirió guardárselos para sí mismo y lidiar con ellos a través de nuevas experiencias, lejos del pasado.

—Se me hacían interminables las horas para venir a comer con usted —sonrió Sakura.

Kakashi detuvo por un milisegundo las mordeduras a la carne que tenía por llevarse a la boca, ¿qué había dicho? Le sorprendió por un momento.

Ese comentario podría malinterpretarse si alguien en el restaurante les hubiese prestado atención.

—¿Demasiados pacientes el día de hoy? —inquirió. Ignorando el contenido desconocido del último comentario.

—Ah, si bastantes, fue un día agotador —suspiró, tomando un sorbo de sake —. Mejor cuénteme sobre la misión de esta semana, ¿alguna novedad?

Hatake notó como las mejillas de Sakura poco a poco se teñían de un tono carmín.

—Sakura-chan, ¿no crees que estás bebiendo demasiado? —dijo Kakashi, mirándola con un poco de preocupación.

Últimamente Haruno, decidió indagar por el alcohol cómo su vía de escape de la realidad que le rompía el corazón; la partida de su primer amor. Se comportaba bobamente es cierto, pero en las últimas semanas, cada vez subía más la dosis y terminaba casi tan mal como Tsunade-sama, en sus peores días.

—¿Ah? ¿No será que usted no toma lo suficiente? —lo miró con una mueca burlesca.

«Nada me gustaría más», pensó Kakashi.

—Alguien tiene que ser el adulto responsable Sakura-chan —le dedicó una sonrisa. Había terminado de comer y pidió la cuenta. Era hora de llevar a la pequeña pelirosa a casa.

—Por eso lo quiero mucho sensei ­—Sakura recargo su rostro sobre su palma extendida, quedando balanceada solo por el empuje de su codo, sin duda el alcohol ya comenzaba a hacerle efecto.

El albino, solo la miraba recorriendo las facciones de su cara ruborizada, hacia un tiempo había escuchado algunos rumores sobre sus salidas con la kunoichi.

Al principio, eran tres quienes se frecuentaban para cenar, Naruto, Sakura y él, pero desde que el joven Uzumaki, formalizó su relación con Hinata, se fue apartado de las salidas del grupo e inevitablemente quedaron ellos dos solos.

Ahora, a los miembros de la aldea, les inquietaba un poco al ver como el par salía de forma exclusiva. Por simple apariencia, poco a poco sus encuentros, sospechosamente eran vistos como citas.

U n f o r g e t t a b l e.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora