Capítulo 19

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Después del atractivo accidente con Kimberly fui a la enfermería poniendo de excusa el haberme caído por la escalera del teatro. Por suerte me creyeron, Kimberly es alguien con quién no quiero meterme.

En el receso estuve pensando lo que ella me dijo, que me alejara de Sebastian, corrección, de “su” Sebastian. Realmente no quería  hacerlo, es decir, una persona no le pertenece a nadie y ella no debía de decirme que es de ella, por que ciertamente no lo es. No sabiendo qué hacer se lo conté a Erika y Layla, ambas me dijeron que no le hiciera caso y me contaron que ella una vez llegó diciéndoles insultos y Sebastian las defendió. Me tranquilicé un poco pensando que tal vez podría defenderme a mí.

Pasó el receso y fuimos a nuestros respectivos salones, pero en camino al mío mi mamá llegó.

Anabella estaba ebria, cosa muy rara, pero recordé que hoy se supone que era el aniversario de boda de mi padre y ella. Anabella balbuceaba  cosas que no lograba entender. Luego se repuso y comenzó a decirme que mi padre debería de estar aquí, con cada palabra me iba encogiendo, no quería que un buen día terminara así. En un momento determinado ella me pegó en el rostro, de tan fuerte que fue el golpe me caí al suelo. Solté un sollozo al sentir una patada en mis costillas, un poco más fuerte y me hubiera fracturado una.  Lo siguiente que supe era que Kimberly y su amiga salieron de la nada y, prácticamente, corrieron a mi mamá y me ayudaron a levantarme.

Apenas estuve de pie salí corriendo, tenía que hablar con mi mamá, pero cuando llegué al estacionamiento ella ya estaba saliendo de ahí.

Resignada a que no hablaría con ella hoy, me fui al gimnasio, las chicas me miraban preocupadas por la sangre en mi rostro. Les dije que era un tema delicado y ambas supieron callar. Después me topé con Sebastian y llegando al campo me besó. No es que me molestara,  pero era demasiado público  me sentía como una exhibicionista, cosa que no soy. En ningún momento se separó de mí, también me invitó al baile. Iba a negarme, pero comenzó a hacer pucheros y caritas triste y… ¡argh! No me le pude decir que no. Pero también tenía un  problemita, el sábado salí con Xavier, la pasamos genial y…me dijo que le gustaba desde que él entro. Me siento muy mal al saberlo, es decir, ambos son amigos y, aunque Sebastian y yo no somos novios, todavía, era feo saberlo.

Después de deportes llamé a Xavier para hablar, es muy linda persona y en realidad estoy confundida, me gusta Sebastian pero también hay algo en Xavier que me atrae mucho a él, no sé si es  porque antes solía gustarme. Estoy confundida.

-Xavier. –lo llamé.

El volteó a verme y sonrió. Con un gesto me señaló las gradas y nos fuimos a sentar algo alejados de nuestros compañeros.

-Oí que Sebas y tú son… -lo escuché rasparse la garganta. –Novios.

-En realidad, no.

Mi respuesta lo sorprendió por el hecho de que casi escuché su cuello tronar de lo rápido que giró a verme.

-Él no me ha preguntado nada y…tampoco sé si aceptaría. –argumenté sincerándome.

Vi un destello de cierta felicidad en los ojos de Xavier y rápidamente tomó mis manos con fuerzas. Me sonrojé ante el gesto, ¿cómo diablos pasé de ser la antisocial a estar en un triángulo amoroso con semejantes chicos?

-Sólo contéstame algo Althea, ¿tu inseguridad…? –respiró ansioso. -¿Es por mí?

En otra situación hubiera pensado que era presuntuoso e idiota, pero esta vez, el idiota tenía razón. Él y Sebastian me confundían mucho. Asentí apenada, una lee en libros y ve en películas esos benditos triángulos amorosos y sueña con vivir uno de ellos, pero apestan. Realmente apuestan. Estoy entre dos chicos espectaculares y codiciados, Xavier el chico popular y guapísimo, sé que tiene un historial infinito de conquistas,  pero también me ha contado su pasado y al igual que yo tiene sus problemas, problemas que, en mi caso, Sebastian no podrá entender. Y hablando del rey de roma, Sebastian es muy dulce y persistente, también es guapo y gracioso, me ha ayudado bastante,  pero siento que jamás podré llegar a sincerarme con alguien que no ha pasado por algo tan difícil en su vida. ¡Zeus, ayúdame!

Y llegaste Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora