–¡Zequi! ¡Ven aquí, la mesa 2 y 8 están listas para el postre!– gritó Gaby, una chica de pelo rubio y con traje de mesera desde la entrada a la cocina.—¡Voy en camino!— contestó de vuelta un chico de cabello oscuro mientras tomaba una de las charolas a su izquierda.
El chico se apresuró a una de las mesas y sonrió para después pedir permiso para llevarse los platos sucios de las mesas. Los clientes asintieron.
Especialmente hoy era un día muy atareado, los platos no paraban de pasar de un lado a otro del pequeño restaurante. La tarea usual del pelinegro, Ezequiel, era cargar con los trastes sucios para llevarlos a la cocina, sin embargo hoy también tenía que actuar como mesero, cosa que a las clientas no les molestaba ni un poco. Era el único hombre trabajando en el restaurante, el dueño del lugar creía que si contrataba a más mujeres, eso de alguna manera ayudaría al negocio.
Al pasar tan rápido por los pasillos, Ezequiel secretamente se imaginaba como una especie de colgante de cristal, de esos que se mueven con el viento, por la cantidad de platos y vasos que cargaba. Pensar que llamaba mucho la atención con el tintineo le provocaba un poco de vergüenza, pero aunque tratara de caminar despacio era casi imposible evitar el sonido por completo. Cuando dos tercios de los clientes ya se habían marchado el chico pudo tomarse un breve descanso, todavía faltaba un par de horas para terminar la jornada y ya estaba completamente exhausto.
–Y esto, damas y caballeros, es lo que llamo un "código azul"– susurró una de sus compañeras en la cocina al resto. La chica trataba de contener la emoción.
Un "código azul" era una forma simple de referirse a un "príncipe azul", es decir, si algún cliente era atractivo. Ezequiel simplemente se rió un poco al ver a todas sus compañeras alborotadas para ver al "príncipe", entretanto, él se limitaba a leer el menú. Entre tanto alboroto en la cocina, el pelinegro tuvo curiosidad de saber cómo era el dichoso hombre y miró por la ventana de la puerta.
Ese chico no estaba nada mal, tenía los ojos verdes que le hacían juego con su pelo castaño; en ese momento Ezequiel envidió un poco el cuerpo del otro chico por la manera en la que se marcaban sus músculos a la ropa, parecía que se ejercitaba pero no de manera excesiva. Tenía que admitirlo, era un cuerpo estético.
Al mismo tiempo en el que estaba pensando en eso, sin darse cuenta, la cocina se volvió una batalla campal para averiguar quién sería la afortunada en atender al nuevo cliente. Hasta una de las cocineras, una mujer un poco mayor, estaba dispuesta a tomar el uniforme prestado de alguien más para conocer al chico.
—En ese caso, lo mejor sería que alguien neutral fuera— dijo Gaby mirando a Ezequiel –Después resolveremos este caso, cuando todo se haya calmado. Hasta entonces... Zequi, es tu turno.
Suspiró cansado, ya sabía que él tendría que hacerlo para evitar que el conflicto se extendiera más tiempo o que unas de ellas se arrepintiera, acomodó sus lentes que se habían resbalado un poco por su nariz y salió de la cocina directamente al "príncipe".
—Buenas tardes, perdone la tardanza. ¿Ya está listo para ordenar?— trató de llamar su atención Ezequiel de forma amable.
El "príncipe" levantó la mirada del menú y la mirada de ambos se toparon. En ese momento Ezequiel se dió cuenta que los ojos del chico eran verdes con unos toques de azul. Por alguna razón se sentía intimidado con su mirada e intentó apartarla. El "príncipe" sonrió y soltó una pequeña risa, hecho que desconcertó totalmente al joven mesero.
—No tienes que ser tan formal conmigo, tenemos prácticamente la misma edad— sonrió de lado –¿No?
––Entonces perdón por querer ser amable–– Ezequiel realmente no sabía qué responder a eso, simplemente se sonrojó.
––¡Oye! ¡Me hace sentir viejo que alguien de mi edad me llame así!–– contestó el chico en forma de burla.
Esta vez Ezequiel rió de vuelta.
––Entonces, ¿ya sabes qué pedir?
––La verdad, todavía no.
––Pero si ya llevas como 15 minutos viendo el menú.
––...
––Si me permites...–– Ezequiel tomó el menú y pasó las hojas lentamente buscando algo ––¡Mira!–– exclamó mientras señalaba uno de los platillos al "príncipe"––Yo te recomiendo ese platillo, es la especialidad de la casa, es muy bueno.
––Bueno... entonces será ese con un refresco.
––¡Perfecto! Enseguida vuelvo con tu comida.
Ezequiel sonrió al chico y dió la vuelta para regresar a la cocina. Al caminar se percató que la intensa mirada del "príncipe" sobre él.
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Please... Save me... (Yaoi/Gay)
Fiksi RemajaEsta historia es Yaoi/Gay si no te gusta este género, no lo leas ¿Cómo se supone que debe ser la vida después de dos intentos de suicidio? Lo único que lo detiene de intentarlo de nuevo es la posibilidad de fallar una tercera vez. Ezequiel queda es...