Capítulo 18 (Kimberly)

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Esa idiota, bicho raro, anormal, ¡argh! La odio. No sé qué diablos le verá Sebas a ese adefesio, es decir, no es bonita, no tiene gracia simplemente anda de arriba abajo como una maldita zombie.

Gracias a esa anormal no he podido pasar casi nada de tiempo con Sebastian. Quise jalarlo, alejarlo de la mosquita muerta de Grande y la cotilla de Layla pero no, él me dijo que no tratara así a sus amigas, que no soy nadie para tratarlas así, pero sí lo soy.

Hoy después de arte teatral me esperé a que Althea saliera y le di su merecido. Sebastian es mío y no va a ser de ella, no lo consiento. Mis amigas, Clary y Angie me esperaban afuera, las dos muy sonrientes. Clary estaba emocionada y no paraba de hablar de que Althea estaba muy subidita de tono y así pasó en todos los periodos de clases, Angie por su parte estaba muy callada, así que aproveché un momento en que Clary fue al baño para hablar con ella, Angie era la seria y normal, gracias a ella se podría decirse que somos estables.

-Angie, ¿qué piensas? –pregunté.

Vi que Angie se estaba levantando la cutícula, un gesto que sólo hacia cuando estaba nerviosa.

-Creo que te has pasado Kim. –respondió sorprendiéndome. –Sabes que soy tu amiga y te amo, pero Kana no tiene amigos y creo que Sebastian le ha ayudado mucho.

La sangre me hervía. Estaba furiosa, pero también porque sabía que era verdad, esa cosa griega sólo tenía de amiga a Grande, la peor mujer que alguna vez pudieron crear. Resoplé resignada. Odio que Angie tenga la razón. Evité volver a hablar del tema con las chicas, así que pasamos el resto de nuestro tiempo libre hablando sobre el baile de bienvenida. Clary de pronto salía con unas ideas excelentes para hacerle alguna broma a Kana, ideas suculentas. De camino a clase de historia iba con Angie y la vimos, ella hablaba con alguien que no veíamos por los casilleros, pero lucía algo…triste, de inmediato intenté hacer lo posible para ver quién era y nos llevamos una gran sorpresa, era la mamá de Kana. No lograba escuchar lo que decía pero la estaba regañando, lo sé porque la chica se encogía hasta casi hacerse una bolita. Y luego le pegó. Angie y yo casi soltamos un chillido al ver cómo le pegó, fue un golpe de lleno en el rostro, pude ver la sangre deslizarse lentamente de su labio inferior y me sentí mal.

Me sentí mal por la chica a la que yo abofeteé temprano. Angie me jalaba del brazo para que no fuéramos de ahí, pero yo era terca y no quería moverme de ahí.

Lo siguiente que hizo su mamá me dejó helada, esa mujer estaba llorando y le pegó una patada en sus costillas. Instintivamente salí de mi escondite y fui a ayudarla seguida de Angie, la señora nos miró con profunda rabia y salió hecha una furia del instituto.

Entre las dos levantamos a Althea, pero ella se soltó con brusquedad y salió corriendo. Íbamos a seguirla cuando la campana sonó y entramos a clases. No me imagino tener una madre así, sería algo terrible. Pero ninguna mujer es así de mala con alguien porque sí, además aún recordaba nuestro primer año en el instituto cuando la señora llegó gritándole que era una idiota y ella ni se defendió, simplemente se quedó quieta, como una estatua, sin decir ninguna palabra, por lo que asumimos que algo malo debió de hacer. Bueno, pobre de ella, pero no es mi problema.

La siguiente hora tuvimos un llamado del director, era para avisar el baile de inauguración del año, como todos los años iba ser espectacular y Sebastian tendría que ser mi compañero sí o sí.

(…)

El fin de semana fue increíble, logré pasar mucho tiempo con Sebastian, pero prácticamente le tuve que arrancar el celular para que me prestara atención. Hice una pequeña reunión en mi casa y todos mis amigos disfrutamos en la piscina, el único ausente era Xavier. Sebastian no se alejaba de ese teléfono por lo que lo escondí en mi habitación, y se lo regresé hasta el final del día. Intenté hacer algún avance con él, hacer que se olvidara de la bicho raro y se centrara en mí, que viera lo asombrosa que soy y que ya no quisiera nada con ella.

Pero no lo logré, lo primero que hizo cuando le devolví el teléfono fue llamarla, intenté arruinar su conversación, pero él se alejó de mí a más no poder para hablar tranquilo con ella. ¡Argh!

Hoy era lunes y teníamos educación física, deportes. Sebastian estaba hablando conmigo cuando esta niña Althea apareció y él prácticamente corrió hacia ella y me dejó plantada. Estaba furiosa, ella no tiene nada en especial. Claramente pude escuchar cómo él le pedía ir al baile con ella y la desgraciada aceptaba. Le advertí que se alejara de él.

Toda la clase pasé furiosa, Sebastian era un chicle con ella, no se le despegaba para nada. Pero lo que sí me dieron ganas de matarla fue cuando MI Sebastian le dio un beso. ¡Besó a ese bicho raro! Llamé a Clary tendría que planear mi venganza sí o sí y ni Angie va a detenerme. En eso vimos a Xavier, estaba serio y por su ceño fruncido diría que muy enojado. Ambas miramos hacia donde él dirigía su mirada y era la misma escena que me tenía rabiosa a mí, Sebastian y Althea acaramelados. Vi una oportunidad única y me acerqué a Xavier, nosotros dos éramos amigos desde que él entro en el instituto y más de alguna vez habíamos ligado, es un chico muy dulce y bueno, antes me encantaba, pero luego conocí a mi ex y se volvió un amigo más.

-¿Enfadado Xavi? –pregunte inocentona.

El soltó un gruñido. Sí que lo estaba.

-Él sabe que ella me gusta, se le comenté en amistad… -gruñía en voz baja. -¿Y qué es lo primero que hace? Quitármela.

Asombrada miré a Xavier. No lo entiendo. Juro por mi alma que no lo entiendo.

-¿Por qué te gusta tanto? –preguntó Clary.

-Ella es distinta. Eso es lo que me gusta. Pero ahora mi “amigo” anda con ella. –rió sin gota de humor.

Que Xavier dijera que ellos andaban hizo que mi sangre hirviera. A Xavier le gustaba el bicho raro, yo me encargaré que sea él el que se quede con ella. Sonreí con malicia.

-Tal vez aún puedas lograr algo con Althea. –comenté con sonrisa  maliciosa.

Xavier alzó la ceja. -¿Cómo?

-Tú confía en mí.  –le guiñé un ojo.

Clary y yo salimos del gimnasio con grandes sonrisas en nuestros rostros. Sé qué hacer para que Sebastian no la quiera ni voltear ver. Es más, para que nadie, ninguno de sus amiguitos se le quieran acercar. Tomé la mano de claro y salté de la emoción.

-Clary, esto será  épico.

Y llegaste Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora