Capitulo #2

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Viernes 21 de noviembre, 2014, 7:41 p.m

Hoy peleamos Tyler y yo, la verdad no sé el porqué. Mi humor está por los suelos. Creo que estoy a poco para echar humo por mi nariz, y arrojar todo como un toro cabreado.

En este momento, me encuentro recostado en el sillón viejo, rebotando una pelota de tennis,  concentrado en no partirme la madre.

De nuevo.

“—Joder,  Mendler, ¿piensas decirme que te pasa?
— No tengo nada.
— ¿No podrías ser más seco?
— ¿Seco? — agredi — ¿tú no podrías ser más crispado? ¡No se nota que estas de mal humor!

Me tomó por sorpresa su mano envuelta en un puño tocando salvajemente mi cara. Provocandome un riguroso dolor entre mi ojo y mi cachete.
Quise golpearlo yo también, quería desquitarme precisamente con él.

Una cara inocente me congelo y me detuvo. No pude hacerlo.

Colette.

Se levantó vertiginosamente de su asiento, para ayudarme a levantar del suelo, donde yacía hecho mierdas.
Me miró asustada y preocupada, lágrimas casi caían de sus ojos color miel. Cambié mi disgusto por satisfacción, ella sonrió y yo también.

— Es un hijo de puta.

Recordar la reacción de Colette viendome caer, me hace sentir terriblemente un idiota.

¿y si lo hubiera golpeado yo también? O incluso peor?

No quiero imaginarmela, ella no se merece nada de esto.

Suspiro y tecleo su número.

“— Eh... ¿Si? ¿hola?”

Sonrio. Tan despistada como siempre.

— “Hola...”

— “¡Christian! ¿cómo va tu ojo? ”

Respiro hondo, y me acomodo en el sillón de forma educada, raro en mi.

— “Bien, algo púrpura, pero aún veo bien” — Me río de mi mismo — “Creo que hasta veo mejor.”

Escucho su dulce rísa al otro lado de la línea.

— “Deberé tener cuidado contigo, no vaya a ser que tengas un nuevo súper poder.”

Ahora soy yo el que se ríe. A diferencia de Colette, mi risa es fuerte y carcajeante.

— “Te seducire con mi encanto de ojo"

Presiento que sonríe.

— “Oh, por favor no. No puedo resistirme al color de barney.”

¿Acaba de llamarme barney?

— “¿y qué si lo hago? ¿me enterraras los metales que llevas en la boca?”

— “Ni que fuera vampiro, y no, los necesito.”

— “No, no necesitas esas mierdas. Así eres perfecta.”

Y no miento. Usa frenos desde hace seis meses, no sé porqué,  sus dientes están muy sanos en mi opinión.

—“¿sigues ahí? — insisto.

— “No cambias. A pesar de todo. ”— me preocupo — “Me gusta eso de ti” — susurra.

Me congelo. No me gusta el tono que utiliza.

Sin embargo, prosigo:

— “¿Quieres ir a comer? Se me antoja una pizza. ”

Ríe. Así está mejor.

Las maravillas de un genioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora